Standly es el fenómeno del momento, y a pesar de que sus hits van por las nubes, dice tener los pies firmes en la tierra. Cuenta que el reconocimiento tiene sus costos y que está dispuesto a asumirlos para cumplir su meta: que sus canciones suenen alrededor del mundo. Aquí habla de su pasado como escolar, lo que piensa de la vida en pareja y la llegada de la fama.
Camilo Paredes cuenta que era “el flaite del curso”, pero que, a diferencia de lo que culturalmente se cree al respecto, egresó con promedio 6,7 final, siendo el mejor de su generación. Hasta ahí, ese hito era uno de los orgullos más grandes de su vida, antes de convertirse -en noviembre del 2021- en uno de los chilenos más escuchados de la escena urbana: sólo en unos meses alcanzó 3.9 millones de reproducciones mensuales en Spotify y casi 80 millones de views en Youtube.
Esta es una de las pocas entrevistas que ha dado. Parte explicando que su nombre artístico, Standly, fue creado con las iniciales de cada uno de sus cinco hermanos. Y advierte, según él, que será la última conversación que tendrá con los medios. Al menos por un tiempo.
Con un buzo personalizado con su nombre junto a signos de pesos, Standly llega acompañado con su crew H$G, directamente desde San Felipe, Valparaíso, el pueblo que lo vio crecer. Tiene 19 años, pero aparenta mucho menos. Su cara risueña, ojos rasgados y su cuerpo menudo contienen una personalidad fuerte e irreverente.
“En primero medio conocí al Fabri, un amigo que me mostró el mundo de la música”, relata, “Era rapero, tenía un estudio en la casa y un viernes después del colegio fuimos y grabamos mi primer tema que se llama ‘Desde Cero’”.
Standly confiesa que no tenía un plan B cuando saliera de cuarto medio, a pesar de las buenas notas. Era la música o era la calle, pero no quería estudiar. Y según Forbes, esta es la generación que prioriza el hacer, que la academia. Por ejemplo, el 51% de los encuestados para el reportaje Cómo la generación Z está moldeando el cambio en la educación dijo que aprenden mejor mediante la práctica.
Nada en bandeja
“En el colegio, mis amigos me pedían que les soplara en las pruebas y yo les decía que no, porque era por su propio bien. Yo les enseñaba, les decía que estudiaran. ¿Cómo yo les iba a regalar todo?”, cuenta mientras sus amigos que lo acompañan asienten y se ríen de la anécdota.
Lo mismo pasa con su familia y sus hermanos, que confiesa son su mayor motivación para seguir trabajando. “Les compro sus cosas, pero no todo tampoco, porque a veces siento que entregarles todo en bandeja es una mala enseñanza. Cuando ellos crezcan también tienen que esforzarse”, sostiene.
A Standly le ha tocado duro. Sus primeras semanas en Santiago, las pasó trabajando, haciendo shows y durmiendo dentro de un auto, porque no tenía donde quedarse. Hoy, un poco más establecido, su día comienza cuando el sol se esconde, encerrado en el estudio durante toda la noche, produciendo y haciendo temas para que se vuelvan un éxito como la gran mayoría de los que ha sacado. También le toca lidiar con el precio de la fama: la pérdida de la privacidad y el estar lejos de su familia, confiesa, es lo que más le ha afectado.
“No veo mucho a mi familia y cuando lo hago es por muy poco rato: una hora o a veces menos. Me dicen que me echan de menos y yo también, pero tengo que estar acá en Santiago, trabajando. Ese es el costo de hacer música, no tengo tiempo para nada”, dice mientras toma un respiro, “Es bacán la fama, pero tiene sus consecuencias”.
Dice también que la fama es rara y que a veces siente que todo es tan falso, “de plástico”. Muchas veces ha tenido que forzarse a sí mismo a mostrarse feliz frente a la gente, cuando la realidad es completamente distinta. “Hay días en que simplemente no estás de ánimo, pero lo veo como una obligación, algo que tengo que hacer porque ya estoy en esto”.
En este camino de autoexigencia que Standly ha forjado, y del que dice estar contento, pero no satisfecho, se ha encontrado con otros baches, aquellos que involucran la salud mental. “A veces la ansiedad o quizás la depresión (ninguna de ellas diagnosticada por un especialista) no dejan avanzar, son muchas cosas las que hay que pasar. Hay que ser fuerte de mente, aguantar un montón de cosas, todo lo que conlleva ser un artista que esté pegao”.
Es esto mismo lo que, dice, lo lleva a fumar marihuana, para despejarse y relajarse un rato. “Como que te libera y te pones a pensar brígido”, cuenta. Y pese a que sus canciones, al igual que muchas otras del género urbano chileno, hablan de drogas duras, dice que no le gustan y que solo las incluye en sus letras porque saben que esa es la forma de que se masifiquen más rápido. “Me di cuenta que igual llego a niños y público más chico, así que en mis temas nuevos estoy intentando no hablar tanto de eso, ni de weas longis, porque quiero que mi música suene y se entienda afuera. Estoy pensando mundial”.
De Tiktok al mundo entero
Su primer hit que se viralizó en Tiktok fue ‘Mi Gata’, donde siguen apareciendo miles de videos de personas bailando los pasos que él mismo había subido en un video y que jamás imaginó ver tantas veces replicado. Luego llegó el turno de ‘Pégate’, que alcanzó incluso a personajes como ‘El Coreano Loco’ que lo catalogó como “el Rauw Alejandro chileno”.
“Justo después de subir el video me borraron la cuenta porque yo subía muchos videos con pistolas y cuando me abrí otra cuenta caché que se había hecho viral, repostearon mi video y explotó en Tiktok”.
Era el paso que necesitaba para lanzarse, tiene potencial y lo sabe. Dice que el 2023 va a ser su año y por eso mismo lo tiene tatuado en su brazo izquierdo, junto a un avión con las iniciales de su crew H$G, decretando la internacionalización de su carrera. “Siento que voy a pegar afuera, y va a pasar. Voy a cantar en otros países, voy a viajar, voy a conocer caleta de lugares, Me van a escuchar en el mundo”.
Y para alcanzar su meta profesional revela que “no está ni ahí con pololear”. Dice estar enfocado únicamente en su trabajo. “Tengo que cuidarme, porque no faltan las minas mal intencionadas, que siempre quieren sacar provecho. Y no solo minas, gente que se acerca en la volá de amigos, pero yo noto al toque con las intenciones que vienen. Por ahora las mujeres son una distracción, una pérdida de tiempo para mi carrera”.
El cantante se define así mismo como una persona inteligente, feliz y humilde. En sus metas tampoco está llenarse de joyas de oro o ropa cara, dice que eso es para después, por ahora el sueño de la casa propia y el auto serían sus prioridades. “Quiero una casita en el campo, un campo con playa. ¿Dónde hay campo con playa? En Pichilemu. Ahí podría tener caballos, salir a pescar, hacer de todo”, mientras con su grupo de amigos deciden medio en broma, medio en serio, qué auto puede comprar para que vayan los ocho juntos.
Dice que no le tiene miedo a nada, y que si tuviera que darse un gusto sería tirarse en paracaídas, aprender a manejar un avión o viajar en un submarino. Y que si pudiera darle un consejo a la gente sería: “Que se enfoquen y se pongan vios, que hagan cosas positivas y que no hagan maldades. No se dejen llevar por el resto. Trabajen duro por sus sueños”.
Al preguntarle por qué esta sería su última entrevista, nos responde que no está acostumbrado a hacerlo porque nunca le han gustado mucho. “Yo no doy entrevistas y después de esta yo creo no voy a dar más, hasta que esté mundial. La próxima será para el New York Times, cuando mi cara esté en el Times Square, posando de pana, como un empresario”, se ríe.