En este Día del libro hablaremos un poquito de ellos.
Lo primero que habría que decir es que están más de moda que nunca con la cuarentena. No tanto por ser leídos, sino porque todas las personas quieren aparecer con sus libreros y estantes detrás mientras les hacen una entrevista. Es como si la cultura se jugara en tenerlos ahí, donde todo el mundo los vea. Acomodar una buena edición del Quijote en un lugar que sea relevante; un par de libros en inglés para que se note lo bilingue; su Tolstoi o Dostoyevski para incluir a los rusos; y poemas! no pueden faltar los poemas.
En los extremos menos visibles están esos libros que alguna vez fueron adquiridos y hoy son parte del pasado, esos regalos que miraste con desagrado o esas compras con la cabeza gacha para que no vieran tu nuevo libro de Pilar Sordo. Un par de diccionarios y enciclopedias por el medio y estaríamos. Listeilor para hacerse el cool-intelectual. Pero no mi ciela, la cultura se juega en leerlos.
Es tanto el afán por demostrar la supuesta cultura que se inventan estantes falsos, se piden prestados o incluso, a todxs nos llegó la imagen de un fondo de cartón que parece librero y, aunque esa maniobra es de real desesperación, lo que vemos día a día no es muy distinto. Adornos que estarán años y años sin que su valor sea exprimido.
Por otro lado tenemos a lxs Tsundoku una denominación japonesa que se compone de 3 partes «tsunde», que significa apilar cosas; «Oku», que significa irse por un tiempo; y «doku», que significa leer. Básicamente es que tienes una pila de libros acumulando espacio y que nunca vas a leer. Esta vez no se trata de querer aparentar puramente la lectura, sino de una obsesión por poseer los libros. El problemas de eso, aparte de no leer, es la plata. Los libros en Chile pagan un 19% de impuestos, uno de los más altos del mundo que comparado con el 4% de Grecia, 5,5% de Francia, 2& de Suiza o 7% de Estados Unidos, hacen que la lectura, o al menos la compra de libros, sea un lujo.
Por eso se hace necesaria la democratización del saber. La democratización del acceso a la lectura. Para que los libros dejen de ser adornos que vemos en las espaldas de los entrevistados y puedan generar conocimiento en una sociedad que posee un bajo índice de lectura. En el Día del libro, Chile necesita políticas que permitan el acceso a ellos para todos y para todas.