Estamos pasando hambre.
Es una oración muy simple, y a la vez potente. Pese a su concisión, no fue suficiente para que, nuevamente, salieran personas a demostrar el nivel de desconexión que tienen con la realidad.
Por redes sociales, comenzaron a aparecer círculos chillones alrededor de las siluetas obesas de algunxs vecinxs que aparecieron en el Matinal de Chilevisión, vecinxs que de su población en Santiago sur decían que se estaban quedando sin comer. Tirando la talla de que claro, cómo tienen hambre esxs guatones.
Porque es tal el nivel de falta de empatía y poca comprensión con la realidad en algunas personas, aparte de una gordofobia violenta y galopante, que piensan que estar gordx es sinónimo de tener comida.
Y por alguna incomprensible razón, de pasada piensan que un cuerpo gordo no tiene derecho a protestar.
Según la OMS, más del 60 % de la población adulta en Chile tiene algún grado de exceso de peso.
De este porcentaje, un 23 % corresponde a obesidad. La razón es que no sólo somos uno de los países más gordos, sino también más desiguales: el sobrepeso es una cosa de pobres.
Es producto de la mala alimentación y el sedentarismo.
Porque la persona con sobrepeso u obesidad de la población no desayuna batido de frutas con tostadas sin gluten y mermelada. No almuerza salmón con ensalada. No cena pan de centeno con semillas de girasol y té chai. No conoce la leche de almendras.
Cuando promulgaron la Ley de Girardi, me enojé porque ya no podría comprar más comida chatarra con la Junaeb. Pero no porque me gustara la comida chatarra, sino porque era la más accesible cuando estaba en la calle, cuando no tenía un casino universitario cerca.
Me enojé porque nuevamente, gente desde sus burbujas, tomaba decisiones sin entender cómo nos afecta a los demás, porque no saben cómo vivimos, porque no han comido chatarra por necesidad.
¿Qué me quedaba? Un sándwich dietético del Starbucks a tres lucas que no me alimentaba nada.
Porque en Chile la comida chatarra y la mala comida en general es siempre más accesible que la comida sana.
En Chile, ser sano es un privilegio. Vegetariano o vegano, también.
Podría alguien responder con datos que eso no es cierto. Hacer una lista de precios de alimentos baratos de las ferias y los platos saludables que se puede hacer con ellos.
Pero la pobreza no es tan sencilla. La pobreza es una cuestión multidimensional, y el acceso a la comida sana tiene varios factores: está, por ejemplo, la educación de una dieta saludable, y aún más difícil, el tiempo para cocinarla. Es aún más fácil criticar desde una posición en la que no debes alimentar a una familia completa (muchas veces incluyendo abuelxs, tíxs, cuñadxs). Las cosas no son tan simples.
Por ejemplo, es fácil ser vegetariano o vegano cuando vives en una comuna de Santiago oriente y tienes acceso a docenas de locales de comida que ofrecen esa alimentación.
El siguiente mapa, muestra los locales vegetarianos y veganos, concentrados casi todos de Santiago Centro para arriba. La pobreza también es una cuestión de geolocalización:
Y a todo lo anterior, se suma la falta de acceso a la salud por parte de las clases sociales más vulnerables.
La persona que va al médico con frecuencia, que se trata el hipotiroidismo, que se hace chequeos regularmente, o que simplemente tiene un nutricionista o un médico que le aconseja cómo cuidarse, probablemente no tendrá sobrepeso; mucho menos será obesa.
La que tiene tiempo y sus necesidades básicas completamente resueltas como para preocuparse de su figura, de su alimentación; de ver menús saludables en Internet, de pedir un sushi sin queso crema e incluso de pagar un gimnasio, no tendrá problemas de peso.
Y todo eso no está mal. Lo malo es no entender que no todos tienen ese privilegio; es no entender que el sobrepeso es una cosa de pobres.
Porque la guata que ves en la tele, esa guata de aquella persona que está asustada porque se quedó sin ingresos y no sabe si podrá seguir alimentando a su familia, es una guata de pan, y con harta mantequilla, y a veces cerveza, y papas fritas, y sopaipillas, Coca Cola, y completos a luca, y sobretodo de tallarines y arroz.
Porque esa es la dieta del pobre. Y ser gordo no es estar nutrido.
Pero, si te burlaste de gente que pide mejores condiciones de vida, pese a tu buena educación, no lo entenderías.