El día sábado era un día importante, ya que para los cabeza de pelota (dentro de los cuales me reconozco) se venía final de uno de los campeonatos de clubes más importantes del mundo: la Final de la Champions League.

Este año, al menos para nosotros como Pousta, era distinto: Heineken nos había invitado a vivir la final de una forma nueva, en un evento llamado “The Ultimate Match Room”. Este evento, que en Chile contó con la presencia de 250 personas, se realiza a través de todo el mundo.

El lugar escogido no podía ser mejor: El Club de la Unión, uno de los más exclusivos y antiguos de la capital. Y la invitación era clara ya que exigía, al menos, una vestimenta “semiformal”, lo que le agregaba cierto toque de “glamour” a todo.

Llegamos al club, para encontrarnos con una preparación de primer nivel: todo bellamente acomodado para darle al lugar, el espíritu de excelencia y estilo que Heineken impone a sus eventos. Coronaba todo 2 pendones gigantes: uno del Bayern y otro del Chelsea, los finalistas.

Al entrar lo primero que notabas, aparte de la ambientación, era la gentileza de los escogidos para trabajar en el evento, en ningún momento te dejaban “a la deriva”, y siempre se preocupaban de que tuvieras una Heineken en tu mano, y que supieras que estaban ahí para tu servicio. Para ingresar al lugar requisito era que te tomaras una foto con dos gladiadores, la cual al finalizar el evento te regalaban (junto con un set de 12 copas cerveceras de Heineken espectaculares).

Un rico cóctel, siempre acompañado de una cerveza en tu mano, nos mantenían expectantes al momento en que, el rey de los deportes, diera inicio. Mientras esperábamos, fuimos informados que cada mesa (la nuestra se llama los Césares) debía retirar un iPad, el cual serviría de plataforma para la realización de un concurso en el cual debíamos “adivinar” (o digamos mejor, utilizar nuestro “sexto sentido futbolero”) el resultado de una determinada jugada: gol, desviada y atajada. Cada acierto te daba puntos, por lo que concursabas por premios puestos por el anfitrión estrella del evento: Heineken. Mi mayor acierto fue presentir el gol de Drogba en el minuto 88.

Cuando se acercaba el inicio, vino uno de los momentos más impresionantes de la jornada: 4 cantantes líricos entonaban el himno de la Champions… honestamente se nos pusieron los pelos de punta, porque antes habíamos conversado de que “que lindo que sería que salieran unos tenores y entonaran el himno de la Champions”. Y pasó, aunque mejorado: eran 2 tenores y 2 sopranos (disculpen los entendidos, pero no sabría distinguir entre los registros de cada uno… pero para que quede más claro, eran 2 hombres y 2 mujeres).

En las pantallas (sí, eran varias: un gran LED central, y muchísimas pantallas más pequeñas cerca de cada mesa, para que no te perdieras NINGÚN momento del partido) el partido daba inicio, en lo que es ya una constante de las finales de este nivel: 2 equipos estudiándose, con uno más lanzado en ataque (jugando en casa, el Bayern) y otro replegado esperando su momento (el Chelsea, en el estilo di Matteo, que ya desde Mourinho parece ser una constante en los partidos importantes).

Me quedó claro que, en el Club de la Unión, la mayoría le iba al Chelsea, ya que cada uno de los casi goles del Bayern eran rabiados al por mayor por el público.

A todo esto, en ningún momento dejaron de faltar las Heineken en nuestras manos, lo que le añadía un excelente toque al partido… los que somos futboleros sabemos que ver partidos es una experiencia increible: pero verlos con cerveza, los convierte en una experiencia religiosa.

Transcurrió el partido y llegó el minuto 80 (y algo) y vino el gol del Bayern, honestamente muy pocos los gritaron, siendo POUSTA uno de los más gritones al respecto (hahaha, sí, queríamos que ganara el equipo alemán, ya que su juego dinámico se parece más al estilo del capitán de la selección POUSTA). El golazo de cabeza de Drogba un par de minutos sentenciaba el tiempo extra, lo que evidentemente, contentó al público asistente.

A estas alturas el penal errado en tiempo extra por Robben, y el triunfo del Chelsea en penales son historia, hoy tenemos un nuevo campeón (que nunca lo había sido) y que le da nuevos aires a este equipo que, aparentemente, no sigue con di Matteo como entrenador.

Así da gusto el fútbol: de nivel mundial, en un ambiente especial para la ocasión. Por todas estas experiencias, y darnos la oportunidad de cubrir este evento, es que damos las gracias a Heineken.