Diego y Glot desaparecieron de nuestras vidas de forma tan sutil como llegaron, dejando un vacío imposible de llenar hasta el día de hoy.


Ser una bendición durante la primera década del nuevo milenio no fue tan malo como suponemos: teníamos 31 minutos -con toda la música y hits que eso implica- además de diversas producciones nacionales que se acomodaban a nuestros gustos como Pulentos y Villa Alegre.

Pero tener caricaturas made in Chile no es una tarea fácil porque la industria es pequeña, los horarios destinados al público infantil limitado y ni mencionemos lo difícil que debe ser competir con las series estadounidenses y japonesas.

Frente a estos riesgos, resulta comprensible que hoy en día la industria del entretenimiento infantil esté casi extinta, haciendo que nos preguntemos dónde quedó el espacio destinado a los niños que nacieron después del 2005. Quizás emigraron de forma directa hacia internet o Netflix, pero nos gustaría que, tal como lo hicimos nosotros, disfrutasen de un plato de cereal sin sellos mientras ven dibujos animados con personajes con los que se podían identificar en series nacionales.

Una de ellas, era Diego y Glot.

La serie se ambientaba en Santiago, en un barrio de clase media. Diego -su protagonista- estudiaba en el Liceo Arturo Prat y tenía varios sidekick: Violeta, Ismael, Danilo (el chistoso y responsable de la calidad de la serie porque acá los guionistas se lucieron) y Glot, su perro de color verde, muchas veces discriminado por ser quiltro.

La familia de Diego Plá era tan notable como los vecinos del barrio. Realmente nos encontramos con una serie que nos recordaba mucho a Hey Arnold por el desarrollo de la trama en un ambiente urbano y por presentar personajes carismáticos; resulta extraño la serie terminase sin algún tipo de homenaje correspondiente porque se lo merece.

En primer lugar, la serie puso sobre el tapete las tensiones existentes entre nuestro país y Perú por razones históricas abordando el tema de forma madura. El argumento racial no era tocado por la televisión de forma óptima siendo un programa infantil el responsable de ahondar en él logrando un éxito al hacerlo.


También era una serie con un humor negro que bordeaba en lo permitido para su público. Pero se agradece, porque las series infantiles ñoñas donde todo el mundo es feliz pasaron de moda incluso para la época de Diego y Glot y un producto nacional con tantas referencias culturales fue inédito.

Es bonito ver a los personajes paseando por Chiloé, ahondando en su mitología e incluso se puede ver un cameo de Los Prisioneros con tren al sur. Pocos famosos se salvaron de ser retratados de forma burlona en una época donde no teníamos memes.


Una de las parodias más impresionantes fue la realizada hacia Don Francisco. Lo trolearon dedicándole un capítulo entero donde incluso, le pusieron orejas de chancho.

Pero tal como comenzó la transmisión del programa sin publicidad la mañana del 3 de septiembre del 2005, terminó sin mayor parafernalia en julio de 2009 luego de tan solo dos temporadas.

Se especuló que fueron las demandas por plagio las que frenaron la producción para siempre, aunque esto se trató tan solo de un mito urbano. La verdadera razón tiene que ver con una amonestación por parte del Consejo Nacional de Televisión que retiró sus fondos de Canal 13 luego de que no se exhibiera la serie “Un país serio”, financiada con dinero del organismo.

Al retirar sus fondos, muchas producciones dentro de la parrilla infantil quedaron sin financiamiento, Diego y Glot dentro de ellas.

En resumen, Diego y Glot demostraba que no se necesitaba de grandes recursos para hacer televisión de calidad y si bien la producción lleva casi 10 años fuera de la parrilla programática, ha generado un público de culto que espera con ansias su retorno ya que no se pueden ver todos los capítulos por YouTube (lamentablemente).

¿Quién dice que se necesita de teleseries de grandes producciones para volver a encaminar a la televisión nacional a un buen carril? Quizás la respuesta para la crisis del rating es escuchar la voz del pueblo y darle al público todos los capítulos de Diego y Glot que se requieren (y no olvidemos tampoco a Los Pulentos).