Ivanka Trump fue la encargada de conducir el show de inauguración de la embajada de USA en Jerusalén mientras a pocos kilómetros ocurría algo que la ONU calificó de “matanza indiscriminada”.

Tensión, en la definición de la RAE que tiene que ver con el tema que nos convoca dice que es un “Estado de oposición u hostilidad latente entre personas o grupos humanos, como naciones, clases, razas”.

Ahora, “latente”, significa, según la RAE también “oculto, inactivo”.

Y me van a tener que perdonar pero matar a casi 60 personas (entre ellas un bebé y cinco niños) y dejar heridas a otras 2000 parece bastante condenadamente lejos de “hostilidad latente”. Si me preguntan a mí eso es totalmente el antónimo de latente, que vendría a ser “explícito” o “patente”.

Pero basta de etimología y vamos a los hechos, que son bien duros y difíciles de tragar, como una piedra, pero no por eso menos ciertos.

Es que es para pescarse la cabeza a dos manos. Por un lado, mientras corrían los canapés y las copas de champaña, inauguraban con bombos y platillos en Jerusalén la embajada de Estados Unidos en Israel. Ese es justamente el punto, Jerusalén es quizá el epicentro del conflicto que mantienen hace más de un siglo Palestina versus la ocupación de Israel.

La decisión de Donald Trump de poner ahí la embajada de su país, que anteriormente estaba tranquilamente en Tel Aviv, la tomó el año pasado pero el mundo entero esperaba ilusamente que entrara en razón y echara pie atrás, cosa que por supuesto no hizo. Cuando anunció sus planes, desde medio oriente le hicieron saber que eso podría significar un estallido de “fuego interminable”.

Y lo que pasó no fue menos terrible que lo vaticinado, porque además Trump escogió como fecha de inauguración probablemente el día más sensible para los palestinos, que es cuando se conmemora un nuevo aniversario de la Nakba.

Mientras como te contaba, corría la champaña y los canapés e Ivanka Trump celebraba la inauguración del ultra moderno edificio, a pocos kilómetros de ahí ocurría lo que la ONU calificó como una “matanza indiscriminada”, que hizo a Ruper Colville, portavoz de la organización, “quedar en shock” y declarando a los medios: “Parece que cualquiera puede ser asesinado o herido; mujeres, niños, reporteros, personal de primeros auxilios, si se acercan a más de 700 metros de la valla. Dispararon a un amputado doble, ¿que amenaza es un amputado?”.

Mientras a través de un video, Trump padre hacía un salud y celebraba con los asistentes a la ceremonia la inauguración (porque por supuesto prefirió no ir en persona pero sí enviar a su hija) a pocos kilómetros llovían balas y bombas lacrimógenas como represión a las protestas de los palestinos a la salvajada del presidente de Estados Unidos, una que provocó la jornada más violenta en los últimos años y que marcó un retroceso incalculable en los pequeños pasos hacia la paz que se pudieron haber dado en los últimos años.

La imagen es de una brutalidad extrema, piedras y gritos vs balas y bombas.

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