Mientras el proceso de paz entre las FARC y el gobierno de Colombia “se lo llevó el diablo” aparece en el mapa un extremadamente sanguinario y narco descolgado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Con solo 27 años, el “Guacho” es sindicado como responsable de atentados a la policía, el asesinato de tres reporteros ecuatorianos, de mantener una pareja secuestrada y de operar una multimillonaria operación de narcotráfico.
Es probable que el nombre, o el sobrenombre, de “El Guacho” se te haya aparecido en las noticias estas últimas semanas. Y es que en los últimos días, el grupo liderado por “Guacho”, cuyo verdadero nombre se cree es Walter Artizala y que tendría 27 años, ha adquirido notoriedad mundial luego del secuestro y asesinato de un equipo periodístico del diario ecuatoriano El Comercio: el periodista Javier Ortega (36), el fotógrafo Paúl Rivas (45) y el conductor Efraín Segarra (60).
Justamente ellos se encontraban en el norte de Ecuador y sur de Colombia, reporteando las actividades del frente narcoguerrillero descolgado de las FARC, el Frente Oliver Siniterra cuando fueron capturados y asesinados luego de 15 días. El Frente exigía la liberación de un grupo de guerrilleros ecuatorianos, cosa a lo cual el gobierno de ese país no accedió.
Una semana después, el mismo grupo se ha adjudicado el secuestro de una pareja ecuatoriana, Vanessa Velasco y Oscar Villacís, quienes a través de un video le suplican al presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, que cumpla con las exigencias de sus captores.
La gravedad de los hechos ha llevado a Moreno a pedir ayuda internacional para la captura de “El Guacho”, exigir a sus fuerzas armadas el detenerlo en no más de 10 días, además de ofrecer una millonaria recompensa a quien entregue información que ayude a su detención.
Todo esto ha llevado a los medios de inteligencia de Ecuador y Colombia ha soltar la información que tienen respecto de quien es, en estos momentos, probablemente el personaje más buscado de Latinoamérica. Y lo que se sabe, es bastante impresionante.
“El proceso de paz se lo llevó el diablo”
Se dice de “El Guacho”, que como te conté, se llamaría Walter Patricio Artízala Vernaza y tendría nacionalidad ecuatoriana. Con tan solo 27 años, ya tendría más de una década de experiencia en la guerrilla FARC. Primero fue parte del grupo “Daniel Aldana”, uno que opera en los alrededores del Río Mira, una de las principales zonas de cultivo de coca entre las fronteras de Ecuador y Colombia. Ahí llegó a ser comandante de guerrilla.
Su estrecha vinculación al narcotráfico habría sido la razón por la cual este grupo no se hizo parte del aplaudido desarme de las FARC el 2016, esto según el gobierno colombiano. Según su versión no se acogieron al proceso por desavenencias internas.
Luego ese grupo se diluyó y el “Guacho” para ese entonces ya tenía el liderazgo necesario para armar su propio escuadrón. Seguido de un grupo de unos 250 soldados, se cree, armó el “Frente Oliver Sinisterra”.
El grupo, que opera en la zona rural de Tumaco, la cual tendría tomada gracias a actos de terrorismo tales como atentados a la policía y reventar las instalaciones eléctricas de la localidad dejando a sus 200 mil habitantes sin luz por semanas.
Otro dato impactante respecto a lo que estaría pasando con el por estos días famoso “Guacho” es que la zona donde opera tiene 23 mil hectáreas de selva plantadas con coca, lo que significa que concentra el 16% del cultivo nacional del alcaloide. Esto, convertido en cocaína y por consiguiente en narcotráfico, le estarían generando a “Guacho” y su grupo ganancias por algo así como 25 millones de dólares semanales.
La desesperada búsqueda del narcoguerrillero ecuatoriano, del cual se dice que salta de Ecuador a Colombia y viceversa dependiendo de cuánto se acerquen sus persecutores, se enmarca dentro de un contexto bien preocupante. Y es algo que no fue tan bullado mediaticamente pero la semana pasada el segundo a cargo del ahora partido político FARC, Iván Marquez, aseguró desde Bogotá, textualmente que “el proceso de paz se lo llevó el diablo”.
No suena nada de bien.