Feminismo en 1985; una distopía que funciona porque coloca un tema posible en un universo imposible: La era Reagan. Glow escapar de la era Trump para volver a un espectro más conservador aún, un what if que podría dar pie a un capítulo de “Black Mirror”.
por Fernando Delgado
Entre los estrenos recientes de Netflix, algo brilla en su parrilla de ficciones y lleva el nombre de “Glow”, un proyecto de ecos tornasolados, procesado por una serie de filtros añosos ahora tan naturalizados por Instagram. Una propuesta que más allá de las mallas y el spandex de los trajes de sus inspiradas guerreras de lucha libre, propone un resplandor con menos memorabilia que “Stranger Things” y una postura feminista menos incisiva que en “Orange is the new black”. Y el resultado que promedian estos diez capítulos en su temporada de estreno, tienen un sabor ligero, el mismo que a ratos, podría volverse algo anodino.
Pero ahí es cuando emergen las realidades sostenedoras de la historia; Feminismo en 1985; una distopía que funciona porque coloca un tema posible en un universo imposible: La era Reagan.
Escapar de la era Trump para volver a un espectro más conservador aún, un what if que podría dar pie a un capítulo de “Black Mirror”, es en serio. Porque restándole toda la angustia y las probabilidades nihilistas de la creación de Charlie Brooker, la propuesta de estas rechazadas dirigidas por el entrañable –e impresentable- Sam Sylvia (Marc Maron, Casi Famosos), se sostiene por sus propios y divertidos medios. Es melodramática, ingeniosa, ácida y artificiosa. Lo último no va como ofensa, sino como ventaja narrativa. Porque en esa dimensión es donde arrancan las ideas fuerza de estas Gorgeous Ladies of Wrestling (G.L.O.W).
Lo que fue un viejo formato televisivo que hoy alcanza los treinta años desde su salida al aire, es el chivo expiatiorio usado por sus creadoras; Liz Flahive (Homeland) y Carly Mensch (Orange is the new black), las que ejercen como productoras ejecutivas junto a Jenji Kohan (Creadora de OITNB, acá en los guiones) acompañadas de Tara Herrmann.
El wrestling femenino fue un formato de corta duración en la pantalla, pero con la resonancia suficiente para trascender en otro género, uno de bolsillos dobles, porque mientras encierra en un lado al pasado real, en el otro guarda al pasado falso, ese que se reviste de espectaculares coreografías, de esquemas de lucha brutal pero tan inocentonas como sean posibles. Mujeres peleando por un cetro de fuerza e ingenio. Alejadas de la oferta de estereotipos de la época con sus congéneres, las que iban desde millonarias cargadas al vicio y seducidas por los dólares (Dinastía, Dallas) hasta las estaciones más cándidas y naif (Reportera del crimen o Los años dorados) siendo las más osadas, las que invertían los roles de género (Quién manda a quién?).
Pero en ningún molde encajaban las perdedoras, (de perdidas, de desorientadas, de rebeldes) Modelos de femineidad errantes, que encuentran su estandarte en Ruth Wilder (Alison Brie, Mad men). Una actriz en sus horas bajas con muy poco que perder, por lo que la oferta de Sam Sylvia, llega en un momento decisivo de su carrera.
Es un todo vale inspirador y misterioso, uno que halla su ocurrencia entre los desechos de lo mejor y lo peor de una década.
Por eso debe brillar Glow.
https://www.youtube.com/watch?v=sYsKOuP45_A