El hallazgo e investigación se publicó esta semana en la sección Reportes Científicos de la revista Nature.
El dinosaurio fue bautizado como “Bajadasaurus pronuspinax”, era herbívoro, medía 9 metros y fue encontrado en el norte de la Patagonia Argentina, específicamente en Neuquén, lugar conocido como el “Parque Jurásico” de Sudamérica por la gran cantidad de dinosaurios que se han encontrado (más de 250 especies).
El Bajadasaurus es de la familia de los dicreosáuridos y se diferencia de otros dinosaurios por tener espinas como continuación de sus vértebras. Pasaba la mayor parte de su tiempo alimentándose de pequeñas plantas que estaban en el suelo y sus ojos, que estaban muy arriba de su cráneo, le permitían ver todo lo que pasaba a su alrededor.
“Creemos que las largas y puntiagudas espinas, extremadamente largas y finas, en el cuello y la espalda de Bajadasaurus y Amargasaurus cazaui (otro dinosaurio) debían servir para disuadir a posibles predadores”, comentó Pablo Gallina, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Fundación Félix de Azara de la Universidad Maimónides.
Otras de las hipótesis planteadas, son que las espinas funcionaban como vela para regular la temperatura corporal, que podía ser una especie de cresta de exhibición para llamar la atención de las hembras o que podrían ayudar a sostener jorobas carnosas entre ellas para almacenar reservas.
Maqueta de “Bajadasaurus Pronuspinax'”en el Centro Cultural de la Ciencia. EFE
El Bajadasaurus Pronunspinax vivió hace aproximadamente 140 millones de años, por lo que la Patagonia era completamente distinta a como es hoy, partiendo porque no existía la cordillera de Los Andes y el clima también era más cálido.