No es noticia que el  dióxido de carbono resultante de la quema de combustibles fósiles y los procesos industriales son responsables de casi el 65% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo ¿No? Con datos tan abundantes de la Agencia de Protección Ambiental e incontables investigaciones institucionales que dan respaldo a las causas por el cambio climático ¿Quién sería capaz de refutarlo?

Representantes de Greenpeace se hicieron la misma pregunta y lo que descubrieron fue que quienes contaminan, aquellas compañías que queman combustibles fósiles son los que se benefician de negar estos hechos, fueron los capaces de hacerlo.

Para averiguarlo, Greenpeace envió investigadores que se hacían pasar por representantes de las compañías petroleras y carboneras para averiguar cuánto costaría financiar una investigación y datos – y ante aquello, dos profesores de muy prestigiosas universidades estadounidenses cayeron.

William Happer, un profesor de física en Princeton y Frank Clemente, un sociólogo de la universidad estatal de Pensilvania estuvieron felices de preparar algunos libros y dar ideas para sortear el proceso de revisión de los colegas- el mismo que cuestiona, prueba y legitimiza la información en los diarios y revistas que publican cada nueva investigación. En los emails entre los espías de Greenpeace y los profesores, Happer tuvo la brillante idea de elegir él mismo a los colegas revisores y les pagaría para manipular el proceso de presentar la información como pasable. Mientras tanto, Clemente veía el signo dólar, pedía la suma de 6000 USD por un artículo de opinión y por 1500 USD por un artículo completo.

Con resultados tan escándalos ¿Quién podría decir que las compañías de combustibles no han estado comprando efectivamente a la ciencia por décadas? Con algo del 30% de estadounidenses que dudan del cambio climático, aparentemente los esfuerzos de estas compañías han conseguido mucho.

Sin embargo, hay algo que podemos hacer para asegurarnos de que estos manipuladores de información no puedan continuar influenciando las opiniones de las masas: armarnos con conocimiento y herramientas cognitivas para analizar los datos y recordarles nuestro derecho a cuestionar todo y a todos.