Independencia Cultural es un libro fundamental para entender los cambios y la evolución del pensamiento de Jorge González, tras ese hito que fue Maldito Sudaca donde por primera vez hablaba en extenso sobre su carrera y todo lo que rodeó a Los Prisioneros.
Estos últimos años, mientras aparecían recopilaciones de frases sacadas de Youtube o entrevistas que, a excepción de un par, tenían más texto del autor que el entrevistado, Emiliano Aguayo mantuvo largas conversaciones con Jorge González. Las últimas entre diciembre de 2019 y este verano.
Es decir, entre el Estallido Social y la Pandemia que lo interrumpió (por ahora). Pero también a quince años de la primera edición de Maldito Sudaca (RIL, 2005), posiblemente el mejor libro editado sobre Los Prisioneros.
Allí, en más de 200 páginas (aparte de otro centenar dedicado a entrevistas y discografía) el cerebro de la banda hablaba con soltura y sin muchas inhibiciones, sobre la historia del grupo, en ese momento aún reunido, la Dictadura, la importancia del ritmo por sobre las letras, la influencia tardía —pero contundente— que tuvo en su obra Víctor Jara y Violeta Parra, el ninguneo en Chile, el éxito internacional y el dinero, la desaparición de la izquierda, su supuesta rivalidad con Soda Stereo y por supuesto, sus compañeros Miguel Tapia y sobre todo Claudio Narea, que había dejado a la banda dos años atrás, lo que motivó a ese último a publicar dos libros, pero eso es otra historia.
Ahora en Independencia Cultural (RIL, 2020), el contexto social sigue siendo tan importante, como los profundos cambios en la vida del cantante tras su accidente cerebrovascular y una nueva oleada de revalorización de su obra —no sólo de la banda— tan distinta a esa época donde el campo cultural y periodístico aún era reticente a reconocerle a Jorge González el mismo espacio que Violeta Parra y Víctor Jara.
“Yo creo que musicalmente, avanzaron más, llegaron más lejos. Y, la verdad, tendría que pasar más tiempo para saberlo. De todas maneras, las canciones ya están ahí”, dice el cantante.
“Siempre tuve la impresión de poder hacer una segunda parte, pues sin buscarlo, tenía muchas horas de entrevistas nuevas con Jorge González, posteriores a Maldito Sudaca, desde la revista Rolling Stone o el diario La Nación, por ejemplo”, dice el autor.
“Pero, claro, faltaba una con la que cerrarlo, actualizarlo. Y se dio una buena comunicación a fin del año pasado, donde nació la idea de una nueva conversación y cerrar ese libro. Además, había que actualizar su Discografía”.
Así, en Independencia Cultural, González habla sobre las protestas y la represión estatal durante el Estallido (“Nos tratan como si fuésemos empleados en huelga”) pero tampoco da espacio para que el Frente Amplio se cuelgue de él, tratando a la oposición de amarilla (“Se dejan dominar por el poder de la derecha”) y celebra la falta de líderes (“Porque la gente se dio cuenta de que todo quien tenga poder se corrompe. No sé si hagan falta líderes”).
También habla de discos como Libro, Trenes y Naked Tunes, su tratamiento médico en Quillota, tributos, gatos, los libros publicados sobre él, la obra de teatro “Pateando piedras”, el homenaje sinfónico en Concepción y, por supuesto, Los Prisioneros.
Dice, con sabiduría que “no hace falta” hablar con Narea y que le gusta que Tapia “esté tocando y le vaya bien”.
Además, hay numerosas fotos o recortes y varios anexos sabrosos como la discografía de todas las apariciones y feat de González actualizadas tras el libro de 2005.
Pero, más interesante aún es el rescate de las entrevistas con Aguayo publicadas en webs como DiscoRayado o AbsentaMusical o las aparecidas en las difuntas Rolling Stone chilena (2006), La Nación Domingo (2007), además de una conversación inédita registrada en 2014 y la del libro Las Voces de los `80 (Ril, 2012) que profundiza sobre la generación que estudió música en la U. de Chile, las técnicas de grabación y el underground chileno en general.
Han pasado muchas cosas desde la publicación de este último libro, partiendo por el consenso en que Jorge González está al mismo nivel —simbólico y compositivo— que Víctor Jara y Violeta Parra. ¿Qué recuerdas de las reacciones provocadas cuando planteaste esta tesis y cómo has percibido este cambio en el tiempo? ¿Crees que fuiste responsable en gran parte por poner esa idea en el “espacio público”?
Hay una gran verdad que uno no reconoce sino hasta que tiene cierta edad. Aunque te lo digan antes de los 40, no lo logras comprender. Algo que pudo molestarme esos días de 2005, ya casi ni me acuerdo, 15 años después. Pero, sí, yo soy periodista, así que es bueno poner la información por delante. Maldito Sudaca es la primera publicación que pone a Jorge González a la altura de Violeta Parra y Víctor Jara, reconociendo en ellos los dos bastiones de la música nacional, hasta esos días.
Quizás, el chileno siempre tuvo que esperar que alguien muriera, como en el caso lamentable del suicidio o el asesinato de estos dos compositores. En este contexto, Jorge estaba vivo, recién tenía 41 años y, encima, vivía en Chile.
Imposible que alguien del poder mediático asumiera su valor real. Y, claro, más allá que yo lo dijera y otros lo digan sin citar la fuente, lo importante, para la cultura nacional, es que esa tesis tenía cuerpo y se ha consolidado, porque nunca vi a Jorge González sólo como músico, sino entregando, además, un legado social y político, tal como Violeta o Víctor.
Incluso lo emparento más con Violeta Parra, por esa independencia de vida.
¿Qué crees que fue lo que ha hecho que González confíe en ti en el transcurso de todo ese tiempo? Tengo la impresión de que, por ser selectivo en sus relaciones, pocas cruzan la barrera del tiempo de forma tan considerable como la tuya.
La primera vez, yo creo que me ayudó no estar en medios. Me vio llegar sin un editor en la cabeza, sino con mis propias preguntas. Y menos para sacar un titular vendedor al día siguiente. También, quizás, lo informado que me vio con un cuestionario de muchas preguntas que vimos desde el primer día. Luego, que nunca me pasé de listo ni me aproveché de su amistad.
No sé, de repente le das confianza a alguien y se toma el codo, y creo que yo nunca tuve la necesidad. Lo otro que justamente dice ahí en Independencia Cultural, es que él mira a los ojos y se da cuenta si la persona es de fiar, como cuando le pregunto por el cineasta Nicolás Pavie, quien hace un documental sobre él y que es alguien que conoció en la calle.
¿Cómo valoras a González como “trabajador de la cultura” por usar un término de los setenta? Es decir, como artista pero también como creador, conectado a los procesos políticos de su tiempo. Eso está ya evidente en el título: independiente. Pero me gustaría profundizar en ese aspecto.
Primero, me parece que de los músicos importantes de Chile es el único que se ha dedicado sólo a sus canciones. No ha sido productor más que con amigos y algo muy casual, no ha arrendado su estudio de grabación, no ha tenido una columna en una revista ni un programa de radio ni menos un puesto en el aparato estatal o privado. Aparte, siempre al conversar con él te das cuenta que no sólo está informado, sino que lee bastante.
No son declaraciones clichés o lugares comunes. Incluso, tú le haces una pregunta pensando que responderá una cosa y responde desde otro ángulo. Te da vuelta la respuesta y te hace pensar. Inteligente, analítico, rápido de respuesta, culto, con un humor particular. Agregaría que se nota esa cultura ciudadana de barrio de San Miguel, como eso de ser respetuoso y sencillo. Yo sé que esto no es la imagen que crearon los medios por mucho tiempo, pero te lo digo yo que lo he conocido fuera de esos medios.
Aunque, imagino que por temas de salud, el artista tiene otro tono en la forma de conversar, respuestas más breves, pero a la médula. ¿No crees que los medios lo han tratado con cierta condescendencia, como un tiburón capturado para usar la figura del historiador Luis Thielemann. ¡De todas formas creo que igual siempre logra salir inmune a esos intentos!
No tengo relación alguna con la producción de esos eventos. No sé cómo se manejaron. No puedo opinar de algo que no sé los entretelones y, además, podríamos aventurarnos a dar recetas tardías. Para mí, que debo ser el periodista que más horas de “cinta” tiene con Jorge González, lo veo igual de potente en sus declaraciones. Un día dijo una frase en un diario y al siguiente era un afiche para llamar a la ciudadanía a manifestarse en Plaza de la Dignidad. Es decir, sigue convocando a miles, más allá de sus canciones.
¿Algún descubrimiento interesante a la hora de descasetear estas conversaciones? Algo que te llame la atención o que te sorprenda aún a ti
Pongo harta atención a mis entrevistados, por lo que no me sorprendo al momento de descasetear. Y ojo que lo hago yo, porque hay quienes tienen ayudantes en esa tarea. Yo no podría pasar mis entrevistas a otros para que las transcriban.
A mi me parece que tienes el extraño privilegio de poder acceder a la fuente primaria en vida. Es decir, a diferencia de aquellos que indagan sobre Roberto Matta o Salvador Allende, ¡Tú tienes el privilegio de contar con el acceso del propio “objeto de investigación”!
Me gusta mucho esa imagen que entregas en la pregunta, porque también lo veo así. A mis hijas, que son más pequeñas, pero que conocen personalmente a Jorge González, les he dicho quién es y que valoren ese momento, porque ¿a cuántos de nosotros nos habría gustado estar 5 minutos con Violeta Parra, por ejemplo? Es más, uno se acostumbra que estos libros los hagan periodistas como de la tele. Y yo estoy lejos de eso.
Fíjate que han aparecido libros en torno a él o la banda de personas que luego se han alejado de la historia. O algunos que nunca siquiera estuvieron cerca.
¿Qué te parecen otras biografías que han aparecido sobre el cantante, basadas en videos en Youtube o declaraciones que incluso a ti mismo ha dado?
Algunas son entretenidas como para regalarle a alguien que no conoce a Jorge González, como para principiantes, pero para fanáticos, público objetivo que yo siempre tengo en mente para hacer un buen trabajo, no tanto, porque son los más exigentes, son los que saben más que el propio músico de su vida. Conozco fans que revisaban la basura de Los Prisioneros cuando ensayaban para volver antes del Estadio Nacional.
En esos piensos cuando hago un libro, porque si pasa ese filtro es que hiciste algo potente. Yo creo que lo peor que apareció en el último tiempo fue un libro de frases, que incluso, como dices tú, sacan de entrevistas mías y que me parece ni me citan. Su autor, que debe ser una buena persona, que yo mismo escuché que lo hizo como de google en unos 5 meses. O sea, yo, en los inicios de los 2000, antes de Maldito Sudaca, había estado años reuniendo material y visitando la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, por ejemplo, haciendo esa pega, que luego regalé como ebook por la red, con bastante más páginas, incluso.
Hace poco leí un libro muy cortito de Jorge González, que decía que había entrado a estudiar Ingeniera en Sonido en la Universidad de Chile.
¿Sabes, ese libro estaba bien escrito, se leía rápido, porque son menos de 50 páginas, pero la carrera de Ingeniería en Sonido no existe en esa universidad y González estudió ahí Licenciatura en Arte con mención en Composición. Son detalles que pasan piola, en todo caso. Creo que para meterse con creadores como Jorge González hay que tratar de estar a la altura. Ahora, yo creo que Jorge González es el músico chileno de música popular más importante del país desde diciembre de 1984, por lo que hay muchos años que relatar de su vida y obra aún.
Debo preguntarte por Claudio Narea. En el primer libro se mencionaba detalladamente su carácter y cómo dificultaba ciertos procesos creativos y comunicacionales. ¿Cómo valoras su aporte en Los Prisioneros? ¿Crees que la banda hubiese funcionado igual con otro guitarrista? O dicho de otra forma: ¿qué hubiera perdido Los Prisioneros si él no estuviera?
Un día di una entrevista en La Nación y el titular fue algo como “El aporte de Narea en Los Prisioneros es anecdótico”. Y eso no es de mala onda, sino porque si lees su propia autobiografía, te das cuenta que siempre andaba en otra. No le gustaba el tecno de Pateando Piedras, andaba enojado con Jorge y encontraba raro el trato de Caco Lyon en el estudio, grabando ese mismo disco.
En La Cultura de la Basura también ahí hay un quiere y hacen, Claudio y Miguel, canciones que luego no sonaron casi nada, como “El vals”, por ejemplo. Para qué decir en el Corazones, donde no pincha nada y el disco del 2003 hasta por la prensa dijo que no le gustaba y ni ensayaba algunas cosas antes de la grabación, según contó Jorge González en Maldito Sudaca.
Esa imagen de Lennon y McCartney que varios fans desinformados tienen es tan falsa. Es tan así que la música que hace hoy Claudio Narea en vivo es principalmente la que compuso Jorge González, no la suya.
Me parece un libro más relajado que el anterior, además de complementarlo. Me gustaría que me contaras sobre eso, el proceso de armarlo, documentarse y por supuesto encontrarte con Jorge González.
No sé si relajado. Quizás, ya no es mi segundo libro como Maldito Sudaca, sino el cuarto, y ahí uno ya tiene más nociones de cómo será el proceso, pero estamos hablando de un libro con Jorge González. O sea, tienes que ponerte nervioso, no hay otra.
Por ejemplo, me dio mucho trabajo el armar la Discografía, que es muy variada y no toda está disponible fácilmente. Hay mucha que busqué y descubrí. Yo creo que hasta Jorge González se podría sorprender de algún disco que aparece ahí.
Es más, debe ser esta, sumado a lo que ya trae “Maldito Sudaca”, la más completa revisión discográfica de un músico nacional. Las entrevistas que ya había hecho en Rolling Stone o para el diario La Nación, por supuesto, las tenía guardadas, muy ordenaditas, al igual que dos inéditas que no publiqué antes en ningún medio. Y, por supuesto, la entrevista actual, más contingente, tiene todo un proceso de transcripción, edición y revisión de fuentes, para citar cuando corresponde. Todo eso es más lento de lo que uno quisiera.
¿Cómo lo ves actualmente a Jorge González?
Lo veo feliz y tranquilo, disfrutando su jubilación, como le gusta llamarla. Estuve en su casa, donde se escucha mucha música, bastante de ella en vinilo, como relata en el libro. Le gusta leer y ver alguna película biográfica de algún músico.
En el libro hablabas del archivo y de que no todo está en internet, también agradeces a tu esposa por permitirte tener una colección de recortes, discos, materiales que -imagino- va aumentando con el tiempo. ¿Qué es lo más valioso para ti? ¿Tienes algún orden en particular?
Sí, es que soy un poco Diógenes. Mi esposa siempre me molesta por ser fanático de comprar “cachureos”, de alguna manera, en el Bío-Bío o en algún marketplace, desde cosas de música a figuritas de fútbol o de dibujos animados. En cuando a orden, sí, tengo un orden. Varios diarios por año, por ejemplo, porque no todo está en internet y algún día, además, todo esto se puede caer.
En mis colecciones, claramente la música chilena de los ’80 tiene un lugar muy importante. La lata es que ahora se hipsterizó todo y se abusa de los precios. Eso ya no es tan divertido.