La crisis sanitaria del coronavirus ha tenido un fuerte impacto en nuestro país y no solamente en el área de la salud. La economía y, en específico los y las trabajadoras, han sufrido el impacto de esta enfermedad que ha provocado que a muchos les hayan reducido su sueldo o que derechamente los hayan despedido. Esta contingencia obligó al gobierno de Sebastián Piñera a tomar medidas para contener la probable crisis económica que se asoma en los próximos meses.
Por otro lado, algunas empresas también han sido criticadas por su actuar frente a la crisis. Algunas han dejado a sus trabajadores sin salarios durante la cuarentena, mientras que otras piden tomar riesgos para que la economía no se detenga. Este último fue el caso del director de inversiones de Larraín Vial, José Manuel Silva, quien señaló al diario La Tercera, que “los próximos meses lo que va a ocurrir es una discusión muy grande, porque no podemos seguir parando la economía, y debemos tomar riesgos, y eso significa que va a morir gente”.
Sus descarnadas declaraciones generaron impacto en las redes sociales donde se le encaró por privilegiar el crecimiento económico por sobre la salud de las personas.
Para el economista y Director del Magíster en Gerencia y Políticas Públicas de la Universidad de Santiago, Gonzalo Martner, las declaraciones del empresario tienen que ver con una dimensión moral más que económica.
“La esclavitud también era un mecanismo económico para asegurar el funcionamiento de la economía esclavista. El tema es que la vida en sociedad supone poner por delante, antes que nada, criterios morales. Para que haya tal o cual producción debe morirse gente, eso no es una respuesta económica es una respuesta moral. Y está clara la respuesta moral de la persona que emitió esa opinión. Su moralidad es bastante parecida a cero. Del mismo modo como había tanta gente que en su época justificaba la esclavitud. Someter a unos seres humanos a otros a una condición de sumisión completa. Hoy por hoy, ya la condición asalariada es una condición extremadamente desigual entre empleador y trabajador, pero que se agregue a eso el riesgo de muerte, simplemente no es tolerable”, señala el académico a Pousta.
En esa línea, Martner explica que hasta ahora los abastecimientos básicos no están en cuestionamiento en materia de alimentación ni de distribución, pero afirma que si lo que se propone es volver a llenar los metros como “vector de contagio masivo, eso es criminal, simplemente”.
“No hay ningún país hasta aquí que no haya logrado generar los mecanismos tanto de severas cesaciones de actividad, como confinamientos y cuarentenas, pero al mismo tiempo asegurar los servicios básicos y médicos u otros ligados a la recolección de basura o la distribución de alimento. Creo que esta presión empresarial por relajar las precauciones sanitarias, no solo no tiene justificación económica, pero sobretodo no tiene justificación moral alguna”, agrega.
La ayuda no va hacia quienes más lo necesitan
A juicio del economista, la reacción que ha tenido el Ejecutivo en materia económica ante la crisis del covid-19 tampoco ha sido la mejor puesto que los paquetes de ayuda que se han anunciado no van en la línea de favorecer a los que menos tienen, sino que, por el contrario, benefician a la gran empresa.
“Los más vulnerables son los que viven con ingresos del día a día. Son varios millones de chilenos que tienen empleos informales o micro-emprendimientos o simplemente el trabajo por cuenta propia, vendiendo cosas, produciendo cosas, prestando servicios. En ese contexto, este bono que en marzo se otorgó por $50 mil por una vez a cerca de dos millones de personas fue una burla, mientras simultáneamente se anunció el primer paquete económico que establecía gravaciones tributarias importantes para las utilidades de las empresas y para las colocaciones de créditos. Entre esas dos medidas se gastaron 3 mil millones de dólares, mientras tanto, se gastó 170 millones de dólares en el apoyo a las personas más vulnerables. Ahí queda claramente establecido los intereses que priman en el gobierno y que manifiestamente no son los de la mayorías social”, argumenta.
En esa línea, Martner señaló que las medidas que ha tomado el gobierno tampoco favorecen en mayor medida a las pequeñas y micro empresas que son las que más se han visto afectadas con la crisis.
“Hoy se ha anunciado un nuevo paquete económico en el cual se instruyen medidas que van a precisar el uso de la liquidez adicional que el Banco Central (BC) ha puesto a disposición de los bancos porque medidas como la distribución de dividendos o prepago de créditos cuando se acuda a estas nuevas líneas de crédito puestas a disposición por el BC eran medidas indispensables. Pero, al mismo tiempo, este aporte fiscal al fondo de garantía de la pequeña y mediana empresa, que se llama el FOGAPE tiene un volumen de 3 mil millones de dólares, pero que abarca a casi el 98% de las empresas. Entonces, no es algo que esté centrado en la pequeña o en la micro empresa sino que va a la concentración de la economía chilena a beneficiar sobre todo a la mediana y gran empresa”, detalla.
La posible crisis económica
Martner también advierte que para los próximos meses la situación económica no será la mejor y que se teme que podamos entrar en una depresión económica, que podría ser similar a la que tuvo el país en los años 82′ y 83, que tuvieron caídas del PIB cercanas al 15%.
“Es muy probable que alcancemos estas cifras con las medidas que el gobierno ha tomado, que no son de la magnitud suficiente para mantener los ingresos y la capacidad de consumo de las familias que, a su vez, alimentan los circuitos económicos que siguen funcionando. Algunos están paralizados, pero ni muchos menos todos. Esta es una economía de servicios y una economía donde la organización de la producción puede hacerse resguardando la salud de las personas. Sin que eso signifique contrariar las medidas de confinamiento que están tomando de manera selectiva”, señala.
Según su visión, la situación aún permite que no se haga una cuarentena general, sin embargo, no descarta la medida si es que hay un recrudecimiento de la tasa de contagio. “Evidentemente, aquí no tiene por qué pensarse en una parálisis total de todo, o bien que el libre mercado siga su curso y que se muera el que tenga que morir. Hay obviamente una gestión estatal, tanto en los desplazamientos como de las aglomeraciones de personas, que sin paralizar completamente la actividad económica y de abastecimiento de la población puede ser muy eficaz en la contención del coronavirus y de eso, creo se trata una política, una acción pública que sea capaz de poner por delante lo esencial, que es reguardar la salud y un mínimo bienestar de la población”.