Aburrido de ser parado en la calle con “consejos” sobre cómo superar la gordura, un periodista investigó exhaustivamente sobre el tema y se despachó este imprescindible texto.

“Sé que la obsesión con ser delgada no es saludable y es antifeminista, pero eso es lo que diría una chica gorda”

Lisa Simpson

Un amigo me envió esa frase por chat durante la madrugada de algún sábado después de carretear en la calle. La leo y no sé de dónde tomarla. ¿Qué me quiere decir? Preferí tomarlo literal. La obsesión con ser delgado no es saludable y es antifeminista, y lo dice un chico gordo. Lo digo yo después de pasar por todas las dietas que me dictó la nutricionista, la nutrióloga y todas las señoras que se me acercan en la calle para ofrecerme la nueva dieta novedosa.

Mientras almorzaba y caminaba al trabajo un señor me frenó. Me dice que quiere decirme algo, que no será muy largo, que no tomará más de cinco minutos. Pienso que me quiere hablar de la religión, de algún dios, de la iglesia, que me quiere pedir una cooperación para alguna fundación o me quiere hacer el cuento del tío, que me quiere pedir pololeo o que me quiere pegar.

-Yo antes era más gordo que tú, mucho más…

-Qué bueno.

-… pero me recomendaron tomar agua de mar, de esa agua salada y bajé cincuenta kilos en dos meses.

-Gracias, pero estoy bien así, me gusta mi cuerpo y me ha costado amarlo, ahora lo hago y no necesito cambiarlo.

-Es que te estás haciendo daño.

-La patologización de la gordura es otra idea que podemos seguir discutiendo, pero tengo hambre y estoy atrasado.

-Toma un vaso de agua de mar en ayuno y una hora antes de almorzar, solo haz eso, por favor te lo pido

-Que le vaya bien, chau.

Me gustaría tanto que esto fuera algo puntual, un hecho que tiene relación a una época excepcional, pero la gente flaca (sí, hablemos de sus privilegios) tiene la necesidad mesiánica de evangelizar con esa especie de supremacía corpórea a personas cuyos estándares de belleza no se acercan a la hegemonía Miss Educación Física.

Otro de los casos que más me ha tocado vivir es la magia espiritual de las personas creyentes. Esperaba en el supermercado que alguien me atendiera. Una señora se acerca y me dice: manda una carta a esta dirección (…) y los monjes de Brasil te operarán gratis y perderás peso. “Gracias, pero me ha costado harto amar mi cuerpo, ahora me gusta y quiero vivir con él”. Me decía que no me creía, que lo intentara, que comprara bebidas sin azúcar y que la vida iba a mejorar porque la vida de la gente gorda es un martirio. Y sí, lo es por gente que llega a molestarte mientras quieres vivir tu día.

La gente flaca no entiende que las personas no queramos vivir con un cuerpo como el suyo.

La escritora feminista Diamela Eltit escribió a modo de presentación del libro de feminismo gordo de Constanzx Álvarez Cerda Punk: “Con este cuerpo, con esta talla, no tengo envidia, no ruego a nadie”.

Elitit explica que hoy el cuerpo no es más que un terreno que funciona como “sede de negocios: múltiples, incesantes, paradójicos”, una búsqueda constante del estereotipo de la perfección. Un moldeo del gimnasio sobre el entendimiento de la buena salud, de una suerte de equilibrio, un control estético de las formas, del músculo, del vello, el grosor, de formas, la homogenización de la piel y la globalización occidental de la precaria industria de la fisionomía.


La industria de la belleza es flaca

La industria actúa a modo de máquina del tiempo, de la idea de no crecer o envejecer, de ser eternamente joven. En un pabellón se borran arrugas, se insertan cejas, se trasplanta juventud, se corchetean estómagos; se abren y se dejan caer balones o se aprietan con bandas gástricas. El dolor de la belleza, el refrán y la cultura chilena “para ser bella hay que ver estrellas”. Hace un par de días en Tabasco, se suspendió el concurso Mr. Model México. Este certamen de belleza masculina vio a sus organizadores en la obligación de cancelarlo porque sus concursantes no eran “suficientemente” bellos, publicó Cooperativa.

La escritora se pregunta: “¿Por qué en la época capitalista (occidental) existen más y más cuerpos hambrientos que no se sacian –es un decir– con nada?”. El hambre que nació en la carencia, en la guerra, provocando costillas a la vista, huesos que se tuercen en este lado del mundo ya no existen. Las barrigas disparadas, la grasa abundante, cachetes rechonchos se toman las calles y son frenados en las calles para ofrecerles dietas gratuitas. La alimentación de mall, el fast food y su toxicidad adictiva provocan alertas médicas y una crisis en la medicina. Sin embargo, hoy los cuerpos gordos vienen en todas metodologías alimenticias. Es el caso de Cerda Punk: una vegana gorda. 

Diamela Eltit
Diamela Eltit

La gordura ya no es parte de la hermosura como en el pasado y, más aún, es considerada la peste endógena del siglo XXI. Solo que esta peste es producida y promovida por el conjunto del mismo sistema que (solo en apariencia) la combate. Un sistema sádico que decide, inoculando una comida adictiva, que el ideal estético se cumple en cuerpos extremadamente delgados, al borde de lo famélico. Desde luego en este panorama no es lo mismo un masculino gordo que si esa misma gordura le pertenece a una mujer, hay una distancia social sideral entre ambos”, escribe.

Fátima Mernissi, dijo que la talla 38 es el burka de las mujeres occidentales. Pero tal como afirma Dialema esta talla no asegura nada. No se asegura delgadez. “Ninguna talla calza simbólicamente con el cuerpo y más aún esos cuerpos talla 38 pueden sentirse cuando no obesos sí al borde de la obesidad”.


La salud óptima es flaca

Los cuerpos gordos han sido oprimidos e invisibilizados en el contexto audiovisual y textil, generando una gordofobia estructural de la que surge un nuevo sistema de privilegios que sitúa a los cuerpos delgados y esbeltos como lo deseable y superior“, dice Beatriz Romero, periodista de We Lover Size, una página española que se dedica a trabajar la vida desde el feminismo gordo.

Beatriz Romero
Beatriz Romero

Un estudio de la Universidad de Londres explicó que el 40% de los daños psicológicos derivados de la obesidad están causados por el escarnio social, consiga The Guardian. “El concepto de privilegio es una construcción sociológica que define el contexto de la desigualdad social, la opresión y las relaciones de poder, a partir de diferentes parámetros que se cruzan generando distintos niveles que se interrelacionan“, dice Romero.

Hay patrones que potencian cuerpos que importan, como diría la filosofa Judith Buttler. No todas las corporalidades son socialmente aceptadas, no todas las bellezas sirven; cuando un cuerpo no es bello no puede ser vendido, no puede ser mercancía y se convierten en una incomodidad para el sistema. Entonces, se desechan, se ocultan, se tratan de cambiar, se patologizan y se dañan para que dejen de existir.

“Marcial, pero ser gordo es ser flojo, no trates de buscar argumentos. Si quieres bajar de peso cierra la boca. Sal a caminar, corre, inscríbete al gimnasio, corre una maratón, opérate. Toma agua de mar”.

¡Hola! Reducir la gordura a vagancia es gordofobia. Es no asumir procesos, no entender pluralidades, heterogeneidad. Es pretender ser iguales, querer que la fantasía de la televisión atraviese la realidad por excelencia.

Señalar a un niño o a un adulto gordo como una persona enferma basándose simplemente en el tamaño de su cuerpo es patologizar. “Si observamos la historia del Índice de Masa Corporal (IMC), que es con el que miden para saber si tienes sobrepeso o algún grado de obesidad, este se relaciona con la medición de riesgos a través de tablas para las compañías aseguradoras, no con datos científicos“, dice Laura Contreras, coeditora del libro Cuerpos Sin Fronteras.

Marilyn Wann
Marilyn Wann

“Estos diagnósticos operan con el fin de perpetuar distinciones normativas entre experiencias del peso corporal considerado saludable y otras experiencias consideradas patológicas (…) La línea divisoria entre el peso aceptable y el patológico no puede aplicarse automáticamente a todos los individuos sin considerar todas esas intersecciones. Desde el activismo gordo sostenemos que el peso o la talla de una persona poco dicen sobre su estado de salud, sus hábitos alimentarios o su modo de vida. Solo el prejuicio o el odio leen esos cuerpos de una manera unívoca. La activista norteamericana Marilyn Wann dice muy acertadamente que con mirar a una persona gorda lo único que podemos diagnosticar con certeza es el propio nivel de fobia a la gordura”, agrega en entrevista al sitio Awid.


El privilegio de la belleza

Romero continúa: “Existe pues un privilegio en la delgadez, como lo existe en la claridad de la piel; esto no convierte a las personas delgadas en opresoras, es el sistema quien nos oprime, pero es importante conocer nuestro lugar en el mundo para poder cambiar las cosas”.

Mis amigas trans, travestis, feministas viejas y jóvenes escriben en sus libros, fanzines, publicaciones de Facebook, entre sus cuadernos. Las escucho conversar sobre lo aburridas que están de ser las víctimas de la vida, del sistema y de la lucha LGBTQI+. Ya no queda tiempo para ser víctimas.

“La lucha por despatologizar las características sexuales intersex y las identidades y expresiones de género trans, disidentes y no binarias es, también, una lucha contra el estigma asociado a la enfermedad, y nunca jamás una lucha por estigmatizarla, ocultarla o negarla”, argumenta Mauro Cabral Grinspan en el suplemento de Página 12, Soy.

Hace más de 50 años que el movimiento feminista en países anglo ha tratado la diferencia corporal. Los movimientos queer en el norte y las disidencias sexuales del sur han trabajado para entender los quiebres y los lugares que no están en las líneas del poder.

Sería ideal que no se asumiera que las personas gordas queremos perder peso, que estamos a dieta o que queremos cambiar nuestros cuerpos. Ser gordo hoy también es resistencia. 

No son todas las feministas en quienes he encontrado respeto desde el activismo gordo. Muchas han cerrado las puertas. Entonces pienso que es otro feminismo el que debemos encontrar para poder vivir tranquilos.


Feminismo, mujeres y gordura

La gordura, incluso para algunas feministas, sigue siendo una de las discriminaciones socialmente aceptadas. Está bien decirle “Gordis” a Michelle Bachelet. Está bien suponer que todos quieren ser flacos. Whitney Thore, celebridad gorda, dijo alguna vez “amarte a ti misma es subversivo cuando se es gorda”. 

Whitney Thore
Whitney Thore

Una encuesta del Ministerio de Salud, en 2010, indica que dos de cada tres adultos pesa por encima de “lo normal”. En siete años (2003-2010) se duplicó la cantidad de personas que entran en la categoría de obesidad mórbida.

“Un 25% de las mujeres chilenas es considerada obesa, y tal condición prevalece en ellas por sobre los hombres a través de todos los rangos etarios. El porcentaje de escolares de primero básico con obesidad también ha aumentado de forma sostenida, mientras un 17,5% de los niños de 6 años y un 10% de los preescolares califican como obesos”, escribía Bastían Olea en el ensayo La Estigmatización de la Gordura Femenina, publicado en (DES)Orden de Género, en 2017.

Según la Organización Mundial de la Salud, con datos de 2006, dice Olea, se considera la obesidad y el sobrepeso como una epidemia, y socialmente asegura que es una enfermedad. Más del 30% de la población en el mundo no es flaca o calza con las tallas que venden en los malls. ¿Será necesario repensar los cuerpos? ¿Cuidarnos de otra forma? ¿Querernos? Entender la corporalidad desde otra cosmovisión y entregar en salud un cuidado integral al cuerpo gordo para que esté sano me parece una solución.


La salud mental también importa

Beth Ditto
Beth Ditto

La discriminación por ser gorda es más perjudicial para la salud que la obesidad“, dice la escritora Magdalena Piñeyro. En la vida de una persona gorda la salud mental no importa. Importa más la insistencia en bajar de peso.

“No hay ropa, no hay asientos, no hay suficiente comida para ti, aquí no podrás trabajar, nadie querrá leer ni mirar tu trabajo, eres gordo, eres gorda. Tu cuerpo es raro”, es lo que acostumbramos a escuchar.

Piénsalo dos veces, incluso tres si sigues teniendo pensamientos ofensivos hacia otros cuerpos. No todos queremos ser flacos, no todos queremos bajar de peso. 

Dejemos de lado la victimización gorda. Hagamos caso a la icono lésbico y feminista Beth Ditto: “Hold back tears, and move in the right direction”. (Aguanta las lágrimas y muévete en la dirección correcta”.