Pensemos en los 80: nuestras familias se reunían a ver televisión en el único lugar donde se ubicaba en la casa. Los supermercados eran una rareza, y los almacenes de barrio competían por satisfacer las necesidades de una comunidad. Una persona tenía que ser increíblemente cuica para tener unas zapatillas Adidas; olvídate del sushi y de un café que no fuese alguno de tarrito.
Bueno, ahora piensa en los 90: tv cable, Friends, más opciones para comer, Reñaca, estelares de televisión, más conciertos y un frenesí inmobiliario que llenó el centro de Santiago de edificios de dudosa calidad. En los 90 Chile se convirtió en uno de los mayores consumidores de cocaína del mundo, y también el mayor comprador de autos de América Latina, y el segundo más depresivo después de Corea del Sur.
Hemos cambiado desde ese frenesí, y la verdad, es que no, no es nuestra imaginación. La tendencia mundial da cuenta de ello, y el resultado no es gratificante o feliz: la evidencia nos muestra que somos -aquellos nacidos a fines de los ochenta y la primera parte de los 90- una generación con menores sueldos, menos oportunidades y con una vida mucho más cara, que la que tuvieron nuestros padres.
Si tuviste el privilegio de ir de vacaciones con tu familia, probablemente te sorprendes porque ahora parece que costear una bendición es impagable, y no eres tú, es porque de verdad la vida se ha vuelto mucho más cara y los sueldos son menores que hace una década y media según la información empírica que te mostraremos a continuación.
Existe gente que odia a los jóvenes mediante un discurso exitista sin fundamentos: que somos flojos, que no queremos comprometernos, que no nos esforzamos lo suficiente, que somos sensibles. Bueno, la próxima vez que te digan que ser “milenial” es todo eso, cuenta hasta 10 y explícales los verdaderos factores que involucran el empobrecimiento de una generación completa (y ojo, que la situación es mundial pero en Chile tiene factores mucho, pero mucho más profundos).
Generación no dispuesta a endeudarse
En Chile, un estudio señaló que los productos de primera necesidad han aumentado un 70% en solo 5 años. Sin embargo, en los países del primer mundo, aquellos que componen la OCDE junto a nosotros, los alimentos y sus precios han disminuido un 21% en promedio. Los expertos sostienen que el alza de los insumos como vivienda, comida, gasolina y vestimenta en nuestro país, se debe a una floja política cambiaria donde nos afectan en demasía las fluctuaciones del dólar.
Como sea, esta situación ha llevado a que 41% de los chilenos esté endeudado, siendo casi 5 millones de compatriotas en edad para trabajar que deben lidiar con deudas para poder sobrevivir. Ni hablar de los millones de pesos que uno debe solo pagar para estudiar gracias al famoso CAE ¿Cómo se supone que uno pague tremenda deuda frente a un sueldo que no alcanza muchas veces para irnos de la casa de nuestros padres como sucede con un gran porcentaje de las personas que se ven llegando a sus treinta sin poder independizarse gracias a esta situación?
Sueldos paupérrimos y miserables
Nuestro país ha crecido, pero los sueldos no han ido acorde este crecimiento. Bueno, solo algunos sueldos sí, pero son los que representan al 1% de la población. La fundación Sol, explicó con manzanitas la situación salarial de todos los chilenos, según un informe detallado: 50,6 de los trabajadores en Chile gana un sueldo menor a 380 mil pesos, mientras que solo un 15%, gana más de 800 mil.
Si lo llevamos al sector joven, el nuestro, la cuestión es dramática:
Actualmente 1,3 millones de jóvenes entre 18 y 28 años se encuentran ocupados, lo que representa el 16,7% del total de ocupados en Chile. Según la investigación, el 50% de los jóvenes gana menos de $316.000 y solo un 20% gana más de $500.000 líquidos por su ocupación principal. En el caso de las mujeres, el 50% gana menos de $300.000 y solo un 30% gana más de $400.000.
Fin de la clase media
Se dice que los jóvenes están matando diferentes industrias: la industria de los matrimonios, la industria inmobiliaria, la industria de la carne, y la industria de todo lo que sea medianamente caro o simplemente no involucre un gasto innecesario. Los jóvenes de ahora son más precavidos, se pueden dar gustos de vez en cuando, pero saben que no pueden pedir un crédito de consumo para comprar estupideces porque la situación es difícil. En síntesis: la carreras son caras, no hay trabajo, y si lo hay, no es bien pagado como para vivir como nuestros padres y poder mantener a una familia con casa y perro en el antejardín.
Este encarecimiento de la vida en general está matando la clase media. En 10 años los milenials no serán jóvenes entusiastas en busca de trabajo remunerado, sino adultos de tomo y lomo que se preguntarán dónde se fue esa vida prometida antes de la PSU al salir del colegio. Es la clase media, aquella parte de la población más numerosa de Chile, la que necesita más atención por parte del estado, y los jóvenes debemos tomar en cuenta la situación en la que nos encontramos, para votar a conciencia, y ser capaces de revertir esta situación.