La científica británica, quien fue especialista en materia de rayos X, trabajó junto a William Astbury en un modelo que luego recogió la doctora Rosalind Franklin y que después inspiró a James Watson y Francis Crick para la presentación del ácido desoxirribonucleico al mundo en 1953. Si bien, actualmente no figura mucha información acerca de su carrera, un reciente artículo de investigación reveló más detalles acerca de su trayectoria profesional.
A pesar de que la doctora Florence Bell preparó el camino para uno de los hallazgos científicos más importantes de la historia hace 84 años, aun es difícil encontrar información extensa acerca de su trabajo. Pero un reciente artículo publicado por el escritor Kersten Hall en la revista de investigación, The Conversation, reveló algunos de los hitos más importantes acerca de su carrera.
La británica estudió ciencias naturales en el Girton College de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, recinto académico del que se graduó en 1936, para luego trasladarse a Manchester a adquirir más conocimientos en el laboratorio de Lawrence y William Bragg, padre e hijo que en 1915 recibieron el Premio Nobel de Física por sus avances en cómo los rayos X pueden ser utilizados para analizar estructuras cristalinas.
En esa misma época, el físico William Astbury se encontraba en desarrollo de una investigación en la Universidad de Leeds, en la que tomó los métodos descubiertos por Bragg para aplicarlos en el análisis de fibras biológicas como la lana. Dentro de ese estudio, el científico descubrió que su estructura era similar a la de una cadena molecular que podía estirarse o apretarse y que estaba formada por la unión entre aminoácidos.
Pero para continuar con su trabajo, Astbury necesitó de la ayuda de una especialista que tuviese experiencia en el contacto con máquinas de rayos X, por lo que le pidió a Florence Bell que se trasladara a su laboratorio en 1937 para que trabajaran juntos.
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Ella aceptó y siguió desempeñándose en esa área, la cual todavía no era común en aquellos años. De hecho, la tecnología de ese momento le significaba pasar cerca de 10 horas diarias al interior de una pieza oscura, con una serie de máquinas de alto voltaje a su alrededor y tubos calientes que eventualmente podrían haberle significado un peligro, pero aquello no le importó, ya que estaba concentrada en la idea de presentar un nuevo hallazgo científico.
Y, precisamente, aquello se concretó solo un año después, en 1938, cuando Bell y Astbury presentaron un modelo inicial de la estructura del ADN, el cual luego recogió la doctora Rosalind Franklin y que más tarde inspiró a que James Watson y Francis Crick estudiaran este fenómeno en profundidad y lo presentaran al mundo el 25 de abril de 1953, a través de una publicación en la revista científica Nature.
A finales de la década del 30 y principios del 40, la investigadora era una de las pocas expertas en materia de rayos X, pero su carrera se vio amenazada cuando, en 1941, las Fuerzas Armadas la llamaron a ejercer su servicio militar. Si bien, tanto ella como Astbury trataron de justificar con el argumento de que estaba aportando a la humanidad a través de sus labores profesionales en el laboratorio de la Universidad de Leeds, las autoridades de la Oficina de Guerra no cedieron ante sus puntos.
En el entrenamiento, Bell conoció a un militar con el que más tarde se casó y con quien decidió trasladarse a Estados Unidos con el objetivo de formar una familia. Inicialmente, consiguió un empleo como química industrial, pero después dejó de ejercer para dedicarse al cuidado de sus cuatro hijos.
Uno de ellos, Chris Sawyer, manifestó a The Conversation que su madre participó en el desarrollo del radar de alcance mientras estuvo en las Fuerzas Armadas, además de que fue la primera mujer en la Royal Air Force One en usar pantalones. Pero a pesar de todos sus logros, se presume que cuando la científica murió en el 2000, su certificado de defunción la describió como “ama de casa”.
El libro The Man in the Monkeynut Coat: William Astbury and How Wool Wave a Forgotten Road to the Double Helix de Kersten Hall, el cual será publicado en marzo de este año a través de Oxford University Press, abordará la historia de Florence Bell en una de sus secciones, pero hasta el momento, aun no figura ninguna título mainstream y de fácil acceso dedicado exclusivamente a su trabajo científico y su trayectoria profesional.