“Fue una humorada sensual que duró por muchos años, pero que no corresponde a los nuevos tiempos. Estamos felices de despedir a la Bomba 4 como se merece”, explicó el director del diario Sergio Marabolí el sitio web de La Cuarta.

Más de una vez un compañero llevó en su mochila un contrabando de ediciones de viernes del diario La Cuarta, propiedad de Copesa, con un suplemento particular en su interior: la Bomba 4. Un póster de página doble por ambos lados mostraba una modelo mostrando sus tetas, a veces con alguna prenda y otras no.

Es probable que haya sido uno de los primeros acercamientos de mis compañeros de curso y míos al softporno, a la “no pornografía” o “pornografía light”, de mujeres desnudas. Ver los mismos afiches que eran traficados entre menores de edad de mano en mano, masturbación tras masturbación, en las paredes de talleres mecánicos, barracas o vulcanizaciones eran solo una comprobación que el cuerpo de la mujer eran parte del imaginario obrero y escolar chileno.

Es de esperar que el anuncio del denominado “diario de la barra pop” de cerrar su tradicional suplemento de los viernes es una victoria de los tiempos que merecíamos vivir, aunque para ellos sea como la muerte de un familiar muy cercano, y que tomará forma el jueves 16 de noviembre.

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“Fue una humorada sensual que duró por muchos años, pero que no corresponde a los nuevos tiempos. Estamos felices de despedir a la Bomba 4 como se merece”, explicó el director del diario Sergio Marabolí el sitio web de La Cuarta.

Como mujer, feminista, de izquierda, periodista y parte de la fuerza laboral chilena, ver morir a uno de los bastiones de la dictadura pinochetista aún presentes en los diarios es un placer, porque La Bomba 4 empezó a circular en 1985 y La Cuarta como diario en 1984, a pesar de que muchos otros medios chilenos sigan arrastrando las formas de informar que se usan desde el siglo XX. Adormecer al pueblo con sexo y cuerpos bonitos de mujeres es una salida fácil, una manera parche de saciar las necesidades y ocultar la violencia que existe en la calle o en las casas, de tapar el clamor, la hambruna y la pobreza, con un póster de una mujer en pelota.

Televisión, diarios, y ahora Internet, la sexualización de los estratos medios y bajos pareciera no haber tenido fin. Sobre todo la clase obrera, el estereotipo del chileno caliente que le grita en la calle a cualquier mujer que pase, tenga o no la edad legal suficiente para ser considerada una, lo rica que está, lo irresistible que es para él. Todo pareciera pasar por las ganas de reproducirse o del deseo irrefrenable que tenga un obrero de la construcción o un mecánico, porque al Estado opresor (si es que se le puede considerar así a un “gobierno” que no llegó al poder por la vía democrática) le conviene tener más potenciales manos de obras baratas que van a replicar el mismo modelo, una y otra y otra y otra vez, como una cadena de productos hechos en serie. Y la democracia, porque es un problema político y social chileno, no se preocupó de pararlo hasta hoy, cuando solo este año ya tenemos 35 femicidios, cifra superior a la de 2016.

Es, también, un ícono del patriarcado que aún existe en los medios, como si los únicos que leyeran los diarios fueran hombres, obreros u empresarios, perpetuando un rol de género que lo único que quiere ver es carne, dinero y relegar a la mujer a suplementos targeteados un par de días a la semana que tratan de belleza, moda y cocina. Como si el modelo de ama de casa perfecta aún fuera el único que eso hombres aceptarían en sus casas, suponiendo que 1) todo hombre es heterosexual 2) toda mujer es heterosexual y 3) toda mujer necesita ser un ejemplo de esposa, quiere casarse y además ser tan sexual como ese afiche o portada que día a día están en los kioscos.

A 2017 era indignante que el segundo diario más leído del país de lunes a viernes según el informe de lectoría 2015 de la Asociación Chilena de Agencias de Medios AG (AAM) siguiera arrastrando un modelo de cosificación que el mundo entero viene gritando que pare. Y en vez de tratarlo como un funeral deprimente, pongámonos todos de fiesta porque nunca más vamos a encontrar pegado en un taller o botada en la calle una Bomba 4. Ahora solo nos falta matar la versión progre y ABC1 del mismo suplemento pero en La Segunda, también de los viernes.