Alexis Carrasco fue atacado por un ciclista de vereda luego de que le pidiera bajar la velocidad y demuestra que una Ley que no venga acompañada de una campaña que inculque cultura víal es más un problema que una solución.


La Ley de Convivencia vial no es más que otra táctica errática del gobierno que se suma a la “nueva pacificación de la Araucanía” a manos del Comando Jungla, que tuvo resultados fatales tras el asesinato de Camilo Catrillanca; o el plan de retorno para inmigrantes que parece no ser más que una mediática deportación.

La Ley de Convivencia Vial hasta el momento parece que solo beneficia a Carabineros, quien se han visto con la facultad de cursar partes como locos tras pocas semanas de su implementación, la cual no ha venido acompañada de ni una sola campaña educativa.

Hasta la fecha se han cursado 603 partes en todo Chile, correspondiendo 444 de ellos sólo en la Región Metropolitana.

Y es que los cambios culturales, la adecuación al ciclismo urbano de una ciudad no es algo que se pueda hacer solamente con leyes. Requiere educación. E infraestructura. No se necesitan solo cascos y chalecos reflectantes sino también mejores ciclovías pero por sobre todo información, cultura vial. Aprender a compartir los espacios.

De lo contrario, lo que sucedió era de esperar. Desde la promulgación de la Ley, que no tuvo ni dos horas de marcha blanca, se podía ver como entre ciclistas, automovilistas y peatones ahora se miraban con recelo, con ganas de putearse a la menor provocación posible. Esto, que siempre fue así, ahora se veía envalentonado con la idea de que hay ahora una Ley.

El siguiente relato da cuenta del fracaso de una Ley que busca imponer por la fuerza el sentido común, uno que en Santiago al menos parece, totalmente perdido.

“Me lo topo en Avenida Suecia, de frente a cierta distancia y le hice una seña para que bajara la velocidad. No me vio. Me rozó y cuando pasó al lado mío le dije baja la velocidad, huevón”, comenzó contando Alexis Carrasco para el diario Las Últimas noticias.

Nunca esperó lo que vino después. El ciclista dejó de lado su bicicleta y se abalanzó contra el ingeniero civil golpeándolo repetidas veces: primero patadas que iban directamente a su cabeza y puñetazos que pudieron llegar a mayores contusiones si la gente presente en el lugar no lo hubiese detenido.

“Tengo una fractura en la corona tibial en toda la rodilla” sostuvo Carrasco, que debió ser operado.

Esta se trata de la agresión más violenta desde que comenzó la ley de convivencia vial, que obliga a los ciclistas a circular por la verdad cuando no existe una ciclovía para hacerlo, como sucede con Avenida Suecia.

Diferentes expertos han recalcado la peligrosidad que esta ley presenta en relación a la seguridad de los peatones, que son los más expuestos a sufrir accidentes, sobre todos los niños pequeños.