A pesar de que los centennials figuran como uno de los grupos más preocupados por el ecosistema, también se posicionan como los primeros a la hora de comprar prendas en plataformas fast fashion como Shein. Factores como los precios bajos y las constantes actualizaciones en los catálogos se convierten en un gran atractivo a la hora de seguir las tendencias, aunque también se acusan problemas en la calidad y un daño severo en el ecosistema.

En medio de una sociedad en donde las redes sociales funcionan de manera constante y agitada, es común que sus usuarios tiendan a encontrar una amplia variedad de productos a través de canales como anuncios publicitarios, recomendaciones de influencers o videos en los que se habla sobre algún elemento comercial en específico.

Si bien, la variedad de marcas de ropa que se pueden encontrar en la actualidad es cada vez más amplia, la plataforma web y la aplicación de Shein han ganado un terreno extenso en el mundo digital y en quienes las ocupan.

Según informaciones reunidas por la revista Vogue, la firma china está valorada en cerca de 100.000 millones de dólares, es decir, el equivalente a lo que sería la suma de los valores de mercado de H&M e Inditex.

Aquello ha llevado a que se convierta en una de las más populares entre centennials, debido a que se ven más expuestos a sus anuncios en redes, a su constante actualización de prendas acorde a las tendencias y a que sus precios tienden a ser considerablemente más bajos que los que se pueden encontrar en otros comercios.

Este sistema de ultra-fast fashion, el cual genera consecuencias directas en el medioambiente con su método de producción industrial, ha llamado especialmente la atención entre adolescentes. 

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En palabras de Leire (13 años), quien fue entrevistada por el citado medio, “lo que me enganchó es que es barato y que la ropa es bastante bonita, aunque no es de muy buena calidad”. En este sentido, su madre añadió que son “prendas que aguantan bien tres lavados”.

Pero lo anterior no es decisivo en relación a los precios que pagan y a la variedad que pueden encontrar.

Otra consumidora habitual de la plataforma, María (26), contó a Vogue que incluso llegó a borrar TikTok para generar espacio en la memoria de su celular y conservar la aplicación de Shein. “Aunque intento comprar moda de segunda mano, es difícil escapar de la necesidad que la sociedad te genera de prendas y tendencias muy concretas y, además, dada la precariedad económica de muchos jóvenes, el precio es un factor determinante”, explicó. 

Según un artículo del medio especializado en la industria de la moda, Business of Fashion, “la generación Z suele ser la más preocupada por el medio ambiente, pero también la que tiene más probabilidades de comprar moda rápida”, dos factores que se encuentran entre los consumidores de Shein y otras plataformas similares en el marco de la producción masiva de prendas, tales como Fashion Nova y Edikted.

Incluso, desde Vogue España aseguraron que el creador de la segunda, Dedy Schwartzberg, ha destacado en reiteradas ocasiones que el objetivo de su compañía es “moverse rápido, mantener bajos los costes de fabricación e inundar las redes sociales”.

A eso se le suma que, en el caso de Shein, diversos medios alrededor del mundo han puesto en duda los tratos que tienen con sus trabajadores. Según informaciones reunidas por el citado medio, aquello le ha costado una extensa lista de críticas, debido a que incluso se negaron a hacer públicas las condiciones laborales de su cadena de suministro, las cuales habían sido solicitadas por las autoridades de Reino Unido.

En una sociedad en la que las tendencias cambian aceleradamente y en donde cada vez hay más ofertas, los centennials se ven posicionados en una encrucijada entre el cuidado del medio ambiente y consumir prendas desechables. Aunque el constante crecimiento de plataformas como Shein ya entregan luces ciertas luces de este conflicto.