Catalogado como el ideólogo del movimiento estudiantil del 2011, el académico y precandidato presidencial del PS cree que el Gobierno ha actuado con falta de profesionalismo y que la proclamación de Piñera fue ridícula.

Fernando Atria busca ser la carta del Partido Socialista y para eso se debe enfrentar al ex agente de Chile en La Haya, José Miguel Insulza. Una aventura que empezó a caminar desde los pasillos de Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y que espera culminar recorriendo los pasillos de La Moneda como Presidente de la República. El abogado constitucionalista, con un doctorado en la Universidad de Edimburgo, hoy es un político que reconoce que sus cercanos, respecto a la candidatura, le preguntan: “¿En qué te metiste?”. Pero este militante socialista es mucho más que un cuestionamiento retórico, ya que su principal objetivo es “conseguir una transformación total para Chile y no solo una corrección cosmética”.

¿Qué fue lo que te convenció a iniciar esta carrera a La Moneda desde la academia?

La constatación de que hay un momento especial, una demanda de transformaciones que surgen de una ciudadanía profundamente escéptica a la capacidad de la política para llevarlas adelante. Es importante poder articular esa demanda y el modo en que se realiza esa transformación. Que no es de un día para otro y que no implica ninguna de esas caricaturas absurdas de la retroexcavadora, de la aplanadora, de Chávez o de Corea del Norte.

En un momento tuviste como logo uno muy similar al de Bernie Sanders. ¿Fue intencional?

Sí, claro. Quienes lo diseñaron se motivaron por eso. Algunos criticaron argumentando derechos intelectuales, siempre por esa lógica de mercado que tienen en la política. Para mi lo fundamental es que en política no hay propiedad intelectual. Si hoy dijera “Sí, podemos” yo creo que de la campaña de Obama no tendrían problemas, al contrario, creo que estarían felices de la influencia.

Lo que viene ahora es la parte de quienes no quieren nueva Constitución y que se va a traducir en un proyecto de reforma constitucional que se va a enviar al Congreso y sabemos lo que va a ocurrir ahí: la va a recibir un senador con gorro de chef quien, como El Padrino, cerrará la puerta delante de nosotros y se quedarán en la cocina haciendo arreglos y saldrán levantando las manos diciendo que ahora tenemos nueva Constitución.

Para Fernando, el segundo gobierno de Michelle Bachelet ha sido el más reformista desde los años 90, a pesar de que asegura que los cambios no han sido suficientes o muy profundos. También, Atria dice que una de las falencias en la implementación de estos cambios se debe a una patología extraída del sistema binominal y a una falta de profesionalismo de quienes las diseñaron.

A la Presidenta Bachelet le ha costado bastante sacar adelante sus reformas. ¿Quiénes las frenan?

Se ha enfrentado a varios problemas, no es solo una la causa. Hay que asumir que este es el gobierno más transformador desde el retorno a la democracia, pero se ha actuado con una falta de profesionalismo notorio de quienes diseñaron las reformas. Para transformar, uno necesita tener poder político y este gobierno lo tuvo principalmente el primer año en el que se logró la reforma tributaria, la Ley de inclusión y la reforma al sistema binominal. Pero ese poder no venia dado porque que existiera un proyecto político, sino que venía por el apoyo que tenía Michelle Bachelet, que colapsó con Caval y que le dio un golpe funesto.


Michelle Bachelet anunció un Proceso Constituyente para cambiar la Constitución. ¿Te parece correcto ese mecanismo?

Creo que es un mecanismo que resulta tras una negociación dentro de la Nueva Mayoría entre quienes querían y quienes no querían una nueva Constitución. El proceso de consulta entre las personas fue importante, se ganó algo y creo que fue un gran paso. Lo que viene ahora es la parte de quienes no quieren nueva Constitución y que se va a traducir en un proyecto de reforma constitucional que se va a enviar al Congreso y sabemos lo que va a ocurrir ahí: la va a recibir un senador con gorro de chef quien, como El Padrino, cerrará la puerta delante de nosotros y se quedarán en la cocina haciendo arreglos y saldrán levantando las manos diciendo que ahora tenemos nueva Constitución. Eso es lo que pasa en la cocina del senador Zaldívar, donde solo cabe cierta gente, y esa gente que cabe es la que hace la política, a cuatro paredes.

¿Cómo se debe cambiar la Constitución?

Yo haría un plebiscito en el que la pregunta fuera: “¿Es necesaria una nueva Constitución a través de Asamblea Constituyente? Sí o No”. Haría que el país discutiera un tiempo este tema. Sin Asamblea Constituyente no hay nueva Constitución.

Crítico de la actual reforma a la educación superior, Atria cree que el financiamiento debería ser a través de un sistema de reparto: “En otras palabras: solidaridad, hoy por ti mañana por mi. Que deje ser un bien de mercado y sea un derecho social.  Lo entendemos poco, porque no estamos acostumbrados. Nada de lo que conocemos, ni la educación, ni la salud ni la seguridad social. La solidaridad no existe en ninguna parte”.

“Encontré bien ridícula la proclamación presidencial de Piñera”

 En la última elección presidencial habían más candidatos en primera vuelta que en la primaria y hoy pareciera que se va a repetir la situación. ¿La ley de primarias es más en beneficio de los partidos que para la gente?

Lo que ha habido es una creciente deslegitimación de la política, que es vista como si fuera el negocio de los políticos y, de hecho, muchos políticos actúan como si fuera su boliche. Entonces, cuando aparece un político no tradicional, que no tiene una carrera política lo llaman como si fuera un aparecido .

¿Qué piensas de eso?

Bueno, algo de eso hay. Una vez escuché a Lucía Durán, la cónyuge de Ricardo Lagos, decir que hoy cualquiera podía ser candidato presidencial. Yo le diría que en alguna medida esa es la promesa democrática, que no se necesita ser hijo de, o amigo de, o tener tal título universitario para ser candidato. Es algo bueno. 

¿Qué es lo que representa Sebastián Piñera?

Representa la fusión de intereses particulares e intereses políticos. Es alguien que ha dado muestra de no ser capaz de distinguir su interés privado del interés como presidente.

¿Y por qué lidera las encuestas? ¿Crees que son una forma de medición válida?

No, no realmente. Las encuestas son todas vinculadas a la derecha, una que cuando le conviene a Piñera se suspende y otra que es una compañía encuestadora fundada por un ex funcionario de su gobierno y que le hacía las encuestas cuando estaba en La Moneda. No estoy acusando, solo estoy constatando. Me sorprende mucho que cuando se comentan encuestas todos los comentaristas ignoran que quienes hacen las encuestas también son seres humanos. Las encuestas no son plurales, y en Chile y en el mundo han tenido fracasos notorios. Las encuestas son sucedáneos del argumento y de las ideas.

¿Qué te pareció la proclamación del ex presidente Piñera?

Lo encontré bien ridículo. Es tan obvio que a Piñera le encantaría ser candidato a la Presidencia de los Estados Unidos. Él sabe que no puede ser, entonces yo creo que debe decir, “por error no puedo serlo, porque nací en Chile, pero haremos todo lo posible para que así sea”. En ese discurso y en los anteriores decía :”Dios bendiga a Chile”, o sea “God Bless America”. Es como ridículo. Uno ve esa proclamación y es calcada a una proclamación de un candidato republicano. En cuanto al formato, es un poco ridícula. En cuanto al contenido, refleja muy bien la posición de la derecha, la cual cree que todo lo hecho en los últimos cuatro años es un error y que lo que necesita Chile es más neoliberalismo.

¿Cómo ve el posicionamiento de Alejandro Guillier?

Para tener su posición, tenía que ser un outsider, porque con la política la ciudadanía no quiere nada. No podía ser un político más. La mejor carta de presentación de un político hoy es decir que no eres político.

¿Crees que los medios te muestran poco?

Supongo que en la televisión aparezco menos de lo podría aparecer. Antes, me invitaban más a la televisión que ahora que soy candidato. Hay que lidiar con eso, no me quejo.