¿En algún momento Insaciable, la nueva serie de Netflix, se presentó como un lugar de encuentro entre personajes colectivos que habitan la gordura como un campo de resistencia? No. Nunca fue una promesa activista o política o feminista o nunca se tomó el tiempo de no ser más que otra serie con la misma perspectiva que se ha tratado históricamente la gordura.

Esta serie se centra en Patty, una niña gorda que sufre de discriminación. Además es golpeada, excluida y atormentada a diario por su peso. Está en lo más bajo de la escala social.

Ella piensa que es lo peor, que carece de belleza y que por lo tanto no merece ser tratada con respeto. Piensa que ser gorda es una excusa para ser presa fácil. La golpean, le rompen la mandíbula, por gorda, y debe consumir líquidos por tres meses.

Luego baja considerablemente de peso, un abogado/coach de concursos de belleza toma su caso, le presta un mínimo de atención y ella se enamora.

Durante toda la serie Patty lucha contra sus inseguridades de gorda siendo flaca. Está alegre de ya no ser gorda, de abandonar ese cuerpo, de mutar aunque sus miedos no le permiten “disfrutar” de ser “linda” y popular, un completo objeto de deseo.

Según Netflix esta serie muestra lo peligroso que es no querer nuestros cuerpos.

Lamentablemente el mensaje se interfiere con la perspectiva flaca de la belleza. La serie muestra a la protagonista recibiendo atención siendo flaca, nunca empoderada, nunca segura con su cuerpo, nunca siendo capaz de amarse, muestran a una adolescente sufriendo constantemente por su cuerpo mientras le es imposible entender y comprender que su cuerpo resiste una serie de desafortunados escenarios blancos y primer mundistas.

Resulta curioso que en la serie la salud mental y la salud física pasen a un segundo plano, de hecho el tema de la salud es uno de los más grandes recursos utilizados por los dictadores corporales para adoctrinar la gordura. Sin embargo aquí, la apología a la belleza, el culto a los certámenes que buscan a las niñas más hermosas y el ideal de encontrar el amor o tener sexo son una terrible constante.

Patty sólo comienza a vivir sin ser desechada cuando baja de peso. En ningún momento es feliz. Sufre toda la serie.

Esta serie probablemente sea una de las peores que ha sacado la empresa de streaming. Una vez más lucrando con los estereotipos, proponiendo imágenes violentas como soluciones sanas.

Como gordo no puedo empatizar con el personaje principal en ningún momento, mucho menos con la historia.

La gordura como tortura

Millones de dólares se mueven en la industria farmacéutica gracias al miedo, que proponen limpiamente los medios con “bases médicas” sobre la salud y su relación con la delgadez, a los cuerpos gordos.

La constante es clara. Existir siendo flaca es la única manera de existir. La gordura está penada socialmente. La serie es fiel a esta aseveración. Es una preocupación que se repite.

“Las gordas quieren venganza”, esa es una de las primicias. Cuando Patty baja de peso sólo busca vengarse de quienes le han hecho daño, ya sea restregándoles su “nueva belleza” o pensando en quitarles la vida.

Además de tener como protagonista a una mujer flaca y blanca usando relleno para parecer gorda, esta serie es intensamente misógina. Tratan mal a las mujeres y les proponen un tipo de belleza como el ejemplar.

En esta serie la gordura es una tortura, un desastre, el último escalón social. En ningún momento muestran que Patty se puede querer siendo gorda, que puede buscar otras soluciones para tener una buena salud, amar su cuerpo, querer su cuerpo, encontrar gente valiosa que la valore y entienda a raíz de quién es y no cómo es.