Con la llegada de la pandemia y el aumento de exposición a pantallas los ciclos de sueño se alteraron. Pero, ¿cuál es su verdadero impacto en nuestra salud? Según una investigación reciente de Harvard, las personas que se despiertan más temprano, reducen notablemente el riesgo a tener depresión. Hablamos sobre la importancia de la noche con Miguel Acevedo, académico de la Escuela de Medicina de la U. Mayor. Nuestra recomendación es que no te duermas, porque se viene bueno.

¿Qué tienen en común la explosión de Chernobyl y el accidente de Bhopal en India? Ambas catástrofes ocurrieron de noche/madrugada. Parece ser que el sueño y el buen dormir son clave para estar alerta. Es más, hay evidencia de que la técnica milenaria de totura de privación de sueño mantenía en un estado de alarma a las personas prisioneras hasta que se desplomaban. 

“Desde hace tiempo tenemos claridad de la relevancia del sueño y dormir como un proceso que puede causar salud o trastornos importantes”, explica Miguel Acevedo, académico de la Escuela de Medicina de la U. Mayor. Recientemente, investigadores de la Universidad de Harvard, MIT y Colorado concluyeron que irse a dormir una o dos horas antes reduce el riesgo de depresión y que las personas madrugadoras tienen un 23% menos de posibilidades de sufrir depresión clínica

La alteración del ciclo del sueño comenzó cuando se inventó la luz artificial del alumbrado público, a principios del siglo pasado. “No somos conscientes del impacto gigantesco que ha tenido en nuestro estilo de vida”, comenta el académico, “Generó una alteración irreversible de nuestro sistema nervioso central. Contar con oscuridad derivada de la noche es una señal potentísima para nuestro cerebro en cuanto a hormonas de funcionamiento del organismo”. 

Cuando los ojos captan luz, el cerebro comienza a liberar hormonas de activación, como el cortisol, la adrenalina o la serotonina. “El cortisol, por ejemplo, forma parte de las hormonas que inician la actividad muscular y aumentan la frecuencia cardiaca. En este ciclo surge la idea de reloj biológico”, asegura Acevedo. Una vez que estos químicos son liberados es cuando se tiene un mayor rendimiento intelectual y un nivel más elevado de competencia; usualmente en la mañana. 

“Pero en la noche, dada nuestra naturaleza de animales diurnos, somos más incompetentes en esos horarios”, sostiene el experto. Es por esto que las personas que desarrollan trastornos del sueño al realizar turnos laborales nocturnos son más propensas a tener desajustes psicológicos, que pueden derivar en trastornos neuróticos o depresivos, por ejemplo; a diferencia de quienes ajustan su ritmo de sueño y vigilia a su reloj biológico y al ritmo solar. El académico señala que la minería y la salud son las áreas donde esto ocurre con mayor frecuencia.

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Y ojo, que las horas de sueño ideales para tener un descanso adecuado no tienen un mínimo o un máximo establecido por la comunidad científica. “Tampoco es una cifra homogénea y estable de por vida. Los bebés recién nacidos duermen todo el día y se despiertan para comer y a medida que van creciendo sus horarios de sueño se hacen más cortos y espaciados, y aumenta la actividad diurna”, explica Acevedo. Eso sí, aconseja que no duermas menos de seis horas, ya que de lo contrario, “tienes más probabilidades de desarrollar trastornos psicológicos en comparación con los que duermen más de siete”.

¿Y qué pasa con el mito de las pantallas y su efecto en nuestra higiene del sueño? Todo está bien mientras que la luz artificial, o luminancia como dice el académico, no supere a la natural. Y una vez que te vas a dormir, tienes que apagar las luces y, si es posible, cerrar tus cortinas. “Esa ausencia de luz puede generar que mi cerebro empieza a equilibrarse con las hormonas y nos permita tener un sueño recuperador, que es todo el sentido del dormir”, dice.