Ahumado, en cebiche, o simplemente crudo. Sin importar su preparación, el salmón es un alimento que se ha ganado un lugar clave en nuestra mesa, sobre todo si tienes una visión romántica de la pesca. Lamentablemente el salmón que comes usualmente, está lejos de capturarse bajo esos términos ya que su producción es a gran escala, y todo indica, que peor que cualquier otro animal, incluso peor que pollos, vacas o cerdos.
Aunque su cuestionable crianza ya fue motivo de estudios e investigaciones tanto públicas como privadas en países como Noruega o Canadá (grandes exportadores a nivel mundial), en Chile recién estamos poniendo atención como corresponde a las implicancias de su crianza.
Las grandes salmoneras de Chile y el mundo, siempre se han promocionado a sí mismas como una solución sustentable a la pesca, pero la realidad y los antecedentes, nos dicen los problemas que generan hoy en día son mayores a los que resuelven, repercutiendo esto en la producción de peces que son un cóctel de elementos tóxicos, sin contar siquiera que están aniquilando la vida marítima.
Cómo se cultivan los salmones
El salmón es un animal anádromo, es decir nace y se reproduce en aguas dulces, pero crece y se desarrolla en aguas saladas. Es por esto que el primer año de producción se efectúa en entornos controlados de agua dulce para más tarde transportarse a aguas saladas donde se cultiva “intensivamente”.
Ese intensivamente, va entre comillas, pues es una forma linda de hablar de crianza en confinamiento, a densidades mayores de las que soporta un ecosistema natural y con alimentación artificial. La dieta de los salmones, es una de las partes más asquerosas del proceso, pues si bien un salmón normal alcanza un tono rosáceo a los tres años gracias a su alimentación a base de crustáceos, los criados bajo este sistema solo se logran a través de colorantes (que se pueden elegir a partir de una paleta de pantone), ya que su alimentación a base de harina y aceite de pescado los dejaría pálidos y sin gracia.
Por qué es tan RANCIO todo
Obviamente todo este hacinamiento no puede tener sino consecuencias nefastas.
En primer lugar, el estrés hace que los salmones se enfermen con mayor frecuencia, forzando el uso de antibióticos y pesticidas para controlar plagas, mientras que su excremento destruye el ecosistema submarino, dejando el fondo de este sin vida debido al aumento de nitratos y fosfatos, además de propagar enfermedades hacia otras especies como aves o lobos marinos. Eutrofización se llama ese fenómeno y estudios alemanes en nuestro país, que datan desde hace 6 años atrás ya hablaban del riesgo que esto significaba para el ecosistema.
Por culpa de este mismo fenómeno, es que ha aumentado la intensidad y masividad de la marea roja, ya que las altas concentraciones de de nitrógeno en forma de amonio, hacen que florezcan algas nocivas para todo el ecosistema marítimo chileno. Esta marea roja es al mismo tiempo la que tiene ahora mismo a Chiloé y a la industria pesquera artesanal agonizando, aunque el asunto va mucho, mucho más allá. ¿Recuerdan las 300 ballenas muertas en el sur?. Creo que aquí tenemos una pista del asunto.
Esto nos dice solo una cosa, y es que probablemente salmoneras son las únicas culpables de la paulatina muerte de especies marítimas en mares chilenos y cada noticia que veamos de animales muertos traídos por el oleaje, tienen una génesis similar.
Con todo lo anterior, parece que la anemia infecciosa del salmón (ISA) es simplemente un pelo en la cola, dentro de todas las cosas asquerosas que rodean la cría de esta especie.
https://www.facebook.com/bbcmundo/videos/10154285825164665/
El caso Fillet Oh Fish
Lo que les he contado hasta ahora, no tiene nada de nuevo, en serio.
El documental Fillet oh Fish reveló gran parte de estos problemas hace mucho tiempo atrás, y a partir de eso es que el mundo paulatinamente comenzó a tomar conciencia de la toxicidad del salmón, disminuyendo drásticamente su demanda, gatillando así la “segunda crisis” de la industria en nuestro país.
Fillet Oh Fish arranca mostrándonos un día normal en una granja de salmones noruega (donde desde a pesar de todo, asumimos que tienen estándares éticos y de calidad más altos que cualquier salmonera nacional), entendiendo ese día normal, como el sorprendente cóctel tóxico al que son sometidos los peces día a día para combatir la anemia infecciosa que usualmente sufren.
Más tarde un investigador toxicológico llamado Jerome Ruzzin hace un análisis de distintos grupos y marcas de salmones vendidos en noruega, y así es como se encuentra con una sorpresa poco grata: cinco veces más toxinas en el salmón que en otros animales disponibles en el mercado, partiendo de ahí toda una travesía acerca de qué hay detrás de esta industria, aunque lo que encontraron todavía podía empeorar.
- Peces desformados, por ejemplo, debido al uso de pesticidas que alteran su ADN generando mutaciones genéticas.
- Niveles anormales de grasa (donde además se almacenan las toxinas). Un salmón en estado salvaje tiene entre un 5 a un 7% de grasa, mientras que uno de granja va desde el 14 al 35%. (Paradójicamente los acuicultores afirman que la dieta de sus peces es superior nutricionalmente a la alimentación de los salmones en estado salvaje).
- Más tarde, se llevaron otra sorpresa, y es que la toxicidad del salmón no viene particularmente de su exposición a antibióticos o pesticidas, es más bien por culpa del pelet con el que lo alimentan, donde se encuentran dioxinas, PCBs al igual drogas y otros químicos en dosis inferiores.
Así fue como se reveló el secreto más rancio de la industria salmonera: La manufactura del pelet con el que se alimentan estos peces es el mayor problema, pues ahí es donde aparece la figura de MONSANTO.
La proteína que se le incluye al pelet vienen con un antioxidante llamado etoxiquina (químico baneado de la Unión Europea), un producto desarrollado por Monsanto en los años 50 como un pesticida, pero al que la industria alimenticia descubrió un mejor uso, y este era como antioxidante para evitar que alimentos en formato pelet se estropeara.
A partir de este momento, podemos iniciar todo otro punto acerca de la etoxiquina, ya que tiene sus propios documentales y detractores…principalmente agrupaciones animalistas que buscan proteger a nuestras mascotas, pero eso da para tanto, que creo es mejor compartirles este documental y las únicas conclusiones claras de todos los antecedentes: no debemos consumir salmón porque es tóxico, no debemos consumir salmón porque está asesinando nuestro mar y no debemos consumir salmón por un mínimo de respeto a los chilotes.