Un estudiante de 18 años de la Escuela de Artes de Singapur (SOTA) intervino una máquina expendedora y puso en ella diferentes piezas de cerámica para ver cómo y cuánto es valorado el arte.

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Hans Chew instaló en su escuela esta máquina que albergaba más de 360 objetos de cerámica hechos a mano. Luego de un viaje a Japón, donde hay de estas máquinas con todo lo imaginable y lo no tan imaginable, Hans comenzó a profundizar en la reflexión de cómo el arte -pero la cerámica en particular- se ha mercantilizado.

Logró crear alrededor de 360 piezas, y ojo que él estuvo involucrado durante todo el proceso; desde la preparación de la arcilla hasta la cocción de la cerámica. Tardó cerca de dos meses y su objetivo era en parte ilustrar cómo la tradición de la artesanía se ha visto afectada por las fuerzas de la comercialización.

¿Realmente podemos ponerle un valor monetario al arte?

Según su punto de vista debía ser así para poder atribuirle de manera honesta y real el valor monetario de cada pieza. Cabe destacar que este proyecto fue totalmente autofinanciado.

La obra la llamó “Not always $2” ironizando con ese tipo de tiendas que ofrecen todo desde ese precio o menos, incluyendo cerámicas y otros artículos para el hogar; lo mismo que el “Todo a MIL” de chilito.

Este tipo de prácticas en el mercado internacional devalúan el arte y la tradición que se ha transmitido de generación en generación (…) Soy un gran fan de la cerámica japonesa y respeto mucho el trabajo de sus alfareros

Lo que hace que su máquina expendedora tan especial -obviando del hecho de que vende cerámica – es que el público puede decidir cuánto están dispuestos a pagar por las obras.

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Normalmente cuando alguien compra algo, se lleva a cabo una transacción unidireccional; el dueño establece un precio y el consumidor -si está de acuerdo con éste- sella el acuerdo. Sin embargo, en la intervención de Hans, la participación del público/consumidor es crucial ya que están sometidos a un proceso de toma de decisiones ya que ellos son los que les atribuyen el valor a las piezas; están obligados a hacer una pausa y a reflexionar.

En el futuro, Hans planea trabajar como artesano en una fábrica de cerámica y así perfeccionar sus habilidades y técnicas. Más tarde, trabajar en el estudio de la cerámica de Japón “para obtener una mejor comprensión de su cultura y técnicas”.

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