Gladys Bravo, campeona nacional de Body Fitness 2021, es una competidora como ninguna otra: en Chile es la única de la tercera edad. A sus 69 años, divide su tiempo entre exigentes rutinas deportivas, ser mamá, abuela, influencer y embajadora de marcas. En esta entrevista, la “abuela fitness”, como es conocida en redes y como a ella le gusta que la llamen, habla de las críticas que ha recibido por su cuerpo y advierte que “las mujeres de la tercera edad, sí podemos hacer otras cosas”.
Fotos Camila Castillo Ibarra
Si se busca en Google “Los 50 años en la mujer” los resultados son desalentadores: la mayoría de las entradas habla de los sofocos, dificultad para dormir, dolor corporal, sequedad vaginal, alteraciones en la menstruación e irritabilidad. Aparecen anuncios de vitaminas para los años difíciles y libros para enfrentar la edad madura de la mejor forma. Pero para Gladys Bravo (69), la edad dorada le trajo triunfos. Empezó a los 55 años a entrenar en el gimnasio y hoy es la campeona nacional 2021 de Body Fitness, una rama atlética del fisicoculturismo.
“Hoy me siento más mina, más seductora. Antes era más tímida, pero ahora soy otra persona”, confiesa.
En noviembre, días antes de presentarse en Argentina al Campeonato Sudamericano de Body Fitness, donde consiguió el segundo lugar, Gladys está sentada en el living de su casa, ubicada en Peñalolén. No suelta su botella con un litro de té. Es el único líquido que bebe cuando se prepara para competir. Más tarde, a la hora de la cena, comerá una papa cocida y ensaladas. “La gente cree que no como nada, pero es todo lo contrario. Ahora es por la competencia, pero me gustan mucho las tortas. También me tomo un pisco sour con mis amigas”.
Gladys pesa 55 kilos y solo tiene un 8 por ciento de grasa corporal. Viste zapatillas deportivas, calzas negras y polera sin mangas. Ropa que muestra su tonificada figura. Se le marcan los músculos de las pantorrillas, los del torso, abdomen y brazos, incluso su cuello se ve fuerte.
“Soy de una generación conservadora, más a la antigua. No tenía muchas libertades, pero hubo un despertar en mí. Se me fueron abriendo caminos y descubrí la fortaleza y fuerza que tenía. La gente suele pensar que las personas de la tercera edad están casi obsoletas. Esos comentarios no hay que escucharlos. La vida es una sola, entonces hay que vivirla como uno quiere, no como los demás desean”.
Cuando Gladys se quedó sin trabajo en 2008, cuenta que fue como un reset. Tenía 55 años y dice que intentó reinsertarse en el mundo laboral, pero no era lo mismo. “Por mi edad, ya no me pagaban igual que antes”, recuerda. Y allí, en medio de la crisis de la mediana edad, Gladys pensó en que ya lo había hecho todo: sus hijos estaban titulados, eran independientes y ella no quería quedarse encerrada en la casa sin hacer nada.
Entonces decidió ir con un personal trainer. Después de un par de años trabajando juntos, su entrenador le planteó una opción reveladora. “Me preguntó si no había pensado en competir. Lo miré y le respondí: ‘¿Yo? Pero si estoy pa’ la cagá’”, relata riendo Gladys. “Pero él me insistió, decía que sí tenía las condiciones, que podíamos entrenar duro y ver el tema de la alimentación. Y como a mi me gustan los desafíos, lo acepté”.
En poco tiempo comenzó a ver los cambios. “Me sentí fascinada. Me di cuenta que sí se podía hacer. Había que trabajar harto, pero sí se podía. Además, mentalmente te sientes mejor, estás más lúcida, te sientes más alegre porque generas endorfinas. Una anda más contenta por la vida”.
Sin embargo, el cambio en su vida la hizo enfrentarse a los cuestionamientos de los demás. Con su cuerpo más tonificado, las personas se sentían con la autoridad de decirle que su imagen se veía más masculina, cuenta. El primero en dudar de su disciplina: Néstor, su marido.
“No estaba muy de acuerdo, era un cambio radical. Me decía que esto no tenía nada que ver con lo deportivo, como el básquetbol. Insistía que no era algo para mi edad porque me podía enfermar, mis huesos se podrían dañar o que iba parecer un hombre”.
¿Qué le respondió?
“Que se quedara tranquilo, que no se preocupara por esas cosas. Si yo me siento bien, lo voy a hacer igual. Después de hartos años de matrimonio, tomo mis propias decisiones (ríe). Y así ha sido, no me he enfermado ni he ido al doctor. Nunca me he lesionado con el peso de las cargas, ya que aprendí bien la técnica. Soy una mujer cuidadosa y si me siento cansada, escucho mi cuerpo y descanso. Esto no es algo de vida o muerte”.
Mientras daba sus primeros pasos en el body fitness, Gladys Bravo conoció a Mauricio Peter, campeón nacional y sudamericano de la disciplina, quien la ayudó en su entrenamiento. En su primera competencia, Gladys recuerda que no logró clasificar ni en el top five. Luego, en 2019, estuvo en el Sudamericano de Quito, donde obtuvo el quinto lugar. Hasta que comenzó a subir de puesto en torneos nacionales y de Sudamérica.“El mismo jurado me decía que en cada competencia, iba mejorando, entonces me motivaba”, explica.
Durante sus rutinas en el gimnasio, Gladys asegura que muchas mujeres empezaron a pedirle que las entrenara. Pero no podía, ya que no contaba con la certificación de entrenadora personal. Con 63 años, Gladys volvió a estudiar y era la mayor del grupo. “El que se quejaba de los ejercicios, el profesor siempre les respondía: ‘Si la Gladys puede, ustedes también’”.
Bravo obtuvo su certificado de personal trainer y comenzó a dar clases en su gimnasio. Al principio tuvo dos alumnas: sus amigas. Ellas le recomendaron que se metiera a las redes sociales, donde podía conseguir más alumnos. Se creó una cuenta en Instagram y Facebook mostrando el avance de sus rutinas y entregando consejos. “Fue un mundo completamente nuevo para mí”, dice la atleta.
Sin embargo, confiesa que el boom de su trabajo fue gracias al periodista Iván Núñez, su alumno de esa época. Él consiguió que el matinal de Chilevisión mostrara su historia. Horas después de salir en televisión, cerca de tres mil personas comenzaron a seguirla en sus redes.
“En Chile no hay otras mujeres con mi condición física y edad, lo que llama la atención de las personas. Pero también genera motivación”
¿Le costó manejar el impacto que tuvo?
“Fue inesperado y tuve que aprender varias cosas. No sé tanto, pero me las arreglo igual. Me falta actualizarme en algunas cosas. En una oportunidad, comenté que me gustaba la diversidad, pero me refería a la ropa. Después, en los comentarios, alguien me preguntó si era lesbiana. No entendía por qué me preguntaba y mi hijo me explicó que hoy la palabra diversidad se usa más en el ámbito de la diversidad sexual”.
¿No se encontró con el lado oscuro de las redes sociales?
“Sí, muchas están en contra de lo que hago. Pero son muy pocas. Generalmente son señoras un poquito amargadas, como les digo yo. A veces me ponen ´qué asco´, pero no les presto atención. No les contesto”.
Quizás esas mujeres encuentran que es “poco femenino” la musculatura.
“Yo no hablo del cuerpo de otras mujeres y nadie debería hacerlo. Independiente de que si es deportista o no. Todos merecen ser respetados.”.
¿Se considera feminista?
“¡Por supuesto! Me encanta el feminismo. Me hubiese gustado ser parte del movimiento cuando era más joven. Apoyo a todas las mujeres y la inclusión de diversidad. Uno tiene que ir creciendo con las generaciones, modernizarse. Ha costado cambiar el rol de la mujer, pero también se ha logrado mucho”
¿Cree que las mujeres de su edad también van creciendo y aprendiendo de las nuevas generaciones?
“Sí, por eso ya no existen tantos matrimonios conversadores. Ahora la gente quiere vivir su vida. Es mejor estar solo o sola y hacer las cosas que a uno le gustan. Nadie tiene que sentirse amarrado a alguien. Pero me gustaría que muchas empezaran a creer en ellas, no solo en el deporte, si no en todo lo que les guste. La gente tiene que darse cuenta que, las mujeres de la tercera edad, sí podemos hacer cosas. Hay que dejar de estigmatizarnos”
¿Le han ofrecido canjes o ser embajadora?
“Yo no busco ni ando pidiendo cosas. Sí me han llegado canjes de ropa deportiva, pero es algo de mi área. Doy a conocer marcas para mis seguidores. También tengo un convenio con una clínica estética que me inyecta vitaminas y un poquito de botox. La cara no puedo ejercitarla (ríe)”.
¿Le gusta el apodo abuela fitness?
“Es que ya me etiquetaron así. Al principio sí, incluso, algunas personas se molestaban porque me decían abuela, cuando en realidad no tengo nada de abuela. Pero es porque la gente tiene un concepto con la definición de la palabra “abuela”, ya que se imaginan a la señora de edad que cuida a sus nietos y que tiene un moño en el pelo. Y la verdad es que sí soy abuela. Tengo dos nietos y no lo puedo negar. En realidad, ya no me molesta porque soy una abuela moderna, soy la abuela fitness de Chile”.
Al comenzar la pandemia, Gladys enfocó su mente en una sola misión: ganar el Campeonato Nacional de Body Fitness 2021. Su preparación debe ser semanas antes del evento, tiempo en el que preparar su cuerpo, tanto en el ámbito físico como nutricional.
Su entrenamiento, de tres veces a la semana, se reemplaza por ejercicios diarios y un trote de siete kilómetros. Sobre su alimentación, elimina varios carbohidratos y empieza a “desintoxicar” su cuerpo con diuréticos. De las cinco comidas que tiene al día, alguna puede ser una papa y media, ensaladas o pollo. También puede comer siete espárragos, 150 gramos de pescado y una porción de nueces. “Un día antes de la competencia viene la comida de carga, que suele ser una pizza o un pastel, para que el cuerpo se inflame un poco”.
¿Le costó adecuarse al cambio de comidas?
“Al principio sí, pero ahora estoy acostumbrada. Me encanta el pan tostado con mantequilla, soy bien sencilla para mis cosas. También el bistec con papas fritas. Soy una persona normal, igual que el resto. Lo que pasa es que tengo que cuidarme cuando voy a competir”.
¿Su marido cambió la opinión que tenía sobre el body fitness?
“Sí, él es el primero en apoyarme. Me acompaña a todas las competencias y me saca fotos. Mis hijos también. Están todos orgullosos de mí”.
Usted dice que hoy se siente más atractiva que en su juventud. ¿Ha cambiado la relación en su matrimonio?
“Sí. Hay cosas que uno asume, cosas por las que ya no peleas porque te conoces más. Mi marido me ayuda bastante. Se preocupa de mis comidas, sabe qué puedo comer. Uno agradece todo eso porque es mi principal apoyo, el más importante. A lo mejor podría hacer todo sola, pero si tienes a tu familia que te apoya, es mucho mejor”
¿Y en la sexualidad?
“Funciona igual que el deporte. Le digo: ´más, más´. Mejor que no se acerque a mí (ríe)”.
El 21 de noviembre, en el Campeonato Nacional de Body Fitness, Galdys obtuvo el primer lugar en su categoría. El segundo puesto lo sacó una mujer de 45 años. Con el triunfo, Bravo clasificó a los Sudamericanos, en Buenos Aires, Argentina.
¿Le gustaría tener competidoras de su edad?
“Obvio po’, para tener con quién competir. En Chile no hay mujeres de mi categoría y con 69 años. Parece que en el Sudamericano me voy a topar con un par de mujeres cercanas a mi edad. De todas formas, es un doble mérito y orgullo. Todo eso me va dando seguridad, pero mi idea no es andar paradas en los escenarios, no me siento parte del mundo del culturismo, tampoco me gusta mucho”.
El pasado 3 de diciembre, en Buenos Aires, Gladys Bravo obtuvo el segundo lugar en la Competencia Sudamericana. Allí, emocionada, relata que compitió con una mujer paraguaya de 68 años.
“Quedé muy contenta, me sentí emocionada por representar a la mujer chilena. Estaba feliz de haber encontrado una partner de mi edad para competir”, agrega desde Argentina.
Sin embargo, confiesa que ahora dejará las competencias por un tiempo. “Estuve en varias e igual esta disciplina es agotadora. Quiero cerrar un ciclo, descansar. Quiero hacer mis cosas normales y seguir entrenando con mis alumnas. Quizás, más adelante, me sume a otra competencia importante”. Gladys sigue en la carrera.