Básicamente el kanikama es un embutido marino y eso no significa nada bueno, pese a que untados en mayonesa son bastante ricos.


No recuerdo de quién era el matrimonio, pero fue ahí donde probé el kanikama por primera vez. Hablamos de una época donde el sushi todavía no era tan popular  y se mantenía reservado para algunos valientes que hacían caso omiso a las especulaciones populares del momento (se pensaba que comer pescado crudo te aseguraba parásitos o una lombriz solitaria en el peor de los casos).

El kanikama era novedoso y en un principio muy poco asequible. Si en Japón se vendía al por mayor, en nuestro país la novedad costaba lo suficiente como para ser considerado algo casi exclusivo presente en ocasiones especiales. Después de todo, el producto se nos presentó como sucedáneo de centolla, y no es necesario indagar en el conocimiento sobre el precio de este cangrejo de sabor similar al de la langosta cuya extracción se limita lugares recónditos del mar de Chile.

Ahora hablaré en primera persona: durante esos primeros años -y cuando por fin el sucedáneo se masificó lo suficiente como para bajar de precio- lo disfruté mucho. Comer kanikama con mayonesa era una alternativa diferente a las típicas latas de atún conocidas por todos; además, era un comodín perfecto para cualquier ensalada, plato con mariscos y roll de sushi.

Ahora es común ver kanikama en todas partes: afuera de la estaciones del metro dentro de hand rolls, en los canapés de técnicamente cualquier celebración y hasta en las versiones de ramen servidas en Chile.

El kanikama llegó para quedarse y me sentí feliz de que así fuera porque también era su fan verdadero y acérrimo. Hasta que se me ocurrió averiguar su procedencia.

Bueno, resulta que no existe ningún animal/cangrejo/molusco que se llame kanikama. Tampoco las centollas tienen algo que ver acá. De hecho, es probable que ni siquiera estés comiendo pescado en sí.

El kanikama es una salchicha de mar inteligentemente vendida para maximizar los recursos marítimos que la humanidad está agotando (como la palta y técnicamente todo lo que toca)

Lo pondré de esta forma: hablamos de un alimento derivado de otro alimento derivado llamado surimi. Y si, su preparación es asquerosa y muy poco saludable.

El surimi se popularizó durante la década de 1960 en Japón y sigue siendo parte de recetas tradicionales. Sin embargo, en la actualidad lo que comemos es una molienda de diferentes peces extraídos de Alaska con muchos aditivos para asegurar su preservación.

Los peces son hervidos y triturados en enormes máquinas dejando una pasta inocua y sin sabor. Luego se añaden colorantes, sal y tantos químicos que un palito de kanikama tiene tan solo 30% de pescado (su color no es natural y no hay ni un solo cangrejo presente en el proceso)

A continuación fotos explicativas del método de producción del kanikama versus lo que te venden en todo tipo de restaurantes.

El pescado que nadie quiere comprar se tritura y transforma en una pasta sin color ni sabor alguno.
Luego pasa por un proceso químico antes de ser cortado y añadir los aditivos correspondientes.
Finalmente los “palitos de cangrejo” son promocionados en fotos como estas. Créditos recipe magazine


Y bueno, probablemente imaginabas que el proceso sería algo parecido. Pero eso no es todo, de hecho, lo peor del kanikama no es la forma en que se produce si no su composición nutricional.  

Solo el 30% de la mescolanza preparada en estas fábricas contiene pescado (40% si es una versión más cara) el resto es agua, aceite de girasol, almidón de maíz, extracto de vino blanco y sal, muchísima sal.

Comer kanikama fue durante un breve periodo -muy breve- considerado una opción sana para tus ensaladas por su bajo nivel calórico con porciones que van desde las 11 hasta 20 calorías (dependiendo del tamaño, claramente)

Pero esta salchicha marina es la clara ejemplificación de cómo un alimento bajo en calorías también puede ser dañino para tu salud principalmente por el glutamato monosódico sintético que contiene.

El GMS es un aditivo presente en muchas preparaciones típicas de la comida asiática y causa un malestar generalizado llamado “síndrome del restaurante chino”. Es potencialmente dañino pero no letal. En Europa este aditivo se comercializa de forma restringida y en dosis muy bajas.

Además, el color rojizo que te hace creer que recibes trozos de cangrejo en tu plato, se debe gracias al carmín de cochinilla. Este aditivo son insectos molidos de manera industrial, parecidos a lo que en nuestro país conocemos como chanchitos de tierra.

“Efectivamente el kanikama -nombre genérico para el surimi procesado- tiene un alto contenido de sodio por porción, una persona hipertensa debería restringir su consumo” nos cuenta Pablo Espejo, nutricionista.

“Es un alimento que tiene otros aditivos. No solo existe kanikama de pescado, también hay versiones de pollo. La gracia del kanikama es que es de bajo costo, siendo una opción para las personas que no tienen acceso a comer pescado u otros tipos de mariscos” agrega.

“Es un sucedáneo modificado y su consumo debe ser moderado. Sin embargo insisto en que sigue siendo un alimento económico (a sabiendas que hay opciones mejores) y se debe tener cuidado con abusar de su inclusión en nuestra dieta”, finaliza.

Y queda en tus manos: los contra del kanikama son su descarada presentación como centolla u otro tipo de crustáceo además de su bajo aporte nutricional. El gran punto a favor es que mantiene el sushi a precios razonables y lo podemos comer con salsa de soja olvidando que su color característico sea a base de insectos parecidos a los que puedes encontrar en tu jardín.