Desde la llegada del covid, dejamos de salir, comenzamos una vida tele remota y estamos bajo toque de queda. Estos son algunos de los hechos que provocan estrés e irritabilidad en las personas. A nivel personal podría ser peligroso, ya que al estar en ese modo es probable comenzar a fracturar las relaciones interpersonales que nos cuidan, contienen y quedarnos solos ¿Cómo evitar algo que parece un círculo vicioso? Un psicoterapeuta nos explica.
En 2010, la revista académica Public Library of Science (PLOS) levantó un estudio que hablaba sobre la importancia de las relaciones sociales. Para nadie es un misterio que necesitamos vivir en comunidad, pero las cifras no dejan de llamar la atención. Cruzaron la información de más de 300 mil personas y concluyeron que, “los individuos con relaciones sociales adecuadas tienen un 50% más de probabilidades de vivir en comparación a las que tienen relaciones sociales insuficientes”. La magnitud de este efecto en el organismo humano es comparable incluso con dejar de fumar cigarro.
Ahora, en un contexto de pandemia donde la distancia social y las reuniones con personas están restringidas, poder mantener relaciones interpersonales se ha vuelto más difícil. Podríamos pensar entonces que todxs estamos más sensibles y con ganas de conectarnos con otrxs, pero no es tan así.
Hay artículos de medios internacionales, como El País, que hablan del hastío social y de por qué nos caen peor las personas desde que llegó la pandemia. Para el Doctor en Psicoterapia de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), Cristóbal Hernández,Hernández este problema tiene otro trasfondo: estamos entrampados en un círculo vicioso. Esto por tener que trabajar en casa, vivir bajo restricciones sociales y haber cambiado la rutina de golpe, entre otros.
“Estamos cansados de estar constantemente bombardeados con información social a través de reuniones virtuales y esto estaría fracturando la sensación de conexión y nos empiezan a faltar esas conexiones reales”, dice el especialista.
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El psicólogo dice que, a pesar de que lo que nos cuida hoy es tomar distancia, la compañía es un antídoto poderoso. Sin embargo, el cerebro es tricky y nos estresamos cuando pensamos que estamos más intolerantes con el resto. “Lo que hace que nuestra disposición emocional sea estar más irritable y así es más difícil que toleremos cosas de otras personas porque ya tenemos suficiente”, explica. ¿Cuándo aparece el círculo vicioso? El psicoterapeuta argumenta que en el momento en que estás menos tolerante puedes fracturar las relaciones que te cuidan y eso te irrita más. Un ciclo sin fin.
Caldo de cultivo para los extremos
Y por si fuera poco, hoy todo está en extremos. Para Hernández existe una polarización a nivel político y científico, que puede verse en el comportamiento de las personas en redes sociales cuando juzgan las juntas sociales de otras o de las personas pro y anti vacuna, por ejemplo. “Si nos estamos cuidando y vemos a otros que no lo hacen, los vamos a clasificar como personas que no lo están haciendo por el bien común y eso es una sola historia. Lo peligroso en estos tiempos es que vivamos con una sola narrativa porque de repente esas personas que están carreteando llevaban guardadas 6 meses y no aguantaban más. Hay que humanizarnos y encontrarnos más como colectivo. Si nos empezamos a fracturar por esta conducta es más fácil que nos polaricemos más”, afirma.
¿Cómo prevenir o contrarrestar esta situación? Hernández nos responde en tres consejos:
1.- ¡DETENTE! “Parar a mirar cómo estamos es importante porque muchas de las cosas que hacemos que nos hacen mal son en piloto automático y el primer paso para salir de ahí es evaluar cómo nos estamos relacionando con los otros, si estamos más tolerantes o menos, por ejemplo”, dice.
2.- ¡HABLA! Comenta lo que sientes con tus personas. “La aclaración de nuestras emociones muchas veces no las hacemos solos, sino que en conversaciones. Hay que hablar y validar que no estar bien es normal y que el cuidado de los afectos también tiene que ver con tener una perspectiva de otro”, comenta.
3.- ¡PIDE AYUDA! “Si sentimos que se nos está saliendo de control, que está interfiriendo en nuestra vida cotidiana, que no nos permite levantarnos, que estamos preocupados todo el día o tenemos ganas de hacernos daños es un buen momento para pedir ayuda”, aconseja.