¿Has comprobado el alivio de algunos días depres con algún método? ¿El chocolate, la música, el ejercicio?

Chris Nelson, es un colaborador en la revista Details (que lamentablemente cerró) y te contamos desde su experiencia, qué papel jugó el ejercicio en su lucha contra la depresión.


Cómo el ejercicio me ayudó a luchar contra la depresión

En tiempos en que existe una píldora para casi cualquier enfermedad, fue el gimnasio lo que me ayudó a salir de mis días más oscuros

El ejercicio no puede curar mi depresión. No puede hacer mucho más que un terapista o mis pildoritas de Escitalopram, tampoco evitar el dolor que siento cada vez que soy consciente de que me hago mierda cada. Sin embargo, el ejercicio me ayuda a contenerla.

Comencé con levantamiento de pesas antes de que me diagnosticaran “depresión mayor”, una desafortunada deficiencia de serotonina a la cual tengo una predisposición genética.

Comencé con levantamiento de pesas antes de que me diagnosticaran “depresión mayor”, una desafortunada deficiencia de serotonina a la cual tengo una predisposición genética. Accedí a la ayuda médica hace poco más de un año, mi terapista y mis pastillitas empezaron a remodelar una perspectiva deprimente que había cultivado por años de una depresión no diagnosticada. Aún con la ayuda de los medicamentos, había días en lo que mis pulmones se sentían llenos de amargura no desaparecían. Los días como esos ya no eran tan seguidos, pero las recaídas continuaban y era en esos días en los que el gimnasio era una ayuda para mi depresión, una mejor que cualquier otra.

No me refiero a otro tipo de mierdas que ya he escuchado, como “La endorfina liberada por el ejercicio realmente me ayudó, ¡te ayudará a ti también!”, tal como lo hace el resto del mundo. Aprecio las endorfinas y lo su acción en nosotros, no lo niego.

Ejercicio para combatir la depresión
Victor Freitas/Unsplash

Entiendo cómo un régimen de ejercicio constante puede ayudar a reducir el estrés y sinceramente creo que mi rutina semanal me ayudaba a lidiar con la mierda diaria. Sin embargo, para esos días en los que apenas podía salir de la cama, mi rutina regular requería de algo más, algo mejor, algo brutal: series de muchas repeticiones que me hicieran sentir como con una metralleta que disparaba justo a mi corazón y hacerlo estallar (lo que era la idea).

Entonces, para cuando es más difícil lidiar con la depresión, encuentro consuelo solo llevando al límite mi cuerpo. No se trata de la forma más inteligente ni la más segura de ejercitarse, lo admito, pero qué importa si era mi escape cuando lo necesitaba”.

Las aflicciones físicas y emocionales, pese a que están indisolublemente atadas, se sienten muy diferente. Para mí, la última casi siempre superaba la anterior. Entonces, para cuando es más difícil lidiar con la depresión, encuentro consuelo solo llevando al límite mi cuerpo. No se trata de la forma más inteligente ni la más segura de ejercitarse, lo admito, pero qué importa si era mi escape cuando lo necesitaba.

Comencé con dos ejercicios simples, con pull-ups y push-ups, con un poco de bici entre las series hasta que no podía hacer ni una repetición más. También podía pasar a ejercicios con mancuernas; la utilizaba para las sentadillas, levantamientos de cualquier tipo. El peso era el mismo para todos los ejercicios y los hacía hasta que no podía más. Obviamente, las repeticiones para las sentadillas iban a ser mayor que para los levantamientos, pero ese no es el punto. Sí lo es sentir que la presión de mis brazos es tan alta y sentir que si levantaba otro peso, vomitaría. Cuando eso pasaba, golpeaba la punchball por el tiempo que pudiera mantener los brazos en alto.

Y cuando no daba más, cuando alcanzaba mi umbral máximo, no podía hacer más que sonreír. Por lo mucho que me había esforzado, no podía sentir ni una pizca de aquel sentimiento que me había llevado al gimnasio en un primer momento. Tal vez el ejercicio no pueda curar mi depresión, pero puede sacarme de los peores días, cuando ni mi terapista ni mis pastillas son lo suficiente.