La primera paciente con esta enfermedad fue una mujer de 54 años que, sin saberlo, se convirtió en el caso de estudio con el que el doctor Alois Alzheimer descubrió un mal que padecen alrededor de 55 millones de personas en el mundo.

Un 3 de noviembre de 1906, exactamente hace 115 años, el doctor alemán Alois Alzheimer presentó en una conferencia de psiquiatría una investigación que sin saberlo, se convertiría en el primer registro de la enfermedad de Alzheimer en el mundo.

Bajo el nombre de “Sobre una enfermedad específica de la corteza cerebral”, el informe que el médico expuso en esa oportunidad se basó en un caso de estudio centrado en Auguste Deter, una mujer de 54 años que fue derivada al Instituto para Enfermos Mentales y Epilépticos de Fráncfort, Alemania, ya que padecía problemas de memoria, insomnio, confusión e ideas paranoicas, y en ocasiones ya no reconocía su marido.

En esa época, el médico a cargo ya había visto casos semejantes al de Auguste, pero en pacientes de mucho más edad. Por lo mismo, le llamó la atención que una mujer joven presentara este tipo de síntomas, consigna la BBC.

Una mujer descubrió el efecto invernadero, pero la ciencia olvidó mencionarla

Una vez que ella murió tras estar cinco años internada, Alzheimer examinó su cerebro y encontró que “en muchas de sus neuronas existían dos estructuras anormales: placas y ovillos (fibras que se acumulan en el interior de las células), sospechosas ambas de dañar primero y matar luego a las células nerviosas”.

Uno de sus antecedentes más impactantes dentro de la investigación que dirigió, fue una conversación con Auguste en la que se evidencia su pérdida de memoria:

―¿Cuál es su nombre de pila?

―Auguste.

―¿Apellido?

―Auguste [debería haber respondido Deter].

―¿Quién es su esposo?

Auguste Deter vacila, y a continuación respondió:

―Creo que… Auguste.

―¿Su esposo?

―Oh.

―¿Qué edad tiene?

―51.

―¿Dónde vive?

―¡Oh, usted ya estaba con nosotros!

―¿Está usted casada?

―Oh, estoy muy confundida.

―¿Dónde está usted ahora?

―Aquí y en todas partes, aquí y ahora, no me culpe.

―¿Dónde está?

―Todavía estamos viviendo.

―¿Dónde está su cama?

―¿Dónde debería estar?

Se suspende la sesión, y la mujer almuerza carne de cerdo y coliflor. Sigue la entrevista:

―¿Qué quiere comer?

―Espinacas.

―¿Qué está comiendo ahora?

―Yo solo como patatas, y después rábanos.

―Escriba un cinco [eine Fünf]

―Ella escribe «una mujer» [eine Frau].

―Escriba un ocho [eine Acht].

Ella escribe «Auguste». Al escribir, dice varias veces: «He perdido, por así decirlo».