He seguido el trabajo de Ryan Murphy desde hace más de una década cuando pasaban NIP/TUCK por televisión abierta. La serie entregaba un espacio adulto con escenas sexuales que involucraba alcohol y mucha cocaína además de cirugías plásticas recreadas a la perfección.
Emitida desde 2003 hasta 2010 NIP/TUCK comenzó como una crítica hacia la vanidad y consumismo característico que antecedió los años de la crisis subprime; y para muchos pre adolescentes como yo, se transformó en una ventana de acercamiento sexual en años donde navegar por internet se limitaba a visitar incómodos ciber cafés.
Pero Nip/Tuck no tardó en desgastarse. Las temporadas progresivamente se fueron volviendo sórdidas y sin sentido, respondiendo a un culebrón venezolano de gran costo en lugar de una serie elocuente y elegante como pretendió ser desde un principio.
Observando la evolución que ha tenido Murphy con el correr de los años y tras su consolidación como uno de los favoritos de Hollywood, podemos atestiguar la caída de sus producciones respecto a su calidad y el avance progresivo de la originalidad hacia la mediocridad.
Ya sea como productor, director o guionista, Ryan Murphy logra asfixiar sus producciones recogidas desde lo más interesante que otorga nuestra cultura pop en lugar de recurrir a la guillotina, opción mucho más digna.
Considerado como uno de los favoritos del público millennial Murphy lleva décadas jugando a la devaluación de su propio producto como una consecuencia directa del consumo de sus propios seguidores.
Me explico: a fines de los noventa teníamos que conformarnos con ver nuestro programa favorito una vez a la semana y esperar a que nuestros hermanos mayores no usaran el televisor durante ese momento. Sin embargo, las plataformas online como Netflix, Amazon y Hulu cambiaron la forma en la que enfocamos nuestro tiempo y ahora escasa paciencia.
“Tenemos entonces el caso de un hombre talentoso logró ahondar en géneros como el terror, comedia y el drama siendo devorado por la maquinaria malacostumbrada a ver 10 capítulos de una serie durante el viernes por la noche”.
Tenemos entonces el caso de un hombre talentoso logró ahondar en géneros como el terror, comedia y el drama siendo devorado por la maquinaria malacostumbrada a ver 10 capítulos de una serie durante el viernes por la noche.
Se ha descrito a la generación nacida a mediados de los 80 y principios de los noventa como trasgresora de los cánones impuestos por el consumo. Pero lo anterior es falso. Todos los millennials buscan la inmediatez de manera transversal tal como dijo yorokubo en este extracto:
“Nuestra generación es ese producto que cree cuestionar el sistema, pero trabaja para él, amorfinado principalmente por las industrias culturales. Se canibalizan las subculturas, se estandarizan hasta que se agotan y quedamos dependientes del siguiente ciclo porque estamos innatamente diseñados para necesitar algo”
Luego del éxito de Glee, Murphy tuvo la tarea de retener al público joven en la televisión y fuera de las plataformas online, aunque esto signifique el sacrificio y aniquilamiento de su propia creatividad.
La devaluación sostenida de sus producciones se debe a tener que complacer a sus seguidores cada vez más exigentes. Sucedió con American Horror Story, con la irreverente e innecesaria Scream Queens y con The New Normal.
Los proyectos personales, esos que de verdad apasionan al director, no logran generar mayor entusiasmo en la audiencia. Su producción personal ligado a su amistad con Bette Davis, Feud, cerró con la mitad de sus ratings iniciales pese a ser una crítica incisiva al machismo hollywoodense meses antes de que se develaran los abusos cometidos por Harvey Weinstein. La situación se repitió con American Crime Story: the people Vs Oj
El público presta atención a lo nuevo de Ryan Murphy pero nunca parece seguir su continuidad y se debe netamente a la poca capacidad de deglución de sus fans, que lo estrujan y estrujan por culpa de la cultura del sobreconsumo. Peor aún, el panorama no luce favorecedor para ninguna mente creativa inmersa en el mundo del entretenimiento actual, aunque todo indica que HBO ya está intentando arreglar la situación.