De una mirada amable y una conversación generosa, la doctora no se saca la mascarilla. Tiene una postura erguida, de autoridad, una personalidad diplomática, una voz decidida y una forma práctica de resolver las cosas. Sentada en el comando, esta es su primera conversación en extenso tras el triunfo de Gabriel Boric. Y mientras se posiciona como uno de los personajes más importantes de la política actual, ha aprendido en el camino a hacerse escuchar, a ser una líder millennial y también a criar a su hija. Este es el norte de Izkia.
Fotos por Camila Castillo Ibarra (@camilaconleche)
Siendo la presidenta del Colegio Médico, la primera mujer en ese cargo y la más joven de la historia, la voz de Izkia Siches Pastén (35) cobró más credibilidad que la del propio gobierno en términos de salud pública. Durante la pandemia su énfasis en fortalecer los canales de comunicación y endurecer las medidas de prevención mientras el virus avanzaba, la posicionaron en la mayoría de las encuestas como uno de los personajes políticos más importantes del país.
Para comienzos del 2021, Izkia lideraba la Cadem con un 57% de aprobación y la revista Time la contabilizó dentro de los 100 líderes emergentes. Y mientras Siches atajaba los desaciertos del covid y ponía en tensión las medidas del gobierno a través de su gestión gremial, al mismo tiempo, como buena millennial, documentó en sus redes sociales la llegada de Khala, su hija que hoy cumple 8 meses de vida.
Después de una reunión con Giorgio Jackson, mientras el presidente electo está en Magallanes, su periodista la llama y dice en broma “Ya viene la jefa suprema”. Aparece ella y con sus ojos achinados sonríe, pero tal como la vimos por televisión, no se saca la mascarilla en ningún momento y es estricta con los protocolos covid.
Ahora, sentada dentro del comando, habiendo pasado las elecciones más polarizadas desde el regreso de la democracia, con la satisfacción de haber ganado, pero con el peso de las expectativas de chilenos y chilenas, hablamos de cómo se fue convirtiendo en una líder y en los motores que la mueven en la construcción de una nueva sociedad.
Dice que está blindada contra los ataques y amenazas en las redes sociales, que aunque le encanta la salsa y no puede salir a bailar, en momentos de ansiedad encuentra refugio en la música de Drexler y Mon Laferte. También agrega que va con Khala al trabajo y que su foco estará puesto en “generar las condiciones para la conciliación familiar”. Una bandera por la que ya luchaba desde que estaba en la escuela de medicina.
“Cuando me acercaba a los 34 decidí, con mi marido, que iba a suspender los anticonceptivos para embarazarme. Nunca esperé que íbamos a estar en medio de una pandemia y yo en el Colegio Médico”, dice. “Pero sí usé mis redes sociales donde compartía mis preocupaciones y temores, porque no se comenta mucho la soledad de la maternidad y del puerperio”.
Aunque se mantuvo activa en internet todo este tiempo, aclara que no quiere vender el estereotipo de súper mamá. “No lo soy. No duermes. Lo pasas mal. Te sientes sola y hay muchas emociones detrás. Cosas que no te cuentan, porque idealizan la maternidad. Pero las guaguas se caen, brotan temores, ansiedades y, aunque tengo más herramientas por ser médica, igual se siente esa incertidumbre”, agrega.
De manos cruzadas sobre la mesa, su postura es la que uno se imaginaría cuando piensa en una política. Como las que se ven en el cine. La única vez que baja los hombros y hace unos trazos sueltos en la agenda es cuando le pregunto a qué le tiene miedo. “Yo le tenía mucho temor a la depresión post parto, a dejar de trabajar, a dejar de conectarme con el mundo exterior, a que la sociedad me obligara a recluirme en la casa”, responde.
Y pasó todo lo contrario. Tras el arrastre de José Antonio Kast en las primarias, Izkia con guagua en brazos, renunció a la presidencia del Colegio Médico y se sumó al equipo de Gabriel Boric y lideró la iniciativa de la Ruta de la Esperanza. Un bus que recorrió Chile, particularmente el Norte, lugar en el que ella nació, y donde había una cantidad de votos decisiva para la segunda vuelta.
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La reflexión sobre el Chile regional que hace la doctora es triste, porque hoy, a pesar de que estamos hiperconectados, en las provincias “se sienten postergados. Hay una sensación de abandono de todas las regiones. En el Norte, sobre todo, sienten ser la fuente de extractivismo, pero sin ninguna reivindicación, donde golpea muy fuerte el tema de la calidad medioambiental y el impacto sanitario que tiene la minería, sin generar ningún lugar de inversión en espacios verdes, por ejemplo”.
Una de las cosas que más le impactó fue ver el avance, en primera persona, de la sequía y la crisis climática. “Uno dice que en Valdivia llueve, tiene esa idea, pero las cosas cambiaron, hay zonas donde no hay Agua Potable Rural (APR) y eso no lo tenía dentro de mi catastro”
La estrategia para conquistar a estos votantes fue escucharlos puerta a puerta, dice. Asegurarles que “un gobierno regionalista, responsable y abierto al diálogo sería la mejor alternativa. Las propias autoridades locales tienen muchas ideas valiosas de cómo resolver los problemas de sus territorios, pero no se han sentido escuchados”.
Izkia sabe que así como hay un sector que no cree en el poder millennial, hay otro que sí cree en Gabriel y su equipo. ¿Qué sigue? “Hay un gran sentido de responsabilidad, personalmente espero que el sentido común prime en Chile. Puede haber un escenario hostil, pero mi invitación, es que debe haber un cambio dentro del cerebro político habitual y que el foco esté puesto en las personas”, asegura, “Podremos dar un paso como país, pero poniendo siempre las prioridades en las personas. No se trata de ganar como gobierno de turno, anotando goles, medallas, esto se trata de un nuevo acuerdo social que debe ser transversal. Un impacto para las personas que va más allá de aquí a cuatro años”.
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“Mi responsabilidad es abrir caminos”, reflexiona sobre la importancia de su papel en la vida pública hoy: “Sobre todo para mujeres que, en edad fértil, quieren participar en política y que quieren ser madres. Hay que asegurar sus remuneraciones, pero también las condiciones de vida de después. Si mañana Gabriel nos invita a participar de un proyecto, en un alto cargo de gobierno, tienen que estar las condiciones materiales para que yo pueda hacerlo con mi hija”, explica.
Izkia sigue: “El poder tiene que estar más conciliado con la vida de personas normales. Porque creo que la gente que tiene una familia, no va a estar dispuesta a hipotecar su vida por un cargo de representación. Y eso no puede pasar”.
Khala acompañó todo este tiempo a su mamá en los Zoom. Hoy, además de haber viajado con ella por Chile, la acompaña al comando por las tardes. Una de las primeras imágenes que hay del Bus de la Esperanza en internet es de Siches amamantando a la niña.
“Tenemos la tarea y el deber por delante de hacer una cosa más ciudadana y salir de los estereotipos de los partidos políticos tradicionales. Explicar con peras y manzanas, para que hasta el último vecino del país entienda hacia dónde va la micro”, sentencia.
Hace cinco días @Izkias subió la foto de Khala en el piso. “Ayer fue su primera caída”, dice la publicación. Mientras almorzaban junto a su marido, la niña estaba en su silla para guagua sin el amarre. Un segundo de descuido y la pequeña se fue al suelo “Incluso teníamos una apuesta con mi marido de quién sería la culpa de la primera caída. Y Perdí (…) Quedó con su bien chichón, pero va bien”, escribió la doctora. Con más de 3 mil comentarios, la mayoría de mamás que dan su apoyo y cuentan sus propias experiencias, Izkia sigue sumándose más tareas, que de seguro cumplirá con notas sobresaliente, como todo lo que ha hecho hasta ahora.