El caso Blanchard sorprendió al mundo y The Act es la serie que reabre un debate incómodo.


Gypsy Rose Blanchard tuvo una infancia como menos, difícil: nació con distrofia muscular, problemas auditivos y oculares, debía ser alimentada con papillas conectadas por un tubo directo hacia su estómago, y además, era hospitalizada frecuentemente por las complicaciones de la leucemia que desarrolló cuando tenía apenas 5 años.

Su caso ganó notoriedad cuando su hogar fue destruido por el huracán Katrina el año 2005, y junto a su madre debieron vagar por las calles del sur de Estados Unidos durmiendo en parques y hospitales.

La situación no demoró en llegar hasta los medios frente a la resiliencia de una niña condenada a sufrir los peores dolores físicos imaginables, y su madre, Dee Dee Blanchard, se mostraba como una mujer fuerte que había logrado escapar de un hogar abusivo gastando cada peso de la ayuda social en los diferentes tratamientos que su hija requería.

Los vecinos de un pequeño pueblo en Missouri, conmovidos con el caso, construyeron una casa para ambas con todas las instalaciones que Gypsy necesitaba. Ambas vivieron felices dentro de una comunidad que las acogió, y recibieron diferentes beneficios de artistas, organizaciones y doctores cristianos que evaluaban a la niña al menos durante 5 días a la semana.


Pero nada de lo anterior resultó ser cierto. En menos de una semana, la historia de fuerza de voluntad que unió a cientos de personas para hacer el bien por una madre soltera y su hija enferma terminó en una condena social difícil de creer hasta el día de hoy.

En junio del 2015 Dee Dee Balnchard fue encontrada en su cama con más de 40 puñaladas en su espalda y estómago. Llevaba tres días muerta. No había rastros de Gypsy, y se pensó que una red de pedofilia la había secuestrado. Los vecinos, aquellos que construyeron su casa y ofrecieron todo tipo de comodidades para las Blanchard, llevaron el caso hasta los medios nacionales buscando frenéticamente a la niña (su silla de ruedas también había sido dejada en la escena del crimen).

Sin embargo, tres días después de encontrar el cadáver de Dee Dee Balnchard, dieron con el paradero de Gypsy y las resoluciones respecto a la situación volcaron hacia una verdad incómoda: Gypsy Rose nunca estuvo enferma, podía caminar por sí sola y no había signos de distrofia muscular o algún de las múltiples enfermedades que su madre aseguraba que tenía.

Pero si bien Gypsy Rose nunca tuvo algún tipo de padecimiento, era su madre, Dee Dee Blanchard, quien sí se encontraba enferma: la mujer padecía el Síndrome de Münchhausen por poder, un trastorno en el que los padres enferman y torturan a su hijos para crear una dependencia eterna hacia ellos. Dee Dee Blanchard convenció a su hija de que estaba enferma, castigándola sin comer durante días; también la golpeaba con ganchos para colgar ropa, y le administraba sedantes para aletargar su conducta. Gypsy estaba secuestrada en su propia casa, bajo una madre que durante toda su vida, le administró miles de fármacos que nunca necesitó bajo ninguna circunstancia.

Dee Dee Blanchard durante su matrimonio

Tratando de escapar de la situación para llevar una vida normal, Gypsy convenció a su novio (un tipo que conoció online mediante un sitio de citas católico) de asesinar a su madre para escapar juntos hacia una nueva vida. El crimen se concretó, y ambos fueron condenados: el chico a cadena perpetua y Gypsy a 10 años de cárcel.

Si bien durante los primeros meses Gypsy Rose fue considerada como una estafadora que jugó con los sentimientos de una comunidad completa defraudando organizaciones que velan por la salud de niños con enfermedades terminales, con el correr del tiempo ha sido retratada como una víctima que vivió secuestrada por su madre e incluso hay quienes consideran que su situación califica como defensa personal.


El caso, uno de los más mediáticos de los últimos años en Estados Unidos, generó una serie que cuenta los hechos de forma cronológica llamada “The Act”. Estrenada en marzo por Hulu, se muestra cómo Gypsy va descubriendo poco a poco que es una persona normal y su madre al ver que su hija comienza a exigir más y más independencia, enloquece aumentando sus mecanismos de control.

La serie, protagonizada por Patricia Arquette, ha sonado bastante gracias a las actuaciones ocurrentes de ambas y poner sobre la mesa la conversación que se necesita frente a este caso: ¿Es Gypsy Blanchard una asesina o una víctima? ¿Debería estar en la cárcel después de todas las torturas propiciadas por su madre?


En la actualidad, la verdadera Gypsy retomó contacto con su padre (que fue separado a la fuerza de ella por Dee Dee) y juntos intentan trabajar para que la joven retome una vida lo más normal posible al momento de terminar su condena. En entrevistas, Gypsy muestra por primera vez su cabello largo, ya que su madre lo rapaba todas las semanas para aparentar su falsa leucemia, y si bien se encuentra tras las rejas y sin ninguna comodidad posible, asegura que “nunca se había sentido más libre”.

Gypsy Blanchard en la actualidad.