Si el ojo izquierdo de Nicole Kramm fuera una cámara, la abertura de diafragma ya no funcionaría; el teleobjetivo no precisaría, habría poca o nada profundidad de campo y las fotografías estarían cubiertas en un 95 % por oscuridad.

El ojo de Nicole es, de hecho, una cámara: ella es documentalista y fotoperiodista. Ganó una beca para estudiar en Cuba. Fue seleccionada por un festival en Alemania que se realizará en junio, al que había postulado cinco días antes del estallido social. Le costean los pasajes, gastos y la estadía.

El problema es que el lente del ojo de Nicole se trizó el 31 de diciembre, una hora antes de 2020, por el impacto de un balín.

Día 76: Año nuevo

Se imaginaban abriendo una champagne y brindando con sus compañeros. Ya habrían guardado las cámaras y tocaría disfrutar de la celebración. Se veían, dice uno de ellos, “viviendo la mejor noche desde la muerte de Pinochet”.

Las circunstancias quisieron otra cosa: por fuera los fuegos artificiales de Plaza Dignidad. Hacia el interior del GAM y en un centro de salud improvisado, Nicole oía su primer saludo a las doce: “Feliz año nuevo”. Se lo dijo una paramédico mientras asistía su ojo izquierdo, que una hora antes recibió el impacto de un balín. Giro inesperado: Se suponía que ella debía estar documentando las escenas de víctimas siendo atendidas por traumas oculares.

Anterior a que todo eso pasara, casi tres meses antes y en el “viejo Chile”, Nicole daba una charla en una sede social de Renca con el reportero gráfico de dictadura Óscar Navarro.

Hablaban sobre fotoperiodismo y momentos históricos. Era 12 de octubre.

Foto por Nicole Kramm

En esa instancia conoció a un alemán mayor que, dice, contrabandeaba rollos de foto desde el exterior hasta la AFI (Asociación de Fotógrafos Independientes) para que documentaran la dictadura de Pinochet.

El hombre vio el trabajo de Nicole y le ofreció llevarlo al país nórdico, específicamente al Festival de Fotoperiodismo en Hannover, para postular por un cupo en la edición de 2020. Nicole le dijo que sí.

Cinco días después comenzaron las evasiones masivas en los metros. Nicole es de La Pintana y por eso decidió quedarse en la zona sur -La Cisterna, San Ramón, Estación Central- registrando la revuelta escolar del 17 de octubre, un día antes del gran estallido. De esta forma realizó el día 1 de lo que sería un gran proyecto: una película documental que mostraría día a día las protestas en Chile.

En cada rodaje, alguien indicaba qué día era. La marcha más grande del 25 de octubre fue, por ejemplo, el día 8. El aniversario del asesinato de Catrillanca pertenece al 29. Y así iban pasando las fechas consecutivamente en la vida real y en la película que filmaba Nicole.

Hasta que el día 76 el relato se quebró.

Recuperando espacios

Nicole lleva puestos lentes de sol especiales. Debajo de ellos, su pupila derecha está completamente dilatada por un medicamento. La luz le provoca dolor, así que evita los lugares iluminados. Por eso escogió un local en alguno de los edificios oscuros que circundan la Plaza de Armas para descansar un poco, entre tanto quehacer, después de su consulta médica y esta entrevista.

“Mi terapeuta me dice que no acepte más cosas, pero yo hago todo lo contrario. Cada vez tomo más cargos”, comenta mientras espera un cheesecake vegano. Va a cumplir una semana desde que asumió la vocería de Derechos Humanos en la Coordinadora del 8M. Decidió aceptar, dice, por el deber de representar en primera persona el abuso policial. Más tarde tiene otra consulta. En total, suma siete tratamientos -psicológicos y oculares- distintos.

Cuando le preguntan por el festival de Alemania, no responde tan entusiasmada: “Lo más importante para ellos es el festival, pero para mí es ver médicos”. El evento es en junio y pactó extenderlo a dos meses: “La idea es recorrer Francia y Londres buscando los mejores retinólogos que existen allá”. Su esperanza es bajar, aunque no sea mucho, ese 95 % que no ve.

“En Chile no hay esperanza, no hay solución”, se lamenta.

Por el momento, se enfoca en la Coordinadora 8M: “Hay que reunir y recuperar estos espacios que históricamente nos han negado, se nos ha desplazado. A nosotras nunca se nos ha formado para ser lideresas o para ser intelectuales, y eso está cambiando. Las mujeres están saliendo de sus casas y están tomando espacios en vocerías, activismos. Si recuerdas movimientos como en 2006 o 2011, siempre estábamos detrás de los hombres”.

El domingo es la marcha del Día de la Mujer y va de reunión a entrevista. De La Pintana a reuniones y entrevistas, específicamente. Por su ojo no puede exponerse al transporte público así que gasta plata diaria en taxis y Uber.

Vivir así, entre el activismo, los cargos, los tratamientos, la periferia y un ojo que duele y no ve, dice: “ha sido un caos”.

Caos

Alameda, 23.00 hrs. apróximadamente. Los caminos que llevan hacia Plaza Dignidad, después de mucho tiempo, están repletos de celebración en vez de violencia y represión. Familias con coches de guaguas, niños y jóvenes son parte del panorama del año nuevo más importante en la historia reciente de Chile. Nicole y sus tres amigos -todos fotógrafos- también. Sin antiparras, sin violencia y sin barricadas.

Hasta que a la altura del GAM, desde el acomplamiento fijo de Carabineros en el monumento de la institución, le dispararon: ahí ocurrió eso que recuerda muy bien. Sintió, dice, cuando el balín chocó contra su cráneo y cómo su mirada se apagó. Se tocó el ojo y vio su sangre. Recordó, todo el tiempo, a Gustavo Gatica.

Entre disparos y escudos, la trasladaron hacia un punto de auxilios improvisado en el Centro Gabriela Mistral. “Llegó el equipo de salud y una de las chicas dijo es un trauma ocular. No lo podía creer. Pensé que había perdido el ojo”, recuerda. No fue así: explotó por dentro. Estuvo ahí, recostada en el suelo y bajo atención médica, hasta las dos de la mañana.

Al salir, desorientada y mareada, volvió a Santa Lucía a la casa de uno de los amigos que la acompañaba esa noche.

Vomitó toda la madrugada y gritó del dolor. Al despertar, se dirigió a urgencias. Con el paso del día su mirada nunca volvió a encender.

Finalmente pudo regresar a casa. Allí la esperaba Caos, la gatita de dos meses que adoptó el pasado 24 de noviembre. La encontró abandonada en una calle de San Ramón, enferma, sucia y tuerta.

Nicole y Caos están juntas. Ambas se recuperan. Ambas se curan con amor.

Nicole y Caos están juntas y también están tuertas.