¡Escuchen escuchen! ¿Ustedes saben cómo se inventó este copete? Yo te cuento.
- Santiago de Chile. Han pasado sólo un par de días del terremoto de ese año. Entonces dos reporteros alemanes entran al restorán El Hoyo, secándose la transpiración. Es marzo y el verano todavía no perdona. Los profesionales andan en Chile cubriendo las consecuencias y buscando historias sobre el evento sísmico recién ocurrido.
Eran ellos los que estaban a punto de hacer historia.
Los hombres toman asiento. Ahora quieren tomar algo más que eso. Piden dos pipeños. Guillermo Valenzuela se los sirve. Los alemanes prueban y desaprueban. Los tragos llegaron medios tibios. “¿Les podgia echag un poco de hielou?”, consulta uno de ellos con el típico ceño fruncido de quien recién acaba de tomar un trago semi caliente.
Valenzuela recoge los vasos y los lleva a la barra. Es un momento que pasará a la historia de la coctelería y la cultura etílica nacional. El mozo lo ha intentado en otras ocasiones, sólo Dios sabe por qué: echarle helado al vino de corto proceso de fermentación más conocido como pipeño. Pero nunca le ha resultado.
En contacto con el vino, el helado se cortaba. Pero no está vez. Esta vez la bola de helado cae de la cuchara hacia el fondo del vaso en un salto ornamental perfecto volviendo a salir a flote casi con los brazos en alto. Pero una pelota de helado no tiene brazos. Así que no.
“Fue obra del destino” dice Enrique Marambio, con más de 30 años trabajando como garzón en El Hoyo. Que se haya cruzado el terremoto del 85, que hayan enviado a dos periodistas buenos para tomar en horas de trabajo desde Alemania a reportear Chile, que justo a Guillermo Valenzuela le haya resultado su invento científico. Casualidad o casualidad, es difícil de decir. La cosa es que en el momento patentaron el brebaje como “terremoto”, brindaron con los comensales y cambiaron la historia de Chile para siempre. Lo más probable es que los alemanes ni se acuerden.
¡Salud!
*Estas hermosa anécdota la escribí el 2015 para El Dínamo, pero es bonito reflotarla cada 18 y quien sabe si al contarla alguien hasta te regale un terremoto.