Si no sabes lo que es la ESI es porque el sistema te quiere ignorante. Es hora de que te informes.
Por Isis Brenat, 17 años, Concepción.
Hoy quiero hablar sobre la ESI, sigla que hace un año atrás no conocía, supe lo que significaba gracias al activismo: Educación Sexual Integral (ESI), pero, ¿por qué tuve que conocerla fuera de los establecimientos educacionales?.
Busqué respuestas a esta pregunta y al profundizar en el tema caí en cuenta que el Gobierno, al igual que sobre muchas otras áreas como salud, no cumple su labor de garantizar la educación sexual como Derecho Humano, no es una duda que solo tengo yo sino que a muchos/as más jóvenes en todo el país.
Quizá ustedes que están leyendo esto tampoco saben sobre qué trata la ESI, de ser así no es culpa suya, el sistema nos quiere ignorantes, que no conozcamos nuestros derechos, si más ciudadanos los conocieran, la rebelión sería mayoría.
Esta es la razón por la que personas anexas al Gobierno deben tomar los principios de la educación popular y entregar conocimientos a lxs que no tienen acceso a estos.
Luchar contra la desinformación en ámbitos de sexualidad es un desafío, te encuentras con posturas que muchas veces no entiendes, y te cuestionas porque en pleno siglo XXI aún se considera un tema tabú y hay intolerancia frente al tema, más aún cuando eres joven y activista en una sociedad adultocentrista.
Activistas de la Red Abortando Mitos de la Sexualidad
La educación sexual integral (ESI), busca educar sobre sexualidad de forma laica, no partidista y poniendo la calidad de la enseñanza por sobre todo. Esta abarca diversos ámbitos: psicoafectivos, antropológicos y sociales.
Vivimos la sexualidad desde la infancia y en nuestro proceso de aprendizaje necesitamos acceso a información clara y completa del tema, libre de dogmas, de los prejuicios y normativas impuestas por la sociedad. Es nuestro derecho. Estamos exigiendo algo que nos corresponde.
Esto no es algo nuevo, desde el año 1926 que se imparten programas de sexualidad y en la década del 60 hasta 1973 hubo reformas política que ayudaron a mejorarlos, pero no duró mucho.
En la dictadura se quemaron archivos y no quedó referencia alguna de que esta tuviera un enfoque más amplio que el biologicista. De las cenizas se logró ir rescatando la educación sexual. Desde el 90 ya debía ser obligatoria y para todos/as. A lo largo de este proceso, Chile se comprometió a garantizarla y promoverla.
Nadie nos aseguró que esa promesa se cumpliría, y hoy enfrentamos las consecuencias que se ven reflejadas en la sociedad patriarcal, machista, binaria y heteronormada que trajo consigo los roles y estereotipos de género, la discriminación LGBTIQ+, un exponencial aumento de las infecciones y enfermedades de transmisión sexual, sobre todo el VIH, entre otras. Estas son razones suficientes para empoderarnos y presionar al Gobierno para que los derechos sexuales y reproductivos de los/las jóvenes dejen de ser invisibilizados.
A nivel de Latinoamérica, somos el país con la peor implementación de la educación sexual y sus resultados son casi nulos, las estadísticas arrojan que un 36% de los estudiantes consideran la educación sexual recibida como regular y un 34,4% la considera mala/muy mala, estamos hablando de un 75,5% de la población estudiantil que explicita no tener educación sexual de calidad.
Los políticos se llenan los bolsillos con sueldos millonarios, pero no son capaces de invertir en una educación y salud digna y accesible para todos/as. Esto es algo injusto y debemos hacerles saber que estamos conscientes de sus fallas y que las repudiaremos hasta conseguir nuestros propósitos, que en este caso es la implementación de la ESI.
Hoy alzo mi voz como activista y reclamo al sistema educacional en muchos ámbitos, pero me centro en este, lucho por una educación sexual que sea laica e integral, que no discrimine en ningún ámbito a las personas, que promueva y acepte la diversidad, que no adoctrine ni inculque religiones y/o apreciaciones personales, donde la libertad de expresión sea parte del ambiente escolar, pero por sobre todo, que sea de calidad.
También alzo mi voz por toda esa disidencia que tuvo que soportar malos tratos y rechazo, para que nunca más vuelvan a sentirse así, para que de una vez todos y todas puedan amarse por completo y liberar de sus mentes los ideales que la industria de la belleza intenta vendernos, que todos se den cuenta que no debemos ser iguales, que la diversidad existe, y que eso es bueno.
Y finalmente, para que cada persona sepa reconocerse a sí misma, a su cuerpo y a su funcionamiento, para que esté consciente que la educación sexual no es algo innecesario para la vida y para que no crean que la ESI se trata sólo de que vayan a enseñarles cómo ponerse condones o como no quedar embarazada, para que sean conscientes porque todo este tiempo se les ha ocultado información, para que sepan que aún no somos totalmente libres de decidir sobre nuestros cuerpos, para que sepan que en pleno siglo XXI millones de mujeres en el mundo -cisgénero o no- sufren mutilaciones genitales, que siguen muriendo por abortos clandestinos, que siguen siendo violadas, hechos que claramente la prensa manipula.
Tenemos las herramientas para cambiarlo, pero antes, debemos alzar nuestras voces y luchar por recibir esa educación sexual que merecemos, que es nuestro derecho, porque, de una u otra forma tienes que saber #LoQueNoHablamosEnClases.