Por Felipe Marín y Valentina Muñoz

“03:00 hrs a 06:00 hrs. Viaje de Santiago a Valparaíso. Detalle: Auto vigía 1 km adelante entregando información de carretera. Perro matapaco tapado. (…)”. Así comienza el organigrama que planificó un movimiento arriesgado y clandestino para movilizar la estatua original del perro emblema. Su destino final: llegar hasta la Quinta Vergara en el marco del Festival de Viña.

Antigala

La primera parada del monumento canino fue el Auditorio Guillermo Bravo en Cerro Cordillera, Valparaíso. Sobre canchas de tierra atravesadas por una alfombra negra sucia, docenas de personas celebraron sin violencia una contragala en protesta al tradicional evento del festival que, por primera vez, no se realizó.

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Carnaval por la dignidad

Un día antes del festival, cientos de manifestantes recorrieron las calles de la Joya del Pacífico con bailes, consignas e intervenciones. Como si Valparaíso fuera la némesis de Viña del Mar, significó el lado oscuro de la dualidad que ocurría en la conurbación de la Quinta: por el norte la ciudad de flores se preparaba para un festival colorido y glamoroso; hacia el sur y desde la Plaza Sotomayor, los trajes oscuros y las capuchas invadieron el puerto.

La Primera Línea estuvo presente al frente de la marcha.

Viña, jardín distópico

Entrar al festival era una experiencia un tanto oscura. Distinta a años anteriores. Carros lanza aguas y piquetes circundaban la entrada de la Quinta Vergara, por calle Errázuriz. “Hubo días en los que había tantos policías como manifestantes”, dicen testigos.

Como si fuese sacado de un film ciberpunk, helicópteros, drones y portones especiales para los “guanacos”, “zorrillos” y vehículos policiales generaban una atmósfera distópica y atípica. Una voz impávida repetía desde un megáfono: “La entrada al festival es hacia el oriente por la calle Prieto, siguiente cuadra; la entrada al festival es hacia el oriente por la calle Prieto, siguiente cuadra”.

La Brigada de Reacción Táctica de la PDI, que no se ve normalmente en público, estuvo presente en el festival.
Infraestructura especial para los cuerpos policiales rodeó el recinto: en la foto, un portón mecánico servía a medida para la entrada y salida de vehículos de Fuerzas Especiales.

Ciudad en llamas

Viña, la ciudad bella, comenzó a arder desde el domingo en la noche, durante la primera jornada del certamen. La asistencia policial no fue suficiente para detener los siniestros ataques a puntos emblemáticos como las afueras del Hotel O’higgins, autos que circundaban la “zona cero” y una automotora cercana al lugar. No se registraron civiles lastimados por las protestas incendiarias.

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Fotos: Felipe Marín A. (@angulos_dispersos)