El cambio de Gabinete de ayer estuvo muy lejos de conseguir apaciguar los ánimos de un Chile que ya cuenta 11 años levantado en contra del Gobierno.
En específico lo de ayer fue criticado rotundamente desde todos lados por varios factores: lo pomposo de la ceremonia. Mucho aplauso. Mucho abrazo. Esto fue leído como una provocación por los más exaltados y por lo bajo como un despropósito por los más moderados.
Luego se criticó una supuesta improvisación de último minuto en el cargo más importante del gabinete, después del Presidente. Felipe Ward iba ser nombrado ministro del Interior, en reemplazo de Andrés Chadwick.
Sin embargo literalmente a minutos del nombramiento, el nombre de Ward, que hasta ayer era ministro de Bienes Nacionales, se filtró y fue triturado en redes sociales por sus declaraciones tipo “Camila Vallejo solo sirve para concurso de belleza” o “la izquierda usa los DD.HH. como cajero automático”.
El resultado fue que un llamado a último momento dibujó el siguiente enroque: Gonzalo Blumel, que estaba piola como ministro de la Secretaría General de la Presidencia tuvo que de un minuto a otro, tomar el cargo de ministro del Interior.
Ward, que era ministro de Bienes Nacionales, pasaba a la Segpres (¿donde podría pasar más piola el hecho de que tenga esas opiniones sobre DD.HH.?).
Y por últmo, Julio Isamit, llegaba al ministerio de Bienes Nacionales. Si bien todo el enroque anterior ya hablaba de una improvisación y una repartija medio impresentable de cargos (porque convengamos que es evidente que nuestro nuevo ministro del Interior no estaba pensado en primer lugar para el cargo), lo de Isamit derechamente raya en lo irresponsable.
Esto porque los historiadores de Twitter se demoraron 5 minutos aproximadamente en recordar sus varios posteos homofóbicos en contra de una ministro de Piñera (Cruz Coke) por abrirse a la posibilidad de la unión de parejas homosexuales.
Pero no fue solo eso, hoy en la mañana la unidad de investigación de radio Bio-Bio publicó un demoledor reportaje donde básicamente se revela que Isamit, aparte de homofóbico, tiene “mal comportamiento tributario” y mantiene facturas impagas.
Es difícil de entender el nombramiento de alguien tan pero tan cuestionable dentro del ministerio. Entendiendo que no existe un ser humano perfecto en este mundo, la situación social y política del país está tan delicada, pero uno con total humildad lo único que pide es que al menos tengan la delicadeza de no tirarle más palos al fuego.
Ciertamente, defensas corporativas como la de la presidenta de la UDI (partido donde milita el ex dirigente pinguino), Jacqueline Van Rysselberghe, cuando dice “Si acá nos dedicamos a criticar, a apuntar con el dedo, la verdad que lo que está en riesgo hoy día es la democracia”, no ayudan mucho.