Desde Berlín: Catalina Saavedra y la interpretación de la precariedad humana

En entrevista con Pousta, conversamos sobre su personaje en la cinta “Marilyn”, que se acaba de estrenar en la 68 Berlinale.

Por Juan Francisco Riumalló

El pasado 19 de febrero se estrenó en la Berlinale la coproducción argentina-chilena “Marilyn”. Es la primera película larga duración del director Martín Rodríguez Larredondo. La cinta está protagonizada por el debutante actor argentino Walter Rodríguez y la actriz chilena Catalina Saavedra. Es su primera vez en la Berlinale. Pese a eso, dice estar más interesada en lo que está pasando afuera de las salas de cine. “Creo que Berlín es de las ciudades alemanas o europeas con mentalidad más abierta. Yo no siento esa adrenalina por el festival que tienen los directores, productores, o los encargados del área de negocios de las películas. Yo vengo, agradezco, participo en lo que me corresponde y luego me voy a conocer la ciudad”.

“Yo cada vez que leo en un guión que la historia está basada en hechos reales pienso en que quiero saber  qué fue lo que inspiró al director a escoger esta historia”.

“Marilyn” está basada en hechos reales. En el año 2009 la historia de este adolescente fue noticia en todo Argentina. La película transcurre en el campo, en donde los roles del hombre y la mujer están claramente definidos. Marcos es el hijo menor de una familia modesta. Su padre es el inquilino de un fundo. Ellos deben cuidar el ganado, ordeñar las vacas y encargarse de las labores del campo. De un día para otro, su padre muere. Él y su hermano deben ocupar su lugar. Al mismo tiempo, Marcos comienza a convertirse en Marilyn, explorando su homosexualidad a puertas cerradas, pero poco a poco debe empezar a lidiar con los comentarios del pueblo. La rabia y la frustración se van acumulando, hasta que explotan de la peor manera, como en una tragedia griega.

“Siempre las películas inspiradas en casos reales son bastante particulares. Yo cada vez que leo en un guión que la historia está basada en hechos reales pienso en que quiero saber  qué fue lo que inspiró al director a escoger esta historia”, dice Catalina Saavedra.

Martín Rodríguez Larredondo lleva casi diez años trabajando en el proyecto. Pocos meses después de que el caso saliera a la luz pública en Argentina, se entrevistó con los protagonistas de la historia real y viajó al pueblo donde se desarrollaron los hechos, para recabar detalles. “Marilyn” incluso le entregó su diario llamado “El sufrimiento por no ser igual”, que luego le ayudó a construir las escenas para la película.

Pese a haber un gran número de material de prensa y archivo sobre el caso, Catalina Saavedra quiso mantenerse alejada de estas fuentes de información, para construir su personaje y concentrarse sólo en el guión. “En general, para mí está todo en el guión y en el diálogo con el director. Eso es lo fundamental. Desde ahí yo realizo mi trabajo creativo en la construcción emocional del personaje. Mientras menos conociera del personaje real, era mejor para mí”.

“Pese a que los conflictos de esta historia son muy distintos a los del personaje de la película “La Nana”(2009), de Sebastián Silva, existen ciertas similitudes entre ambas mujeres, en términos emocionales”.

Olga es la madre de Marcos y es una mujer de campo, abnegada, cuya experiencia de vida se limita al pueblo donde vive, en la Provincia de La Plata. Poco a poco comienza a descubrir que a su hijo le gusta maquillarse y vestirse de mujer. Pese a que los conflictos de esta historia son muy distintos a los del personaje de la película “La Nana”(2009), de Sebastián Silva, existen ciertas similitudes entre ambas mujeres, en términos emocionales. “Siempre me ofrecen papeles así y a mí me interesa trabajar con ellos. En paralelo, tengo también otras instancias para experimentar otras cosas. Pero hay algo en la precariedad humana, de esa dificultad de ciertos personajes en el plano emocional que me los atribuyen a mí. El otro día alguien me dijo que tenía una cara así como de piedra”.

Catalina cree que el origen de estas dificultades emocionales, con las que debe lidiar su personaje en “Marilyn”, surgen desde la ignorancia y una educación precaria. Para ella, la ceguera de Olga, que no es capaz de ver e intentar entender la búsqueda sexual de su hijo puede ser un reflejo de la ceguera de sociedades como la argentina o la chilena. Especialmente en el mundo rural, que es donde transcurre la película. “Nuestra educación ha sido precaria. Yo veo estos países como Alemania, donde a los niños desde pequeños les enseñan a ser sensibles, partiendo por pasarles un instrumento. Tengo sobrinos franceses y alemanes y desde pequeños se relacionan con la naturaleza, con los museos, con el arte, la música. De ahí parte todo. Un ser sensible, emocionalmente sensible va a reaccionar de mucho mejor manera frente a algo distinto, diferente. Ya sea un hombre vestido de mujer, o dos hombres besándose, o dos mujeres tomadas de la mano”.

Pese a que reconoce que en los últimos años en Chile han habido avances en materia de diversidad sexualidad, se considera pesimista. “En Chile cambió todo luego de la Ley Zamudio, en donde el Estado por fin se pronunció a favor de proteger a los discriminados. Pero así y todo, tú ves que vuelven a ganar los conservadores, que incluso piden echar pie atrás en muchas de las cosas que en el plano valórico hemos avanzado”. En ese sentido, considera que el rol de este tipo de películas es fundamental.

Este año hay varias cintas sudamericanas que abordan temas de identidad de género en la Berlinale. Es el caso de “Bixa Travesty”, de los directores brasileros Claudia Priscilla y Kiko Goifman, que aborda la historia del ícono gay de Brasil, Linn da Quebrada. También está “Las Herederas”, que compite por el Oso de Oro de Berlín, del paraguayo Marcelo Martinessi. La película se centra en la historia de una pareja de mujeres lesbianas de 65 años, que deben lidiar con los prejuicios de una clase alta en decadencia. Para Catalina Saavedra, “hay gente súper capa y creativa que ha decidido concentrar su trabajo en este tipo de historias. Lo mismo ocurrió con Una Mujer Fantástica el año pasado. Ahí está la novedad. A pesar del conservadurismo de nuestros países, somos capaces de traer estas historias a instancias como la Berlinale”.

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