La edición 2017 del Festival Nómade convocó a Matanza, Nicola Cruz y los Gaiteros de San Jacinto en una mezcla improbable pero que tiene sentido cuando estás en un paraíso como Manquemapu. ¿Festival de Viña? Amigx plz.


Con más de 500 asistentes de 23 países diferentes, entre el 8 y el 13 de Febrero, se desarrolló la tercera versión del Festival Nómade en Chile. Un encuentro itinerante que combinó música, arte, turismo sustentable y, por sobre todo, una oportunidad de intercambio entre diversas culturas en una paradisiaca y desconocida playa incertada en el corazón del territorio Williche de la X Región.

Manquemapu: Un paraíso desconocido

Cuando partimos al festival, nunca dimensionamos la magnitud del entorno que nos recibiría durante los próximos seis días. Viajamos desde Santiago en dirección sur y a la altura de Purranque tomamos un desvío en dirección oeste. Luego de dos horas aproximadamente de viaje y una vez cruzada la cordillera de la costa, no podíamos creer la imponencia de la flora y fauna del lugar. Rodeados de arrayanes, coigues y un sorprendente cementerio de alerces milenarios nos encontramos con playas paradisiacas donde nadan ballenas azules, orcas, delfines y pingüinos de humboldt. Una vez llegado al borde costero, tanto voluntarios como asistentes nos reunimos para iniciar una caminata de 10K, o dos horas y media, para llegar al lugar donde se desarrollaría el festival.

Manquemapu en mapudungún significa Tierra de Cóndores y pertenece al área silvestre protegida Lafken Mapu Lahual, uno de los centros de diversidad biológica más grande del planeta. Tradicionalmente las comunidades de esta zona trabajan en el sector forestal produciendo tejuelas de alerce y realizando pesca artesanal, sin embargo con la llegada de Nómade, se ha comenzado a desarrollar una organización que permite generar nuevos recursos para las familias locales en base al turismo ecológico. Durante el festival, los locatarios ofrecían diversas comidas tradicionales como caldillos de mariscos, empanadas de locos y ayudaban además en la producción, montaje y traslado de personas.

El intercambio cultural: Talleres, ceremonias y la creación de una comunidad

Uno de los aspectos que más me llamó la atención a la hora de decidir asistir a este encuentro era la diversidad de talleres que ofrecía la programación. Las actividades consideraban desde tai chi, stand up paddle, yoga, danza, trekking, hasta clases de voz, creación de deshidratadores, artesanías, bosque comestible, bioconstrucción y reconociminento de aves, por mencionar algunos. De manera complementaria a estas actividades, también se desarrollaron diversas ceremonias abiertas a todos los asistentes, como fuegos oma, rapé y la tecnología ancestral de los temazcales, que desde mi perspectiva todas las personas deberían darse la oportunidad de participar en alguno, dado su gran poder para agudizar la visión y potenciar cambios sanadores.

Lo más interesante de estas actividades, es que fueron dirigidas por voluntarios que provenían de diversas partes del mundo, por lo que la calidad del intercambio cultural es un punto a destacar. De hecho, como proporción, el 70% de los asistentes del festival provenían de otros países. Los primeros dos días del Nómade estuvieron directamente orientados a estas instancias, ya que desde el tercer día en adelante se activaba la música. Al principio creí que era un formato extraño, ya que me motivaba mucho la idea de escuchar los sets de algunos músicos invitados, pero finalmente entendí que ese comienzo orientado al intercambio cultural y el relacionamiento, logró crear una sensación de comunidad que volvió más integrada la experiencia de la música en la pista de baile, porque ya nos conocíamos.

Música Nómade: el nuevo sonido latinoamericano

Cuando estaba en Santiago revisando las características de este festival me encontré con una curatoría de músicos muy diferente a lo habitual. Cuando analicé el estilo de los artistas que convocaban me sorprendí al ver que todos se enmarcaban en un techno con un bpm más lento de lo habitual y, por lo general, con samplers de instrumentos tradicionales latinoamericanos, folklore de pueblos nativos, rezos, cantos y paisajes sonoros provenientes de la naturaleza.

Investigando esta nueva camada de músicos encontré el sello Zizek, una plataforma que reúne a muchos artistas que trabajan en la misma estética musical y que están directamente conectados con los creadores de Festival Nómade. Sin lugar a dudas King Coya, es uno de los precursores de este nuevo estilo, que ha influenciado gran parte de la creación de proyectos como Matanza, Nicola cruz o Acid Pauli, al entrelazar sonidos tradicionales y folklore con beats electrónicos.

Para el inicio de la programación musical del viernes y sábado fueron invitados dos destacados folkloristas. El primer día abrió Beatriz Pichimalén (en la foto), cantante argentina de origen mapuche, quién interpretó diversas historias y cantos que dan cuenta de su búsqueda, rescate y difusión de la cultura mapuche y otros pueblos originarios lationamericanos.

El segundo día los encargados de abrir el escenario fueron los Gaiteros de San Jacinto, grupo de cumbia tradicional colombiana que preserva ritmos y sonidos antiguos dada su herencia precolombina, hispánica y afro.

El primer headliner en presentarse fue Nicola Cruz, destacado productor que con su música invoca los paisaje y rituales de su tierra natal, Ecuador. Con elementos andinos y amazónicos su música explora las mitologías ancestrales y las tradiciones folklóricas bajo una configuración contemporánea cercana al techno y el down tempo.

Nu fue la segunda nota alta del festival. Tomando influencias de Perú y Alemania, Nu logra configurar un estilo que transita por diversos géneros musicales. Samplers vocales junto a otros recursos instrumentales se mezclan con beats electronicos para producir ritmos sólidos en paisajes minimalistas. Muchas veces básico en sus combinaciones, este productor logra crear secuencias que conecta intensamente a las personas con el baile.


Pigmalião
, director del sello Frente Bolivarista, es otro descubrimiento muy interesante. La música de este productor brasilero es el resultado de una investigación sonora con referencias de raíces latinoamericanas y elementos originarios de otras partes del mundo. Lento pero seguro, este nuevo sonido crea atmósferas amazónicas perfectas para moverse.

Matanza, sin duda es el proyecto más destacado del festival. En perfecta armonía con este nuevo sonido latinoamericano, el trio chileno logra generar una combinación perfecta entre el techno y el folklore con tránsitos fluidos e ininterrumpidos, revitalizando las raíces locales hacia un formato contemporáneo. Su propuesta en formato banda, genera una experiencia sonora sorprendente al crear sonidos en tiempo real con una sofisticada selección de vientos, percusiones, voces y beats.

Proyecto Nómade: Pasado, presente y futuro

El proyecto Festival Nómade tiene una historia de 5 años de gestación. Como toda idea, antes de llegar a llamarse “festival” tuvo diversas etapas que han logrado posicionar esta iniciativa como una prometedora plataforma emergente a nivel creativo, comercial y cultural.

Todo comienza el año 2013 cuando crearon el proyecto Rave Social: una fiesta itinerante que comenzó en el Cellar en Santiago y se extendió al sur de Chile bajo el concepto “South Trip”. Luego de un positivo comienzo, en el año 2014, decidieron impulsar la primera versión de un proto-festival llamado “Caleta Condor”, por el lugar elegido para su realización. Por la inexperiencia frente a los procesos logísticos y de producción que implica un evento de este tipo, se volvió cuesta arriba para sus realizadores. El acceso en esa oportunidad significaba tomar un bote por 3 horas o caminar 10 horas por un camino de integración indígena, lo que trajo muchas complicaciones a nivel de convocatoria e implementación técnica. Para simplificar el formato, pero sin perder el valor del entorno, decidieron que la próxima versión tendría lugar en su ubicación actual, Manquemapu.

Su primera versión en ese lugar fue el 2015, donde recibieron a invitados internacionales que estaban emergiendo dentro de este estilo musical. Esta fue la primera versión de Festival Nómade propiamente tal. Ya en el año 2016, con más experiencia, desarrollaron la segunda versión del festival, donde incluyeron las actividades de extensión, teniendo una respuesta muy positiva por voluntarios y asistentes. En ese momento los directores Tom Galvez, Jose Alarcón, Dayane Hannigan y Javiera Epple decidieron comenzar a viajar a diversos festivales para entender nuevos formatos y crear una red internacional de colaboración. Fue así como conocieron Fusion Festival, el destacado festival de música electrónica berlinés realizado en hangares soviéticos abandonados y que su realización, a nivel de modelo de negocios, no contempla ninguna marca como sponsor. Eso los inspiró a pensar un modelo comercial independiente, que en Chile es casi inexistente.

Durante el año 2016 el equipo nómade tuvo su primer proyecto fuera de Chile. Primero fue una pequeña fecha en Francia y luego viajaron a Berlin, ya que gracias a la dj y amiga Marta Van Straaten, les ofrecieron la curatoría de 28 horas de música en el famoso club KaterBlau en colaboración con el sello que acoge a Acid Pauli. Luego de eso se trasladaron a Colonia, Alemania, para desarrollar la primera versión del Festival Nómade fuera de Chile, logrando una excelente acogida. El próximo punto de acción fue el festival WildeMohre, donde fueron invitados a producir el arte y conceptualizar la programación musical de uno de los escenarios. Con todo ese recorrido hecho, en el segundo semestre del 2016, se trasladaron a Bahía Aguacate, Colombia, para hacer la primera versión del Festival Nómade en ese país, donde fueron contactados por el Hotel Nómade de Tulúm, Mexico, para, posterior a esa fecha, encargarse del booking del lugar. Con toda esa experiencia y contactos reunidos, volvieron a Chile para desarrollar la versión del Festival Nómade 2017 que acabamos de vivir. Actualmente el equipo ya tiene agendadas fechas desde junio en Croacia y Berlín, para luego en agosto moverse a Estados Unidos a desarrollar proyectos y luego trabajar el booking para un evento de año nuevo en Guatemala, reuniendo nuevamente más experiencia para la versión 2018 que se realizara en Chile durante febrero.

Así es como el equipo Nómade crea experiencias culturales en torno a la música, promoviendo el orgullo de ser latinoamericanos y visibilizando identidades más conectadas a las raíces, transformando su nombre, más que un festival, en un estilo de vida.


Por Nicolás Bascuñán. Psicólogo y gestor cultural