La última película del cofundador de Studio Ghibli Isao Takahata, quién murió este 2018, será exhibida durante dos días en Cinemark, entre el 6 y 7 de agosto en salas seleccionadas.

Adaptar una historia oral que ha sido contada miles de veces y hacerla original es un desafío que no todos pueden hacer, pero para Studio Ghibli es una tarea que se toman con ganas. Las leyendas japonesas, esas que llevan siglos y siglos pasadas por generaciones hacia las otras, son la inspiración del icónico estudio de animación japonesa y que llevaron a la perfección en “El cuento de la Princesa Kaguya”.

El film, que fue estrenado el 23 de noviembre de 2013 en Japón, fue el último de Isao Takahata, el cofundador junto a Hayao Miyazaki de Studio Ghibli. Antes de eso, alcanzó la fama al dirigir “La tumba de las luciérnagas”. De eso han pasado 30 años, y gran parte del éxito del estudio fue cementado por Miyazaki, o simplemente Takahata se tomó más su tiempo en crear clásicos de la animación.

Se demoró más de 10 años en lanzar una película (la última antes de esta fue “Mis vecinos los Yamadas”), pero todo lo preciosa que es te hace olvidar el tiempo que pasó entre una y otra. Los dibujos son preciosos, los colores en acuarela te quitan el aliento y el trazo mucho más libre que en otros films de Ghibli la hacen especial. Te llega directo al corazón.

Basada en “El cuento del cortador de bambú”, que data del siglo X, “El cuento de la Princesa Kaguya” es cuenta la historia de un anciano que encuentra a una pequeña princesa que floreció desde un tallo de bambú. A pesar de la rareza de la situación, el cortador y su mujer adoptan a esta niña que crece a un ritmo incontrolable, y que a pesar de no ser de su sangre, la aman como hija.

Los niños que viven alrededor de su casa saben que la niña es especial. Aunque no sea una lugareña, la niña crece siendo una chica de campo, que juega con sus amigos todo el día por el campo. Todo iba bien hasta que el cortador de bambú se encuentra con un tallo lleno de oro y piensa que lo que debe hacer es construir un palacio a la capital para que sea una princesa.

Es obvio que este es un cuento del tipo “pez fuera del agua”: Kaguya, cuyo nombre es elegido cuando ya vive en el palacio, siente el aislamiento y resiente el alejamiento de su entorno y amigos, y no quiere estar ahí. El que su padre haya creído que su felicidad dependía del pertenecer a la realeza, de estar rodeada de riquezas y hombres que harían cualquier cosa por ella fue el gran error. El espíritu libre de Kaguya se siente reprimido hasta la depresión.

La verdad es simple: Kaguya no pertenece a este mundo; viene de la Luna y es ahí donde quiere regresar, a pesar de que en la Tierra queden todos sus seres queridos. Es devastador y doloroso pensar que una película de animación no tome la ruta del final feliz, pero estamos hablado de Studio Ghibli: la felicidad no siempre se apega a la realidad, por más fantástica que esta sea.

Ver esta película en pantalla gigante es una maravilla que también puedes disfrutar, porque Cinemark junto a Miniso Chile decidieron presentarla durante dos días de agosto, el 6 y 7, en cines seleccionados: Alto Las Condes, Mallplaza Trébol, Portal Ñuñoa, Mallplaza Vespucio, Espacio Urbano Viña del Mar y Mallplaza Arica. Por favor, no te la pierdas, porque su belleza vale cada minuto de esas más de 2 horas que dura.