Lo otro de lo que está seguro después de pasar 3 años viajando por 15 países investigando el tema es que “todo lo que creemos sobre adicción está mal”.
Imagina un club de libros donde Naomi Klein, Elton John y Noam Chomsky comentan el último libro que leyeron. Se trata de “Tras el grito” de Johann Hari.
Naomi Klein dice: “Encontré que es periodismo de calidad, con una historia apasionante”.
Elton John opina: “Es un libro impresionante que despertará tu curiosidad y te dejará pasmado”.
Y Noam Chomsky afirma entusiasmado: “Fantástico. No podía dejar de leerlo”.
Probablemente ya abriste otra pestaña para ver de qué se trata. Pero espera. Nosotros te contamos.
Johann (37) es un periodista inglés que en un minuto de su vida empezó a reflexionar sobre el tema de la adicción a las drogas. La razón era más personal que periodística. Indagó. Descubrió que la llamada “guerra contra las drogas”, la estrategia global impulsada por Estados Unidos, y luego exportada a la fuerza a México y el resto de Latam para atacar el problema, armas y cárcel de por medio, cumplía 100 años.
Y en gran parte del mundo, pese a la enorme cantidad de estudios y evidencia científica que ha salido desde hace un siglo a la fecha, la forma de hacerle frente al tema sigue siendo la misma y para nadie es una sorpresa que el problema es mucho más complejo desde entonces hasta ahora.
Una incongruencia total. Por donde se le mire. Con la pasión por el periodismo y la bencina de un tema que lo fisuraba personalmente Johann se embarcó en un viaje de 3 años en los que recorrió 15 países buscando respuestas al respecto.
El resultado es este libro.
“Todo lo que creemos que sabemos sobre adicción está mal, las drogas no son lo que creemos, la guerra contra las drogas tampoco”
Contactamos con Johann para que nos contara sus conclusiones.
“Una de las razones por las cuales investigué tanto tiempo este tema fue porque mi primer recuerdo de niño es de intentar despertar a un tío que yo pensaba que estaba dormido y no pude. Después descubrí que había problemas de adicción a las drogas en mi familia”, fue lo primero que nos dijo.
Ya te lo habíamos adelantado: nadie se mete tan profundo a investigar un tema a menos que le cale igual de hondo.
“Cuando empecé, medio arrogante, creí que sabia mucho sobre esto, pero me di cuenta de que no sabía las respuestas más básicas del asunto”, reconoce. “Éstas eran”, y enumera mostrando sus dedos vía Skype: “¿Por qué empezamos una guerra hace cien años contra los drogadictos y consumidores de drogas? ¿Por qué seguimos si fue un desastre? ¿Qué alternativas existen a esa estrategia? ¿Qué es lo que causa que la gente se vuelva adicta a las drogas?”
Johann lanza, antes que nosotros tiremos ninguna, cuatro preguntas al hilo. Antes de que terminamos de traducir mentalmente, sigue hablando.
“Quería sentarme con gente que hubiese estado realmente metida en esto, que hayan visto sus vidas afectadas por el tema. Estuve en 15 países y finalmente conocí a un montón de gente, una mezcla muy loca, extraña y diferente: desde una persona trans que vendía crack en Brooklyn, hasta un sicario para uno de los carteles más violentos de Juárez de México. Estuve en Portugal, el único país del mundo que ha descriminalizado el consumo de todas las drogas, con resultados sorprendentes. Mi mayor conclusión al respecto es que todo lo que creemos que sabemos sobre adicción está mal: las drogas no son lo que creemos, la guerra contra las drogas tampoco”.
Vamos por el principio. ¿Cómo y por qué empezó esta guerra contra las drogas?
Es bien interesante, porque yo pensaba lo mismo que todo el mundo te respondería ahora en la calle: que fue porque no querían que la gente se hiciera adicta, o que los niños consumieran. Pero no, no tenía nada que ver con eso. Fue fascinante encontrarme con la historia de Harry Anslinger, que es el creador de la “Guerra contra las drogas”. Él llegó al cargo de Director del Departamento de Prohibición del Alcohol en Estados Unidos, justo cuando la prohibición llegaba a su fin. Tenía un gran departamento y un gran cargo encima y nada que hacer; entonces, básicamente inventó esta guerra para mantener vivo el departamento. Lo hizo basándose en las tres cosas que más odiaba en el mundo, que eran los afroamericanos, los latinos y los drogadictos. Armó toda una burocracia basada en fuertes prejuicios sociales, para oprimir a esos grupos.
¿Cómo salta a Latinoamérica esta política?
Cuando prohíben las drogas, éstas no desaparecen, solo pasan de manos de doctores y farmacéuticos, a narcotraficantes armados, y luego USA culpa a México sobre esto, lo que es bastante irónico si ves que ahora, cien años después, Trump armó su campaña sobre esta idea.
Ése es el corazón de la guerra contra las drogas. Cuando prohíben las drogas, estas no desaparecen, solo pasan de manos de doctores y farmacéuticos, a narcotraficantes armados, y luego USA culpa a México sobre esto, lo que es bastante irónico si ves que ahora, cien años después, Trump armó su campaña sobre esta idea. El gobierno de México en ese momento hizo algo bastante inteligente y valiente. Le dijeron a Estados Unidos: “Vimos lo que están haciendo, pero no funciona”. Entonces ponen a Leopoldo Salazar Viniegra a cargo de las políticas de drogas. Él tenia un centro de rehabilitación, conocía el tema. Entonces dice: ‘La cannabis realmente no es dañina, no deberíamos prohibirla. Sobre el problema con las otras drogas, se necesita tratar a los adictos con amor compasión y tratamiento, pero no hay que prohibir las drogas porque si hacemos eso las drogas van a ser controladas por traficantes, gángsters, y carteles’. Si hay alguien en el mundo al que la historia le haya dado la razón es a Leopoldo Salazar, ¿no te parece?
Totalmente.
La respuesta de USA fue: sáquenlo. México dijo que creían en él, y entonces USA, fiel a su estilo, se puso amenazante y en venganza dejaron de exportar a México los opiáceos para medicamentos legales que se hacían en Estados Unidos. Y gente empezó a morir. Entonces, México tuvo que ceder; así, esta guerra contra las drogas se expandió a toda Latinoamérica.
Cien años de una guerra fallida
¿Por qué sigue la guerra? ¿Quién gana con esto?
“Hay dos maneras de responder esto: lo primero es que obviamente hay quienes se benefician de estar guerra. Lo primero, en Estados Unidos están por votar (Nota de la redacción: ya votaron) para decidir si se legaliza la marihuana en algunos estados. Los que financian las campañas en contra de son las empresas que producen alcohol, porque no quieren esa competencia; la unión de gendarmes, porque si hay menos presos pueden perder sus trabajos; y los grupos evangélicos que tienen un tema ideológico. Y bueno, hay otros grupos que, por supuesto, no apoyan campañas: los carteles.
Suena bastante lógico, ellos tienen sus intereses.
“Por supuesto, por eso creo que la principal razón por la que una guerra fallida de cien años continúa es porque en Chile, Gran Bretaña, o Estados Unidos, hay una mayoría que apoya la prohibición. Cuando cambia la opinión pública, cambia la política, entonces se trata de explicar bien a la gente cuáles son las otras opciones, y como pueden y resultan exitosas. Lo primero es que no hay nada abstracto ni teórico en las alternativas, en Colorado legalizaron la marihuana igual que el alcohol: sólo se puede consumir sobre los 21, hay penas duras para los que venden a menores, se pagan impuestos, está regulado. Y ahora hasta la DEA dice que las actividades de los carteles casi desaparecieron, el consumo no subió tanto, incluso bajó harto en adolescentes, han recaudado fondos con los impuestos, ha sido exitoso. No es una teoría. Funciona. Legalizar otras drogas significa hacer otras cosas, porque son otros los objetivos.
¿Hay ejemplos exitosos de legalización de drogas?
Cuando hablamos de legalizar las drogas, la gente se asusta y cree que se trata de poder comprar crack en una tienda y no es así.
Cuando hablamos de legalizar las drogas, la gente se asusta y cree que se trata de poder comprar crack en una tienda y no es así. Por supuesto que nadie quiere eso. Te doy un ejemplo: en Suiza, en los 80, tenían un problema terrible con la heroína. Intentaron meter presos a todos los adictos, les hicieron la guerra, y el problema se hizo peor. Despues llegó Ruth Dreifuss, que fue una gran Presidenta, ella lo explicó a los suizos así: uno cree que la legalización significa anarquía y caos, pero que la verdadera anarquía y caos era hacer la guerra a las drogas, porque tienes a criminales en la oscuridad, vendiendo químicos que nadie sabe qué son, a drogadictos que también están en la oscuridad. Todos eso provoca una mezcla de violencia, enfermedades, muerte y caos. La legalización es la forma de devolverle el orden a este caos. Lo que hicieron fue poner clínicas de heroína. Parecen peluquerías, te manda el doctor, vas muy temprano, una enfermera te la inyecta y te monitorea, luego te vas a tu trabajo. Te ayudan a encontrar casa, empleo, y todo eso, y resulta que desde entonces nadie, cero, literalmente nadie, ha muerto por sobredosis de heroína legal allá, el crimen bajó también. Los suizos son super conservadores, mi papá es de allá, y te juro que no es San Francisco, y bueno, diez años después hicieron un referéndum para ver si seguían con esta politica y un 70% de la gente dijo que sí, porque bajó el crimen, las muertes, y las enfermedades, es un patrón que ves en todos lados.
Suena parecido a lo que hicieron en Paris, con los injecting rooms.
Hay en Vancouver, Ginebra, y sí, en París son esenciales y reducen las muertes, pero son solo el comienzo de la alternativa. Francia dio un gran paso porque tienen pésimas políticas de drogas, pero la cosa es que para obtener las drogas ellos todavía tienen que comprarlas de los traficantes armados que siguen inyectando violencia a toda la cadena de producción. Si legalizas las drogas, sacas del juego a los traficantes y a la violencia de la cadena. No ves al gerente de Heineken disparándole en la cara al gerente de Smirnoff, pero los traficantes sí se disparan y matan todo el tiempo. Esa violencia se replica en todo el mundo: la guerra contra las drogas crea una guerra de la droga. Hay más gente que ha muerto por esto en Colombia y México que con la guerra y crisis de refugiados en Siria. Y es impactante lo poco de lo que se habla de esta cantidad de muertos que ha traído una guerra que les fue impuesta. Podríamos terminar con esa violencia rápidamente, llevar a la bancarrota al Chapo, los zetas. ¿Dónde están los gangsters que vendían alcohol ilegal en Chicago? ¡No existen!
Cuéntanos del caso de Portugal, lo mencionas en el libro.
Portugal no legalizó; despenalizó las drogas, lo que quiere decir que no castigan a los consumidores, pero ellos igual tienen que conseguir las drogas de traficantes. Cuando legalizas, quiere decir que abres una forma de obtenerlas legalmente. La forma cruda de decirlo es que descriminalizar es terminar con “Orange is the new black” y legalizar es terminar con “Breaking Bad”. Lo que hizo Portugal es importante y con grandes resultados, pero solo abordaron la mitad del problema. En los 90 tenian un 1% de la población adicta a la heroína. Todos los años intensificaron la manera americana, pero se hacía peor. Un día se juntó el Primer Ministro con el lider de la oposición y dijeron ‘juntemos a científicos y médicos a hablar de esto’. Cien años después al fin a alguien se le ocurrió invitarlos al debate, y armaron un panel con Joel Gulao, un doctor increíble, miraron la evidencia y analizaron, dijeron ‘ya dejemos de castigar a los consumidores, y usemos la plata que usamos para arrestarlos y destruir sus vidas para ayudar a esas personas’.
Lo primero que hicieron fue un gran programa de creación de empleos. Por ejemplo, si tú eras mecánico y perdiste tu trabajo por la droga, ellos iban a un taller y te conseguían un trabajo, le decian al dueño ‘contrata a esta persona y nosotros pagamos la mitad de su sueldo’. Lo otro fue crear sistemas de micropréstamo para que las personas pudieran crear sus propios empleos. El objetivo era decirles a los adictos que los querías ayudar. Trece años después, el consumo de drogas intravenosas bajó en un 80%, el SIDA bajó masivamente, las sobredosis igual. Nadie en Portugal quiere volver atrás. Juan Figuera era el que más se oponía a la descriminalización; cuando hablé con él, me dijo ‘todo lo que dije que pasaria, no pasó, sino todo lo contrario’. Fue muy conmovedor. Pero el siguiente paso es la legalización.
¿Qué produce la adicción? Tú tienes la teoría de que no son las drogas, nos pareció interesante.
Si hace cinco años me preguntabas qué causaba la adicción a la heroína, te hubiese mirado como si fueses idiota y hubiera dicho ‘la heroína, obvio’. Es la historia que nos han contado durante cien años. Si tomas a cien personas, las encierras y les das heroína, lo mas probable es que todos se hagan adictos, porque hay factores químicos que pueden llevar a la adicción física. Pero por ejemplo, si en Canadá o Gran Bretaña te atropella un auto y llegas al hospital, te van a dar un montón de Diamorfina para el dolor, que es el nombre médico para la heroína. Si conoces a alguien de esos países y su abuela ha tenido una operación a la cadera, ella ha consumido un montón de heroína.
Todas las personas que caen al hospital serían adictas, pero no es así, eso suena extraño, pero lo entendí. Conocí a Bruce Alexander en Vancouver, un profesor de psicología que me explicó la teoría de la adicción que tenemos, que es causada por ganchos químicos, vienen de experimentos que se hicieron en los años 20 y que son bastante sencillos. Cualquiera que esté leyendo esta entrevista puede hacerlo, si se siente medio sádico: tomas una rata y la pones en una jaula y le pones agua sola y agua con cocaína. Lo más probable es que la rata prefiera el agua con coca, se haga adicta, y la tome hasta morir. Ok. Ésa es la historia. Hace sentido. Pero en los 70, Alexander llegó y dijo ‘ok, pero pusieron a una rata sola, sin nada que hacer, dentro de una jaula, y pasa eso, pero qué pasa si hacemos un parque de ratas, una jaula pero con muchas ratas para hacer amigos y tener mucho sexo, mucho queso, pelotas de colores para morder, juegos, etc, todo lo que haría feliz a una rata. Si ahí ponemos agua normal y agua con cocaína’. Primero probaron las dos, pero lo que pasó es que casi ninguna optó por seguir tomando el agua con droga. Pero ninguna se murió de tanto tomarla. Eso lo explica bastante bien.
¿O sea que el contexto es el factor determinante?
Lo que yo desprendo de ahí que el opuesto de adicción no es sobriedad, es conexión. La médula de la adicción es no querer estar presente en tu propia vida, porque tu vida es un lugar demasiado doloroso. Por eso es que la guerra contra las drogas fracasó, porque si lo que causa la adicción es el dolor y el aislamiento ¿cómo podríamos curarlos si les provocamos más dolor y aislamiento? La evidencia dice que lo que saca de una adicción a una persona es re-establecer las relaciones profundas y significativas a sus vidas. Eso hizo Portugal como sociedad.
“El mundo le debe una disculpa a Latinoamérica”
¿Cómo has vivido el recibimiento del libro?
Desde que salió me ha tocado viajar bastante. Lo que más me ha emocionado es cómo gente con problemas de adicción y sus familiares me han dicho que esto los ayudó a pensar en el tema de otra manera, una persona me dijo que era primera vez que sentía que no tenia que avergonzarse de ser un adicto. Una señora me dijo que tenia un hermano drogadicto con quien estaba muy enojada y no lo veía hace siete años y que después de ver el libro lo invitó a comer.
¿Has recibido críticas de gente que tiene una opinión diferente respecto a la guerra contra las drogas?
Es cada vez más difícil encontrar a gente que la defienda, a menos que sean pagados. Creo que para ser justos, se puede decir que dieron una buena pelea durante cien años: gastaron un trillón de dolares, mataron a miles de miles de personas, metieron a dos millones de personas en la cárcel, y ni siquiera pueden mantener las drogas afuera de la cárcel, así que eso te da una buena idea de lo exitosa que fue su estrategia de mantenerlas afuera del mundo. Por eso creo que tratan de usar argumentos abstractos, morales, como que usar drogas es inmoral, pero para mí lo inmoral es provocar millones de muertes en una guerra que jamas ganarán, dejar que la gente más vulnerable y pobre se vuelva drogadicta. Particularmente en Latinoamérica yo creo que sienten que esta guerra ha sido una catástrofe. Me ha emocionado que un asesor del Presidente Santos en Colombia me dijo que leyó el libro y le hizo mucho sentido. Allá dije que el mundo les debía una disculpa, y en uno de esos lanzamientos, una joven se levantó emocionada y me dijo nunca nadie nos ha dicho eso, hemos tenido que pedir disculpas nosotros todo el tiempo. Eso fue muy emocionante. Creo que lo que le hemos hecho a Latinoamérica ha sido terrible hasta el extremo inimaginable, pero puede terminar. Está la alternativa.
¿Cómo ves la situación actual del continente?
Lo que hizo Mujica en Uruguay es muy inspirador para el mundo. Cuando hice el lanzamiento en México, había dos políticos mexicanos que están a favor de la legalización, y ellos tenían que estar con guardaespaldas armados, porque los mayores enemigos de la legalización son los traficantes. Ellos son los que mas querrán defender la guerra contra las drogas. En Colombia, Santos ha dicho que hay que acabar la guerra de drogas. Creo que Latinoamérica, el lugar que más ha tenido que sufrir por esta política fallida, podría ser el lugar que enseñe al mundo a transformarlo todo. Al final, si es que hubiésemos escuchado a Leopoldo Salazar desde un principio, nos habríamos ahorrado todo esto, no habría existido un Pablo Escobar, por dar ejemplo. Cuando todo esto acabe creo que hay que construir una estatua a Salazar. Esta guerra es algo que nunca tuvo que pasar, pero sobre todo, no tiene por qué continuar.