Solamente tienes que buscarla en la categoría “thrillers” en Netflix y tendrás esa dosis de terror psicológico audiovisual que tu mente tanto desea.

Probablemente si el estreno del Juego de Gerald (Gerald’s Game) hubiese sido hace 15 años, habría pasado piola transmitiéndose de forma recurrente en los viernes de trasnoche por La Red.

La industria dedicada al género del terror siempre ha privilegiado los efectos especiales y los litros de sangre antes de darle espacio a una trama que involucre pensar un poquito. Por esta razón, muchas películas –ahora consideradas obras maestras- quedaron relegadas al culto generando modestos ingresos en la taquilla doméstica.

El juego de Gerald funciona a la perfección porque toca el miedo contemporáneo de estar solos en todos los sentidos posibles. Nuestra personalidad busca siempre la aceptación o compañía de otros haciendo que maquillemos defectos y características de los que nos asusta y al mismo tiempo, avergüenza.

Netflix llegó para cambiar las reglas de la industria dedicada al terror actuando de forma inteligente beneficiando tanto a Stephen King –que solo tuvo que sentarse a esperar que sus obras tuvieran las adaptaciones que se merecen- como a nosotros.

La Adaptación de El Juego de Gerarld llegó tarde por dos motivos: el primero es que una mujer atada a una cama con esposas y que busca la manera de sobrevivir con el correr de los días, tiene un argumento bastante similar al de Misery, otro clásico de Stephen King.

La segunda razón es que en un mundo acostumbrado a los zombies y las niñas exorcizadas, la pedofilia –trama central de la película- no es algo con lo que los directores de cine se quieran arriesgar.

El Juego de Gerald funciona a la perfección porque toca el miedo contemporáneo de estar solos en todos los sentidos posibles. Nuestra personalidad busca siempre la aceptación o compañía de otros haciendo que maquillemos defectos y características de los que nos asusta y al mismo tiempo, avergüenza.

La soledad retratada en la película es dual: el estar abandonado en medio de la nada, atado a una cama con un marido muerto desangrándose en el piso, y esperar la muerte con nuestros propios recuerdos y traumas que nos aquejaron durante la infancia. No hay nada peor que la vida se termine con un epílogo que nos recuerde lo mucho que sufrimos cuando niños y las mentiras que ese dolor nos llevó a vivir como adultos.

La película también retrata la soledad y la supervivencia de la forma más cruda, pero piénsalo dos veces si crees que se trata de un thriller psicológico y no hay escenas que te hagan cerrar los ojos porque –alerta de spoiler- un perro comiéndose el cuerpo de tu pareja no es algo suave o fácil de digerir. Tampoco lo es ver como la protagonista termina por zafarse de la cama.

Eso sí, la adaptación es tan leal al libro, que incluyó un final que según muchos fans y espectadores estuvo de más. Es cierto, la película pudo prescindir de sus últimos 8 minutos al entregarnos un desenlace bastante sonso y digno de una teleserie mexicana, pero según su director fue algo necesario.

“Es esperable que el epílogo sea el centro de las iras de las personas sientan como “Oh, estaba tan enganchado y luego argh, ese final”. Pero eso es lo que sucede en el libro. Nunca hubo un momento en el que se sintiera que era correcto hacer la película sin ese final, para bien o para mal” señaló Mike Flanagan para el sitio Bloody Disgusting.

El Juego de Gerald funciona de forma increíble y denota que el éxito del thriller psicológico con un trasfondo social llegó para quedarse –sumándose a la fórmula impuesta por Get Out, It Follows y The Babadook-. Definitivamente te hará pensar dos veces antes de ponerte kinki con tu pareja en medio de la nada.