Luego de leer este reportaje quedarás completamente educado respecto a la música más bailada del 18 de septiembre y entenderás por qué este ritmo infernal como que te posee cuando suena fuerte. Póngale póngale.

por Hernán Melgarejo

En tiempos en que la xenofobia intenta negar el importante aporte a nuestra cultura que siempre han hecho los afrodescendientes, el documental conducido por Cuti Aste, Pasos de Cumbia, hecho en 2012 y recién estrenado en YouTube, hace un recorrido desde Nigeria a Colombia, y desde ahí a México, Perú, Argentina y Chile, para contar la historia de cómo este ritmo se consolidó como el folclor del continente.

Decir que la cumbia es el ritmo más bailado por los chilenos en las fiestas patrias no es ninguna novedad. Que El Galeón Español, aunque sea original del grupo multinacional Los Wawancó y que haya sido grabada por primera vez en Argentina, parece a estas alturas tan folclórica como El Guatón Loyola, tampoco.

Y que los actuales intelectuales y universitarios de izquierda tienen más canciones de Villa Cariño que de Quilapayún en sus celulares, ni siquiera es tan sorprendente.

¿Qué novedad tiene para decirnos la cumbia hoy? Más que algo nuevo, es la revisión de su historia y sus antepasados en África la que nos entrega un importante recordatorio del aporte cultural que ha hecho la población afro a nuestro continente, y la -a veces olvidada- conexión que tiene nuestro país con el resto de América Latina. Algo necesario en tiempos en que la inmigración de población de color a Chile ha dejado en evidencia el racismo y xenofobia de muchos chilenos.

Pasos de cumbia Cap. 1

La serie documental “Pasos de Cumbia”, cuyos 11 capítulos fueron grabados en 2012 y que hace solo un par de semanas empezaron a ser liberados a través de Youtube, se hace cargo de la raíz africana e indígena de la cumbia, y muestra cómo este ritmo guarda en su alegría la historia de la esclavitud, de nuestros pueblos originarios, y del proceso de mestizaje.

El programa fue escrito y dirigido por el italiano Vincenzo Cavallo, coproducido en Chile, Italia y Colombia, y conducido por el músico chileno Cuti Aste, quien recorrió desde Nigeria hasta Colombia, y luego toda América Latina, para llegar finalmente Chile, emulando de esta forma los pasos que dio la cumbia hasta consolidarse como un ritmo bailado en todo el continente.

En vísperas de que se estrene el cuarto episodio de la serie, haremos un breve resumen de los “Pasos de Cumbia”, el baile que nos recuerda que Chile no es una isla de origen europeo.

El antepasado africano

Los europeos comenzaron a traer esclavos desde África a América a partir del siglo XV, para compensar la disminución de la mano de obra indígena. Aunque controlaban el comercio marítimo, no eran los blancos los que se internaban en la selva a capturar a los africanos: sino que eran los propios africanos quienes capturaban a su población y la llevaban a los mercados de esclavos para venderla.

Desde el siglo XVII en adelante, el 30% de la población de África capturada para ser esclava era llevada al puerto de Calabar, en el suroeste de Nigeria. Ahí, el monopolio del negocio de venta lo tenía la sociedad afro religiosa Ekpe, que se caracteriza, entre otras cosas, por la importancia de los tambores y la danza en su organización social.

Mientras estaban encerrados en bodegas en el puerto de Calabar y esperaban ser comprados por los portugeses, holandeses, franceses, españoles o ingleses, muchos esclavos fueron iniciados en los rituales de la sociedad Ekpe.

Ritual EKPE

Luego, o no tan luego, pues podían pasar años encerados en las bodegas, llegaban los europeos y si encontraban que estos africanos tenían las condiciones físicas que buscaban, pagaban el precio a la sociedad Ekpe y llevaban la “mercadería” en barcos o “galeones” al Caribe, Cuba, y Cartagena de Indias, en Colombia.

Los historiadores cuentan que cuando un esclavo presentaba síntomas de fiebre arriba del barco, lo lanzaban de inmediato al mar para que no contagiara al resto de la “mercadería”. Cuti Aste asegura que de cada 1.000 esclavos que eran trasladados, solo 300 llegaban vivos.

¿Te hace más sentido la frase “El Galeón Español llegó” ahora?

El hecho de que los tambores que utiliza -hasta hoy- la sociedad Ekpe sean idénticos a los utilizados en la cumbia tradicional, y que algunos mitos religiosos hayan cruzado el Atlántico, demuestra para algunos musicólogos que en el puerto de Calabar se puede encontrar la raíz más primitiva del ritmo que varios siglos después hizo famoso a Chico Trujillo. Pero para que esta música pudiera nacer, aún se necesitaba una influencia determinante: la de la cultura indígena.

Flautas de Indios Kogui

La fusión afro-indígena

Ya en América, algunos africanos lograron escaparse de sus “amos”. A estos prófugos se les llamaba “cimarrones” (de ahí viene el vocablo “hacer la cimarra”), y se internaban en lo más profundo de la selva para no ser recapturados. Ahí levantaban sus propios pueblos llamados “palenques”, y algunos de estos sobreviven hasta hoy, como Palenque de San Basilio, en Colombia.

En estos palenques, los esclavos calabaríes, de diferentes etnias, lenguas y culturas, solo tenían una cosa en común: haber salido del puerto de Calabar y por tanto, conocer algunos rituales de la sociedad Ekpe. Para poder comunicarse, organizarse y conservar la identidad en América, utilizaron códigos Ekpe como el uso de los tambores, que construyeron emulando a los que conocieron en su tierra natal, y con los que tocaban los cientos de ritmos de sus propias tribus.

Fue tanto en los palenques como en los trabajos forzados, que los africanos conocieron a otros compañeros que estaban siendo esclavizados por su color de piel: las distintas etnias indígenas. De la fusión cultural de las cientos de culturas indígenas con las cientos de culturas africanas por varios siglos, en la zona en que confluye el Río Magdalena y el Río César, y en la zona de Cartagena de Indias, todo esto al norte de Colombia, nacieron una serie de ritmos de la misma familia como el bullerengue, el fandango, la puya , el porro y la cumbia, entre muchos otros.

Petrona Martinez, la reina del bullerengue

Los africanos aportaron los tambores Ekpe, que en la música tradicional afrocolombiana son tres: la tambora, que lleva la base rítmica; el tambor llamador, que hace el contratiempo; y el tambor alegre, que hace los repiques y juguetea libremente sobre el ritmo dictado por los otros dos.

Los indígenas, como los koguis, de la Sierra Nevada de Colombia, agregaron el sonido de los vientos con sus “gaitas”, un instrumento parecido a una flauta de madera de entre 60 y 80 centímetros, hecho de un tipo de cactus llamado cardón, y que no debe confundirse con las gaitas escocesas porque no tienen absolutamente nada en común. En las melodías de la cumbia más primitiva se utiliza la escala pentatónica, que tiene más de cinco mil años de antigüedad y que es común en prácticamente toda la música andina de Colombia a Chile.

De los indios también provinieron las maracas, que le dan a la cumbia su característico pulso lento y ceremonioso. Algunos grupos, como los míticos Gaiteros de San Jacinto, conservan aún este tipo de cumbia primitiva y con su formación instrumental original. Pero aún falta una última influencia determinante en este ritmo y que explica la vestimenta y el canto de los conjuntos de gaiteros: la influencia de los españoles.

Gaiteros de San Jacinto

El aporte hispánico

En principio, cuando los españoles descubrieron que los africanos y los indígenas se juntaban a tocar tambores y a celebrar con música y baile, tendieron a reprimirlos.
¿Qué eran esos ritmos satánicos que tocaban estos seres desalmados que no leen la Biblia? Pero con el tiempo, descubrieron que estos “rituales” podían serles funcionales como espectáculo.

Cuando llegaba un europeo de alcurnia al Nuevo Mundo, específicamente a Cartagena de Indias, los españoles vestían a los africanos e indígenas con prendas blancas y los dejaban improvisar alrededor de una fogata. He ahí el vestuario tradicional de la cumbia colombiana.

También, con el tiempo, la influencia hispánica hizo que a lo que eran eternas improvisaciones instrumentales de gaita y tambor, se le añadiera en algunos casos el canto en décimas, presente en gran parte de la música folclórica de latinoamérica, y en otras ocasiones una estructura en base a estrofas y coro.

Con esto, ya en el siglo XIX, la cumbia y el resto de sus ritmos hermanos del caribe colombiano estaban completamente configurados, al menos en una etapa inicial. ¿Cómo es que todo el continente terminó conociendo esta música y bailándola haciendo un trencito? Eso pasaría ya en el siglo XX, con la irrupción del vinilo y con una nueva influencia: las big band del jazz.

Explosión de cumbias

Tras la independencia, los de descendientes de africanos, indígenas y españoles pasaron a ser parte de una misma nación: Colombia. Aún así, como en casi todo el resto de América Latina, la oscuridad en el color de piel es inversamente proporcional a la alcurnia. Y las clases altas de la capital miraban a la cumbia y el resto de sus ritmos hermanos como música populosa, indígena, provinciana y de pésimo gusto.

Fue en los años 40′ cuando el músico y director de orquesta colombiano Lucho Bermúdez decidió adaptar algunos de estos ritmos al formato de orquesta de salón, tipo big band de jazz. Bermudez conoció la cumbia y toda su familia de ritmos gracias a que vivió en la ciudad de Santa Marta, al norte de Colombia, y gracias a sus arreglos la música mestiza, relegada a fiestas de la clase baja, llegó a los salones de baile de las élites. Y luego a sus casas, gracias a las grabaciones en vinilo.

Lucho Bermúdez- Prende la vela

https://www.youtube.com/watch?v=aUrHOiFDvLg

Desde un primer momento, y gracias a que su adaptación al formato de big band era más amable, la cumbia sobresalió dentro de la familia de ritmos afrocolombianos y salió de la zona costeña del caribe de Colombia y llegó a las grandes ciudades, y desde ahí se expandió por el resto de América Latina e incluso llegó de vuelta África, en donde -junto a otros ritmos caribeños- influenció corrientes como el High Life.

Ejemplo de High Life

https://www.youtube.com/watch?v=Mnsf5GrGZ9M

El arribo de El Galeón Español a Chile

Fue recién en los años 60′ que la cumbia entró con fuerza en Chile, en un momento en que la revolución cubana acabó con los clubes nocturnos y por tanto, con las orquestas tropicales que proveían de ritmos nuevos como el Cha Cha Chá y el mambo al resto de América Latina. Como retrata muy bien el sitio web “Tiesos pero Cumbiancheros”, y su bibliografía dedicada a investigar la cumbia nacional, al país llegaron exponentes como el venezolano Luisín Landáez y la colombiana Amparito Jiménez, y junto a otros músicos empezaron a dar vida a la cumbia que se tomó la vida bohemia del país.

Luisin Landáez – El Conductor

https://www.youtube.com/watch?v=dJ85mVC6F7Q

Orquestas como la Orquesta Huambaly y adoptaron este nuevo ritmo, e inspirados en el formato de Sonora, que a diferencia de las orquestas que contienen una enorme variedad de instrumentos, incluían solo percusión, bronces y uno que otro instrumento eléctrico, se crea la Sonora Palacios y una enorme cantidad de grupos que hacen cumbia a la chilena.

Desde entonces la historia de la cumbia es más conocida, y como todo ritmo de larga vida, ha tenido un sinfín de cambios y adaptaciones en cada país. Por ejemplo en los 90′, Jorge González y su banda Gonzalo Martínez y sus Congas Pensantes mezclaron por primera vez la cumbia y la electrónica, y sentaron las bases para el revisionismo electrónico que hace 10 años lleva a cabo Bomba Estéreo y un sinfín de bandas que hacen fusiones electro tropicales.

Gonzalo Martínez y sus Congas pensantes

Y al igual que la cueca, desde hace un poco más de una década en Chile muchísimas bandas han revisitado este ritmo y lo han convertido en uno de los favoritos de las fiestas universitarias. ¿Será la fusión cultural entre los inmigrantes afrodescendientes recién llegados y nuestra cultura la cumbia del futuro? Probablemente sí. Siempre y cuando estemos conscientes de que bailamos al ritmo de una historia común y gracias al mestizaje, y que la integración y reconocimiento de la cultura afrodescendiente chilena y extranjera, solo puede mejorar nuestra fiesta.

Lee acá una entrevista a Cuti Aste contando la historia de la cumbia.