Los ídolos pop son los nuevos santos, qué duda cabe. A 22 años de su muerte recordamos cómo fue que Gilda pasó de estrella de la música a objeto de devoción espiritual.

Nada es perfecto. Todo se resume a pequeños destellos de felicidad entre las microcomunidades que vamos formando con el paso del tiempo y las relaciones que establecemos. Gilda supo enmarcar los sentimientos más dolorosos en pequeñas piezas musicales de tres minutos de duración.

Hoy se cumplen 22 años de su muerte, y así es como la recuerdo.

Era 1996, en la ruta 12, kilómetro 129 camino a Concordia en Entre Ríos. En el camino y en dirección contraria, dos camiones con origen brasileño se dirigían por la ruta. En un momento, uno de los camiones que transportaba fierros de grandes dimensiones, decide adelantar sin darse cuenta que venía el bus del tour de Gilda y se produce un choque en el que murió el chofer, tres músicos, Gilda, su madre y su hija mayor.

Hoy existe un santuario en su honor, incluso desde antes de su muerte los fanáticos ya la catalogaban como una santa popular, de hecho se le han atribuido varios milagros.

Sus ahora fans y fieles han enaltecido la figura de Gilda como una santa. En el santuario que se creó en el mismo lugar del accidente, llegan con regalos por los favores concedidos.

Sus restos descansan en la tumba número 3635, en la galería 24 en el Cementerio de la Chacarita en Buenos Aíres.

“Empecé a ir al cementerio (donde Gilda está enterrada) porque en un estudio me salió un fibroma y me tenían que operar. Así que fui y le dije: si es verdad que hacés milagros, hacé que no me operen. Y si lo cumplís voy al santuario (en la ruta 12), me bajo del micro y voy de rodillas. Y también voy todos los domingos a la Chacarita . Una semana antes de que me operaran, los médicos no lo podían creer, pero ya no tenía nada. Cumplí con todo lo prometido, y ahora cada vez que salgo de casa toco la foto y le pido protección”, decía una de sus fieles, Elba Quinteros, en el diario La Nación el 10 de octubre de 1999.

Esto no es ajeno a la realidad chilena, por ejemplo. Felipe Camiroaga, comunicador y estrella de la televisión nacional, ha sido objeto de culto por parte de sus seguidoras luego de su muerte en el Archipiélago de Juan Fernández por un accidente en avión.

Otros hitos también ponen a Karol Romanoff como la primera santa transexual chilena. Santidad indefinida, cuerpo ambiguo y celestial / Sangre rusa que unió a nuestra pobre nación / Karol yo te pregunté: ¿Cómo es posible ser descendiente de los rusos y ser divino a la vez? cantaban los fieles como parte de una acción activista, transfeminista, disidente sexual, mientras la gente se sumaba camino al cerro en el que Miguel Angel Poblete en plena dictadura se comunicaba con la Virgen María.


Algunos días antes de su muerte Gilda habló con el periodista Marcelo Gopar, fue su última entrevista y en ella detalla experiencias relacionadas con su gira en Perú y Bolivia.

“El público me mimó mucho, pero es terrible lo que extraño cada vez que me voy, pero laboralmente fue un boom”, dijo. También señaló que las carreras artísticas pueden resultar tiranas.

Siempre con una perspectiva de clases, Gilda estaba preocupada de no sólo cantar en grandes presentaciones con entradas a altos costos, ella estaba pendiente de tocar en barrios populares, porque de allí era la cumbia y sabía que tenía que estar pendiente del público que le dio fama y reconocimiento.

Por lo mismo, no es difícil pensar que su figura sea potenciada como el de una santa, y es que el imaginario religioso que existe sobre los santos y santas, o santes, desde el cristianismo, como decía Hegel el “fanum” se configura a partir de la construcción y la disolución de la autoconciencia a través del reconocimiento, esto supone entonces que tanto el esclavo como el “señor” deben adherirse “forzosamente a historicidades concretas que se adhieren a significaciones y significados que se interiorizan y, al hacerlo, constituyen normas para la una acción social diferenciada de ambos, en sus respectivas esferas –separadas– y en su zona de conexión”, como explica el Doctor en ciencias políticas y sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona, Juan Taguenca.

En esta conversión de figura de santa también prima la idea occidental de la religión, del sacrificio y los feligreses.

Sin embargo, los santos populares como Gilda o Camiroaga obedecen a contextos e historicidades distintas, que se plasman desde puntos geográficos únicos relacionados al espectáculo, al show, a las luces, al público y a fanáticos más que feligreses, que si bien para la religión son un punto de fuga a la crisis de la fe por la que están pasando, no responden a parámetros religiosos, al menos no a los que describe Hegel, por ejemplo, cuando se refiere al fanatismo religioso o la idea del santo o santa.

Lo que prima en este tipo de casos es el enaltecimiento de las figuras de la cultura popular que mezclado con la cultura occidental religiosa se termina convirtiendo la figura del santo en un último paso para demostrar su paso por la historia.

Convertir a las figuras pop en santos es, sin dudas, folclore latinoaméricano. Gilda es folclore latinoamericano.