La famosa vendedora de juguetes sexuales y referente del placer en Chile, creció en una familia católica de un estado conservador en Estados Unidos, donde no se hablaba de sexualidad. Una historia de contrastes que Beth, su hermana y productora de Hollywood, quiere llevar a la pantalla grande. “Me gustaría ser interpretada por Anna Kendrick”, dice. Pero antes de que eso pase, levanta la bandera de lucha que ha sostenido estos 20 años en Chile: “Ojalá que más adelante las mujeres tengan la misma cantidad de orgasmos que los hombres”.

Si Chile fuera una pareja, ¿qué juguete sexual le recomendarías?

“¡Un combo! (dice después de consultar a un empleado que ordenaba la lencería erótica) Aceite del amor porque necesitamos calmarnos, tomar un tiempo, respirar bien, pausar y volver a los sentidos. El aceite del amor es para todo el cuerpo y además se calienta cuando uno lo sopla, lo puedes lamer y además lo puedes hacer masaje. 

Y el WeVibe Chorus, el juguete que une a las parejas. Si es una pareja heterosexual en todo caso, aunque igual con otras combinaciones de genitales sirve, ahora que lo pienso. Es uno que sirve para dentro de una vulva y también por afuera. Entonces cuando hay penetración vibra por dentro y por fuera, por lo que estimula el clítoris, estimula el pene y es como chiquitito, compacto”. 

Si hay alguien que puede hacer un análisis sobre los cambios de nuestra sociedad en los últimos años es Jane Morgan, más conocida como “Japi Jane”, el nombre de su tienda. La norteamericana llegó a Chile hace dos décadas desde Missouri -un estado conservador en Estados Unidos- y revolucionó el mercado de juguetes sexuales en nuestro país, convirtiéndose en una de las voces más autorizadas para hablar del tema.

De hecho, hace unos meses tiene un estelar de educación sexual los viernes en La Red. “Es la historia del inmigrante al revés. Típica historia de inmigrante en Estados Unidos que logra formar una vida y una empresa. Esta es de una gringa que va al extranjero y hace lo mismo. En vez del sueño americano, este es el sueño chileno”, explica sentada en el subterráneo de su tienda.

Considera que la evolución de su vida pasando de una niña criada en una familia católica a ser una referente de la sexualidad en el otro lado del continente “al final, es como la cuncuna y la mariposa”. Dice que a su hermana Beth, productora de Hollywood con vasta experiencia, cuando le preguntan por ella quedan impactados. “Reaccionan así como ¡¿QUÉÉÉ?! Los gringos lo encuentran fascinante”, explica.

Razón por la que decidieron hacer una película. 

“Ella compró los derechos de mi vida. Es un manuscrito que empecé a escribir y ya tengo trece capítulos de un libro sobre mi vida”, revela Jane a POUSTA. Aunque dice que están “pitcheando” el proyecto, le gustaría ser interpretada por Anna Kendrick. “La encuentro tan piola. Canta, baila, la encuentro super mega talentosa y me encanta todo su trabajo”. 

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Todos los contornos de las cajas, los mostradores y los estantes del primer piso de la tienda de Japi Jane en Vitacura son curvos. En la entrada están los condones, lubricantes, y anillos. Un poco más al fondo los vibradores para vulvas, portátiles o con conexión a distancia, que considera son los más innovadores. Bajando las escaleras se puede ver una cama en la pared y sobre ella una frase en luces LED rojas: “el amor de tu vibra”. Cuando lo inauguraron, Jane Morgan lo nombró como un “nuevo espacio inspirado en el placer”. 

Hace algunos días vio “Los principios del placer”, un documental reciente de Netflix que habla sobre el orgasmo femenino, y las diferentes formas de placer físico dando importancia a la salud sexual, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es parte de la “calidad de vida”. 

“Hablamos de salud sexual por muchos años en Japi Jane. Fuimos pioneros en ocupar la palabra en Chile. Yo estaba haciendo eso y no sabía cómo ponerle el nombre. Apenas lo escuché dije ‘¡Esto es lo que hago!’ Bienestar sexual. Pero me gusta ese programa porque está mucho más enfocado en el placer, más que en la salud. Hicimos una encuesta que se llama Nación Placer hace años, y la gente no tiene mucho placer en su vida. Por algo Chile es el cuarto país más infeliz del mundo. Me gusta que hablemos de salud sexual, pero me gusta más que tengamos nuestro enfoque en el placer”, dice.

La vida de Jane Morgan o “Japi Jane” podría convertirse en una película o una serie, gracias a su hermana que es productora en Hollywood. Le gustaría ser interpretada por Anna Kendrick.

Pero hay diferencias en el “acceso” al placer, lo que llaman “brecha orgásmica”. ¿Cómo se analiza eso en Chile? 

“Me encanta que se hable de ese concepto. Destacar que eso es un problema heterosexual, porque si pones dos mujeres juntas, no hay problema. Lo que pasa es que nos enseñaron por muchas generaciones que el pene y vagina es igual sexo. No nos enseñaron que el clítoris y el glande del pene son lo más importante. Es un problema netamente social, porque no es más difícil un orgasmo femenino que uno masculino, solo depende de donde uno pone el enfoque del estímulo durante el encuentro sexual. Si solamente hay penetración, más del 70 % de las mujeres no van a tener orgasmos porque no se estimula su clítoris. 

Y eso es absolutamente cierto en Chile. He hablado con miles de mujeres que ellas mismas no sabían porque no estaban logrando los orgasmos, porque nadie les dijo a ellas tampoco. Muchas todavía piensan que deben lograr su orgasmo durante la penetración (…) y biológicamente no lo van a hacer. No hay una educación sexual basada en el placer, sino que solo en la reproducción y eso no va a hablar del orgasmo”.

¿Cuál es la forma correcta de hablar sobre sexo y placer en recintos educacionales?

“Yo no soy una experta, pero la Educación Sexual Integral está pensada para ir adaptando según cada edad. No solamente porque incluye placer, sino porque también le va a dar la fundación a los niños para más adelante explicarles que la parte externa de los genitales es una vulva y esa vulva tiene un clítoris. No necesitan saber más sobre eso, pero es nombrar, como cuando enseñamos que tu mano tiene cinco dedos y un solo dedo gordo. Y no hay nada mal en decirle a un niño eso desde siempre, porque si al final se dice vagina, lo estás explicando muy mal. La vagina es una sola parte, es como decir que solamente está la palma de la mano, pero no existen dedos. 

Y ya más de grande, en la media se puede ir hablando de respeto, igualdad de placer, de acceso a comunicación, etc. Yo, de hecho, pienso que ya solamente nombrando las partes de forma completa es un gran avance”. 

Imaginando que tuviéramos una correcta Educación Sexual Integral masificada en los colegios del país y una sexualidad juvenil responsable, ¿esto ayudaría a mejorar la crisis de salud mental y violencia actual?

“En general, pienso que no solamente el sexo, sino que también el conocimiento, son liberación de mucho estrés y angustia. Lo que pasó en la pandemia es que los niños empezaban a tener mucha angustia por el desconocido. Entonces yo creo que sí, que cuando se quita la culpa del placer, obviamente van a poder disfrutar mucho más de su desarrollo sexual. 

Está más que comprobado en el mundo que a mayor educación sexual integral no se adelanta el inicio en su sexualidad, no aumenta el embarazo no deseado, nada. Más información es más poder y más relajo”. 

Chile es un país de desigualdades. ¿Tu lucha es por la orgásmica?

“Mi gran lucha ha sido para que más mujeres se masturben. Y sigue, porque todavía no lo hacen tanto. Encuentro que la masturbación es la clave del autoconocimiento, de poder disfrutar más en pareja, porque uno sabe lo que quiere. Pero desde que supe que existía el concepto (brecha orgásmica) hace cuatro años (…) lo incluyo en todas mis presentaciones. Sí es mi bandera de lucha, por eso siempre hablo tanto del clítoris, clítoris y más clítoris. Ojalá que más adelante las mujeres tengan la misma cantidad de orgasmos que los hombres”.

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Su hermana Beth, cuenta Jane, llegó hace dos décadas a Hollywood y ha trabajado en más de 30 proyectos durante su trayectoria, destacando como diseñadora de vestuario de la famosa serie GLOW. También, como productora ahora está con varios proyectos, entre ellos la película -o serie, aún no está decidido- que quiere hacer de su hermana. Sería una producción de mayor habla en inglés, porque estaría dirigida al público norteamericano. 

¿Qué opinas del riesgo que corre el derecho al aborto en Estados Unidos? 

“Estoy mal, como en shock. O sea, siempre fue un peligro en todos los años de Bush porque puso mucho por eso y después Trump que designó jueces y todo… Como me duele la guata con esto, siento que estamos como en esa serie The Handmaid’s Tale (El cuento de la criada, historia de un universo distópico donde las mujeres son violadas y obligadas a tener hijos). Cuando leí el libro hace 25 años en el colegio, lo leí como ciencia ficción, pero ahora siento que esta wea podría pasar. Cuando pasan estas cosas siento que vamos para allá. Lo encuentro terrible. 

En la práctica, el aborto ya no tendrá protección federal, entonces va a ser muy difícil. Aunque al final, eso no significa que la gente no van a hacer abortos, sino que volveremos atrás y se van a hacer abortos no seguros, además de que la gente con plata lo seguirá haciendo muy fácil y la gente sin plata no lo podrá hacer. Es una injusticia. Cuando supe no podía creerlo, tenía ganas de llorar derechamente. En el país de la libertad…”. 

Para Jane Morgan hay dos reglas de oro en las relaciones de una pareja: “Lubricante, lubricante, lubricante, y clítoris, clítoris, clítoris. Son dos cosas que cambian totalmente la sexualidad de los seres humanos”

Con la diferencia que hablábamos anteriormente, ¿los hombres heterosexuales nos vemos “menos necesitados” de juguetes sexuales?

“Es cierto. Vienen más hombres por novedad que por necesidad. Y veo que más mujeres vienen por una necesidad real, con muchas más preguntas, más por una ayudita. Los hombres vienen más para cambiar la rutina, tener otra cosa, agregar sensaciones, placer, cosas nuevas. La mujer es más como de un desde, pero ha cambiado bastante y los últimos dos o tres años -desde justo antes de la pandemia- vinieron bastante más hombres. 

Antes venían casi un 70% de mujeres y 30% de hombres, pero ahora estamos en los cincuenta y tantos, es casi igual ya. Aunque igual muchos de estos hombres vienen a comprar un regalo para una mujer. No todos esos hombres vienen a comprar para ir a tener sexo”.

¿Puede que una de las causas de la brecha sea que el machismo impacta en las investigaciones sobre sexualidad?

“Mira, yo creo que un buen ejemplo es el viagra. En los 80’ o 90’ apareció la disfunción eréctil como el gran problema sexual masculino, y la solución llegó rápido. En cambio, sobre las disfunciones femeninas -ahora desde hace poco están gastando millones de dólares porque está ahora de moda- en los noventas nadie se lo preguntaba. Se demoraron 30 años en empezar a cuestionar cuáles son las problemáticas de las mujeres y cómo las podemos abordar. Y todavía no han llegado a ninguna solución para el bajo deseo, o el vaginismo. Nada de eso. O sea, si los hombres tuvieran vaginismo, obviamente habrían descubierto una solución hace mucho tiempo”. 

¿Debería el derecho al placer quedar plasmado en la Constitución?

“Si me preguntas si o no, yo diría que sí. Al final, hoy en día no queremos derechos que solamente nos permitan sobrevivir: también queremos disfrutar. Entonces yo creo que debemos tratar de asegurar toda la gente acceso a disfrutar de la vida y eso es disfrutar del sexo también. No queremos solamente vivir libres de enfermedades y de embarazos no deseados. Queremos pasarlo bien”.