No se encontró hoy, sino en 2011 durante la Expedición Científica Antártica, por parte de investigadores de la Universidad de Chile y del Museo Nacional de Historia Natural.

Ahora fue bautizado bajo el nombre Antarcticoolithus bradyi, que significa “huevo de piedra antártico tardío”.

Pero en ese entonces se especulaba que se trataba del estómago de una especie de reptil marino o “lagartijas gigantes adaptadas al agua”, incluso de un alga.

Ahora, nueve años después y tras un exhaustivo análisis, los científicos chilenos en conjunto con investigadores de la Universidad de Texas, descubrieron la verdadera naturaleza del cuerpo, la cual resultó ser más sorprendente de lo que imaginaban.

Todo a raíz de la visita de Julia Clarke en 2018, investigadora de la casa de estudios estadounidense, al Museo de Historia Natural de Santiago, donde vio el fósil en exhibición y sospechó que se trataba de otra cosa.

Se trata del mayor huevo del que haya registro de la era de los dinosaurios y el segundo más grande en la historia (superado sólo por el huevo del “ave elefante”, una especie que habitó en Madagascar hasta el siglo XVIII).

Además de su tamaño, es también histórico por la peculiaridad de su textura, ya que posee una cáscara blanda y delgada. Hasta ahora, la preservación de fósiles era considerada exclusiva para aquellos que mantuvieran una cáscara dura: “Los huevos de cáscara blanda, compuestos principalmente de una capa proteica, tienden a descomponerse con facilidad, y no quedar preservados como fósiles”, explica David Rubilar, investigador que participó en la investigación.

 

“Lagartijas gigantes adaptadas al agua, directamente emparentados con lagartos monitores de lengua bífida, como el dragón de Komodo y serpientes”, esa es la fascinante definición que informa la investigación, respecto a la especie a la que pertenece el fósil.

Habitó hace unos 66 millones de años en Europa Occidental, Norteamérica, Sudamérica y la Antártica.

El hallazgo ocurrió específicamente en la Isla Seymour o Isla Marambio, una de las 16 islas situadas en la península Trinidad, al extremo norte de la Antártica y al este de la Isla James Ross.

El territorio pertenece al Tratado Antártico y es reclamado por Chile, Argentina y Reino Unido.

En ese lugar han ocurrido importantes hallazgos de fósiles, relevantes para la paleontología, especialmente de mosasaurios y plesiosaurios. Esto gracias a que se trata de uno de los pocos lugares en el mundo donde está bien identificado el límite K/Pg, es decir, el fin de era mesozoica (de los dinosaurios) y el comienzo de la era cenozoica (de los mamíferos).

En 2011, la Expedición Paleontológica Chilena recolectó piezas del Kaikaifilu hervei (deidad oceánica reptiliana de la cosmología del pueblo mapuche) en roqueríos de la isla que datan de finales del Maastrichtiense. Se trata del mosasaurio más grande del Hemisferio Sur conocido hasta el momento.

Ambos fósiles poseen la misma edad.