A pesar de ser una verdadera pionera, los logros de Inés no aparecen en internet: la mujer de casi 104 años ha luchado, desde su juventud, por los derechos de las mujeres y la democracia. En su época se transformó en una sufragista, cercana a Elena Caffarena, y movilizó a cientos de chilenas. Y durante la dictadura militar cofundó Agrupación de Mujeres Democráticas, organización que veló por la libertad de los presos políticos; y que actualmente sigue funcionando. Hoy analiza el papel de los jóvenes en los cambios que enfrenta el país y lo importante que es ejercer el derecho de votar. Un derecho que se ganó con esfuerzo y que dice siempre está en peligro de perderse.

Al teclear Inés Erazo en Google aparecen decenas de entradas que hablan de su difunto marido Enrique Kirberg, y tan solo un par de ellas mencionan la importancia de esta mujer en la historia chilena. Pero cuando Inés (103) habla no titubea y todos en el lugar la escuchan, porque con su experiencia y sentido común -el menos común de los sentidos para el resto- ella elabora rápidos discursos sobre por qué debemos trabajar en comunidad, por ejemplo.  

Sentada en medio de su patio, con un bastón de apoyo, mira la bugambilia florecida que ella riega y aclara: “Soy ecologista”, dice, “las plantas las riego con el mismo agua que queda de la carga de la lavadora, y son bien agradecidas”. 

Quedan tres días para las elecciones presidenciales que la atemorizan, confiesa ella. Sin embargo, también menciona la esperanza, “y con eso podemos vencer el miedo”, dice. Si bien cuenta que su salud no es tan buena como lo era hace 30 años, afirma que “no dejaría de votar. Pero de ninguna manera”.

Inés agrega que le tocó enfrentarse a la misoginia patriarcal, como a casi todas las mujeres de su época, a muy temprana edad. Solo que en San Felipe del año 1918 este era un término del que no se hablaba. Sólo llegó hasta sexto año en el colegio y tuvo que comenzar a trabajar en un banco, pese a su interés en seguir estudiando. “El machismo de la época hizo que tuviera que trabajar porque mis hermanos serían los profesionales y, como yo era mujer, no tenía para qué tener un título”, relata. 

Fueron situaciones como estas las que comenzaron a encender una llama en Inés que se alimentó en la lucha. Empezó a organizarse con sus conocidas para ayudar a las personas afectadas por la Segunda Guerra Mundial. “Nosotras también queríamos destacar el papel que la mujer tenía: no nacimos para estar solamente sentadas o haciendo el aseo en la casa”, dice seria. 

Y desde entonces comenzó a hacer activismo y a generar una comunidad de mujeres que se juntaban a escondidas de las personas mayores con las que vivían, ya fuese por miedo al castigo o porque “la situación de la mujer aún estaba muy escondida”, dice. Pero Inés no estaba dispuesta a que siguiera así. “Cuando tenía 17 años juntamos grupos de mujeres porque había elecciones y nosotras no teníamos ningún papel, pero queríamos tenerlo”, recuerda. 

Foto por Camila Castillo Ibarra (@camilaconleche en IG).

La discusión sobre el voto femenino en Chile comenzó en la segunda década del siglo XX, mientras los grupos opositores (en su mayoría conservadores y religiosos) reunían fuerzas para una contracampaña. “Además eran muy desagradables por la ridiculización que hacían”, comenta, “y en un país como Chile, donde se teme tanto al ridículo, teníamos que explicarle a la gente que el hecho de que las mujeres pudieran votar y ocupar cargos públicos no lo era”. Y no fue hasta diez años después, en 1934, que pudieron sufragar por primera vez en las elecciones municipales.

Para ese entonces Inés y sus compañeras estaban más que organizadas para conseguir el sufragio completo, sobre todo después de conocer a la abogada Elena Caffarena. “Ella nos entusiasmó a seguir luchando, porque fue una mujer muy destacada y preocupada no solo por el derecho de las mujeres, sino que por la posición que teníamos  en Chile”, recuerda. 

¿Tuviste miedo en algún momento?

“En muchos momentos, pero se puede vencer y esa es otra cosa que me gustaría decirle a los jóvenes: el miedo es un arma que explotan muchos hombres. En eso no ha cambiado la humanidad en estos últimos 80 años porque ahora también veo que se ejercita. Pero es un arma contra la que vamos a tener que, aún a esta edad, seguir luchando”.

¿Cómo le podemos ganar al miedo cuando no hay esperanza?

“Con la educación. En el tiempo que yo estuve en el liceo de humanidades teníamos todavía, gracias a algunos próceres, educación cívica. Eso se quitó de la malla y por eso digo que no podemos criticar mucho a los jóvenes, pues les arrebatamos la posibilidad de aprender incluso a los derechos que tenemos. Lo importante es hacer que la gente entienda que el derecho a votar existe”.

Junto a sus compañeras aprendió una de las lecciones que más atesora hoy, después de 80 años de aquel evento: “La lucha siempre es mejor en grupo que de forma solitaria”. Y dice que esa sensación la recordó otra vez hace unos años cuando leyó el poema Te quiero, del uruguayo Mario Benedetti. Allí encontró esta frase: Y en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Ella reflexiona: “En un grupo somos mucho más que 20 o 30; somos muchos más”.

Tras conseguir el sufragio femenino y votar por primera vez en una elección presidencial en 1952, cuando fue electo Carlos Ibáñez del Campo, Inés no se detuvo. Años más tarde, con la llegada de la dictadura de Pinochet, las Fuerzas Armadas se llevaron a su esposo y a su hijo. Sola, con otras dos hijas a su cuidado, comenzó a reunirse con sus compañeras para ir a buscar a sus familiares. Fue así como formaron la Agrupación de Mujeres Democráticas para llevar recados de los presos políticos a sus familias, arriesgando su propia integridad física en el camino.

La Agrupación, presidida por Inés de manera honoraria, es su legado y continúa vivo:  tienen personalidad jurídica en la Municipalidad de Ñuñoa y también pertenecen al Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) y a la Comisión Chilena de Derechos Humanos. Entre sus banderas de luchas hoy está la libertad de los presos políticos del estallido y el derecho al agua para todas y todos los chilenos.

¿Qué piensas de los feminismos actuales?  

“Tengo que celebrar este estallido en el feminismo, que la verdad fue una sorpresa y una alegría muy grande para mí. Estar tantos años tratando de convencer a las personas y de repente llega la juventud y llena las calles y el mundo. Muchas veces escuché decir a algunos intelectuales que si las mujeres gobernaran terminarían las guerras. No quiero decir que sucedería así, pero es un pensamiento muy inspirador para que podamos seguir. Simone de Beauvoir decía que se han conseguido muchos logros para las mujeres, pero que tienen que seguir luchando porque la opresión viene de siglos atrás”.

Tuvimos sólo una candidata a la presidencia en 2021, ¿Qué te parece eso?

“Bueno es algo difícil de analizar. Hemos tenido una pandemia, entonces las cosas se trastocaron. Yo hubiera preferido una candidata mujer, pero no se dieron así por muchas razones, como la postergación de las mujeres en este contexto”. 

Inés, por su avanzada edad, se ha mantenido alejada de la calle durante la pandemia. Pero sabe que hay discursos de odio que han ido ganando terreno no sólo en Chile, sino que en el mundo entero. Es más, la revista británica The Economist lanzó este año un informe que alertaba sobre una democracia agonizante a nivel mundial.

“Llevo mucho tiempo recluida por la pandemia y por la edad no salgo mucho a la calle, pero sé lo que pasa. Esto, yo diría, es casi una cosa impulsada por la televisión. El odio existe, sí, pero no lo propaguemos. Vuelvo a repetir que tenemos que unirnos”

En medio de su encierro, Inés decidió participar de la franja del candidato Gabriel Boric, a través de un video dirigido por la nominada al Óscar Maite Alberdi, en el que ella remarca la importancia de votar. “Me impresionó la juventud de Boric. Desde hace muchos años los viejos han tenido desconfianza a los jóvenes y eso tiene que cambiar, tenemos que creer en ellos y él promete cambio. Está por los derechos de las personas mayores también, y eso  me hace seguir luchando, a pesar de mi edad”. 

¿Crees que la democracia está en peligro hoy? 

“Siempre. Creo que a la democracia hay que seguirla cuidando, porque no se cuida sola: tenemos que trabajar por mantenerla”, reflexiona.