por Macarena Gallardo

Forever 21 se declaró en quiebra, lo que conlleva a que 350 de sus 800 tiendas a nivel mundial cierren sus puertas.

Para muchos esta tienda era sinónimo de moda “haute couture” pero a bajos precios y con una accesibilidad inmediata. Por esta razón todos en 2013 estábamos vueltos locos con la apertura de la primera tienda en nuestro país: tendríamos las tendencias actualizadas y al alcance de nuestra manos.

Obvio que al principio todo era color de rosa y muy parecido a lo que Forever 21 presenta: un monstruo de las ventas y un lugar donde cualquier amante de la moda quisiera trabajar.

Ese fue mi caso. Desde pequeña me ha interesa el mundo de la moda y siempre me gustó la rapidez que entregan estas marcas como Forever 21, Zara y H&M. Para mí era un sueño trabajar ahí, sobretodo porque cada vez que iba como clienta veía que las vendedoras eran de la misma onda, se notaba que todos tenían un cierto gusto por las tendencias.

Cuando postulé- hace más de un año atrás- al cabo de una semana más o menos recibí la noticia de que había quedado seleccionada. Era cansador pero estaba feliz porque hacia algo que me gustaba, atendiendo personas y asesorándolos con lo que deberían comprar y por qué.

Me enseñaron todo lo que no se ve como cliente como qué ropa debe ir en qué lugares y por qué. No me costó acostumbrarme y estaba realmente a gusto, feliz de estar trabajando para una marca tan grande y que quizás más adelante me daría oportunidades de subir de cargo y aprender con ellos.

En ese entonces todo estaba tranquilo, ya que los rumores de la quiebra eran solo eso, rumores y no se esparcían todavía hacia los medios. Las distintas colecciones con artistas estaban salían seguido, lo que indicaba que en ventas iban bien. Además acá en Chile las influencers de la marca iban a las tiendas y subían permanentemente material en sus redes sociales, mostrando las cosas que había en la tienda y las ofertas y la gente llenaba las tiendas día tras día.

Recuerdo perfectamente cuando comencé a leer en redes sociales que la empresa estaba pasando por un mal momento, sobretodo en EEUU, Japón y Europa. Las ventas no eran lo mismo en tiendas, el comercio online estaba creciendo mucho, los constantes escándalos de plagio y uso de imagen eran más recurrentes y la conciencia respecto al medio ambiente crecía por lo que muchos dejaron de consumir el Fast Fashion que muchas marcas entregaban. No me preocupé, casi todos estos problemas eran de otros países y por lo general no nos afectan tanto aquí.

A medida que pasaba el tiempo, las metas dejaron de cumplirse y la única manera de que se pasaran era en épocas fuertes como Navidad. El cambio se empezó a notar. Pero mi esperanza seguía intacta porque si bien ya en Estados Unidos se hablaba de que la cultura de ir al mall se había terminado acá las cosas al menos en los pasillos, seguían igual.

Finalmente fui despedida. Al momento de tener la reunión solo se me informó que las razones eran simplemente “necesidades de la empresa”. No voy a mentir, sentí demasiada rabia porque era un lugar donde me sentía a gusto trabajando, me decían constantemente que lo estaba haciendo bien. Yo era una más de esas personas que trabajaban en Forever 21 para ahorrar, pagar cuentas y estudiar.

Después de irme igual seguí en contacto con mis amigos que aún trabajaban en la tienda. Así me enteré que mi despido no fue el único y a medida que pasaba el tiempo, el número comenzó a aumentar.

Mis ex compañeros me contaban que el ambiente era de confusión y tensión. La información era en todas partes distintas. Unos decían que se debía a “necesidades de la empresa”, otros decían que estaban sacando a los “cachos” que ya no servían en los cargos que estaban y otros, que los rumores sobre que la marca se venía abajo estaban tomando fuerza.

Para el momento en que se confirmó que Forever 21 se había declarado en quiebra muchos de mis amigos ya no trabajaban tampoco ahí. Los que quedaban, o quedan, dicen que oficialmente a ellos no se les ha dicho nada pero saben lo mismo que se ha dicho en medios: en nuestro país por el momento no se cerrarán tiendas.

Con el tiempo mi rabia contra la empresa disminuyó y se convirtió en pena porque entendí que mi despido era uno de tantos que venían.

Quiero dejar muy en claro que estoy consciente de que la industria del fast fashion tiene que hacer un cambio radical en sus procesos para volverse competitivo dentro de una generación ambientalmente consciente. Sin embargo, este descargo va por otro lado, uno que nadie ha tomado en consideración.

Por más que digan que a nuestro país la quiebra de Forever 21 no lo afecta directamente, si lo hace, y a quienes más golpea- independiente de los análisis macro económicos, de marketing – es a gente joven que necesita ese tipo de trabajos para costear sus estudios, ayudar a sus familias, etc.