Joaquín Cociña y Cristóbal León nos compartieron sus impresiones sobre el fascismo y la germanofilia chilena. Sobre quienes son los lobos de Chile y cómo su terrorífica película está inspirada en El Chavo del Ocho y 31 Minutos.

La Casa Lobo ha sido destacada como un “prodigioso trabajo de stop motion, un viaje a las pesadillas más oscuras”. La película, actualmente está en la cartelera del Cine Arte Alameda y en paralelo tiene una exposición mostrando el proceso creativo y de rodaje en el Centro Cultural Gabriela Mistral.

La Casa Lobo sigue a María (Amalia Kassai), una joven que huye de una secta de religiosos alemanes para evitar un castigo por liberar a dos cerdos de la granja. Sedienta y atemorizada, se interna en un bosque y se escabulle en una casa abandonada. Ahí encuentra a los dos cerdos nuevamente, los que se transforman en humanos. Los tres entablan una relación maternal que se va tornando siniestra y oscura. Mientras tanto, el lobo del bosque los acecha y atemoriza por las paredes domésticas.

Los personajes de María, Ana y Pedrito (los cerdos) son interpretados por la voz de la actriz chilena Amalia Kassai que actualmente es parte del elenco de la teleserie nocturna de Mega “Casa de Muñecos”. Mientras, el lobo toma vida gracias a la voz de Rainer Krause. Es un registro que mezcla relatos, cantos y poesía en alemán y español.

La idea surgió recordando el material audiovisual que la Colonia Dignidad mandaba a los canales de televisión en su época, para desmentir las acusaciones de violaciones en contra de los derechos humanos y su vinculación con la dictadura de Pinochet.

Conversamos con los directores de la película sobre el Sename, la germanofilia y los cuentos de hadas fascistas.

¿Cómo llegaron a contar esta historia?

Joaquín Cociña: Comenzamos con un título. El Lobo iba a ser la tercera parte de las animaciones Lucía y Luis. Pero esos dos cortometrajes nos dejaron con la sensación de querer hacer un largometraje. Ya que Lucía y Luis son ambos trabajos que ocurren en una pieza, pensamos que un largo dedicado o narrado por el lobo debía ser una casa: La Casa Lobo. Años después de ese título, la película comenzó a tomar forma en la residencia Abbaye de Fontevraud (Francia), donde imaginamos que la película sería una adaptación de La Bella y la Bestia. En esa versión Bella lucharía contra una Bestia que era la película, la realidad y el narrador, iba a ser la lucha de dos conciencias. Algo de eso quedó, pero muy poco. Al poco andar nos dimos cuenta de que si Bestia era el que dominaba la realidad de la película, ésta debía ser regida por su criterio. Lentamente la Colonia Dignidad y Paul Schäfer se fueron infiltrando, desde una referencia hasta ser la voz que narra y el criterio que guía la historia.

Cristóbal León: La verdad nunca llegamos a una versión definitiva de la historia hasta que terminamos la película. Siempre la fuimos cambiando hasta el final. Sabíamos que sería así, que no podríamos apegarnos a una versión de guión. Por eso escribimos un decálogo, una lista de reglas la cual si debíamos respetar, con reglas tan diversas como “María es bella” o “Es un plano secuencia”.

Hubo dos o tres cosas sobre Colonia Dignidad que fueron importantes para pensar la película. Lo primero fue escuchar sobre la existencia de un gran archivo fílmico de la colonia, un archivo compuesto principalmente de material documental o falso documental que la colonia producía para proyectar una imagen idealizada de la vida al interior de la secta.

Nos preguntamos ¿Qué pasaría si alguien encontrara dentro de este archivo una película de Animación tipo Walt Disney? ¿Cómo sería esa película?

Decidimos hacer esa película, el cuento de hadas animados que Paul Schaefer hubiera decidido. Lo segundo, fue una serie de historias de fugas o de intentos de fuga de colonos. Nos interesó concentrarnos en ese aspecto de la colonia, el encierro. Y por último, en algún libro leímos que los colonos llamaban a los chilenos “schweine” que en alemán significa cerdos. Pensamos que era un detalle que podíamos adoptar de manera literal para construir una fábula.

Pareciera que todes también estamos escapando y tratando de escondernos de un lobo, pero algunos no alcanzan a esconderse o a escapar y como resultado tenemos la crítica realidad chilena. ¿Quién es el Lobo de Chile?

JC: En Chile, en la Colonia y en el mundo todos somos un poco lobos. Pero supongo que los curas católicos son los más cercanos a serlo. Y los que se creen o están en situación de poder y usan eso para hacer infelices al resto para obtener placer. Por eso somos todos un poco el Lobo.

CL: No hago arte para repartir juicios morales. Espero que la película no se interprete de esa manera. O quizás, el único juicio que me interesa hacer desde el arte es sobre mi mismo, o nosotros mismos en este caso. Como dice Joaquín, nosotros somos los lobos, o tenemos lobos dentro de nosotros.

Por una parte, una de las cosas que nos impulsó a hacer la película fue tomar conciencia que los crímenes de Colonia Dignidad sobrepasaban en tiempo y en diversidad a los crímenes de la dictadura. Ya desde mediados de los años sesenta habían relatos y denuncias públicas de las cosas que estaban ocurriendo al interior de la colonia. Gobiernos democráticos y la mayor parte de la sociedad civil hicieron la vista gorda. Y es evidente, que todavía hoy hacemos la vista gorda con muchos hechos que ocurren en nuestro país: con la misma colonia, con el conflicto en La Araucanía, con los inmigrantes y un largo etc. Por eso todos somos permanentemente lobos.

Pero también, creo que el lobo es la parte de nosotros mismos que nos oprime. Quizás este sea un tema generacional. Joaquín y yo crecimos en la dictadura, en un Chile muy Católico y opresivo. El lobo es el Pinochet, el Paul Schaefer, el Cura y el Mercurio que viven dentro nuestro y que nos oprimen permanentemente.

Hablan de germanofilia, ¿Cómo funciona la germanofilia en Chile?

JC: La germanofilia está amarrada en Chile al poder, a la tortura de pueblo mapuche, a la visión racista de la sociedad. Creo que en el fondo de los corazones de mucha de las personas de la clase alta chilena una persona pobre (y morena) no es completamente un humano. Me da esa sensación cuando escucho hablar a una persona de clase alta con alguien que trabaja para él en labores domésticas, se parece fonéticamente demasiado a cómo le habla a su perro. En fin, eso supongo que es racismo y clasismo, pero no necesariamente germanofília. Tenemos un ejército prusiano, se defiende a un matrimonio de ascendencia Alemana más que a una persona de origen mapuche, etc.

CL: Creo que la gran narrativa de nuestro país sigue siendo el clasismo. Y el clasismo en Chile está muy mezclado con el racismo. Por eso la germanofilia es una culturofilia que resulta más problemática que las otras. Porque tenemos demasiado fresco el nazismo y su ideal de raza superior. La germanofilia es una manifestación sólo más evidente y más bruta del racismo-clasismo que rige mucho de nuestras maneras de relacionarnos y nuestra vida cotidiana.

Hay una curiosidad por la historia, por la construcción de sub culturas formadas a partir del autoritarismo, por ejemplo, ¿A qué se debe esta insistencia y por qué la ejecutan a través del stop motion?

JC: La verdad es que el stop motion vino antes que nuestra fijación con las subculturas autoritarias. Pero están relacionadas, espero. La Colonia Dignidad funcionaba como tantas otras sectas, en las que se produce una pesadilla social autoritaria en miniatura. En ese sentido son como los cuentos de hadas, que son una versión pequeña del mundo.

CL: El autoritarismo es el mundo en que crecimos. Y en gran medida el mundo en el que aún vivimos. Creo que es normal que hablemos al respecto. Como dice Joaquín, el stop-motion estaba antes de pensar trabajar con temas como el de la colonia dignidad. Trabajamos en stop motion por muchas razones, pero principalmente como una extensión de nuestra práctica de artistas visuales interesados por el dibujo, por la pintura y la escultura.

También, el stop-motion y la animación en general nos dan un marco para interpretar la historia desde una perspectiva más de sueño, es decir más subjetiva y digerida.

La infancia es un tema que se toca en este film. ¿Qué apreciaciones tienen ante los aspectos que tensan Chile como la situación precaria del Sename, las escuelas públicas, las políticas egoístas del gobierno y la poca consideración que existe para las infancias en este país?

JC: En general me parece que en Chile, para el nivel de dinero y desarrollo en que algunas áreas del país hay, la idea de bienestar social es muy pobre, la idea de dignidad no es respetada y el concepto de equidad social es maltratado.

Creo que esto proviene de que la clase dirigente no considera humanos a los pobres en la misma medida que consideran humanos a su familia. Se hacen políticas sociales que uno no ni en la peor pesadilla imaginaría a su familia involucrada.

Menores de Colonia Dignidad

CL: Sinceramente no creo que estas problemáticas estén tratadas en nuestra película. Pero creo que el gran problema de Chile es que la mayoría de las decisiones se toman con criterios mercantilistas, o incluso más, se toman para el beneficio de una clase pequeña. Así pasa con la educación o con el conflicto en la Araucanía. Alguna vez renuncié de mi trabajo como profesor en un instituto porque sentí que lo único que realmente importaba eran los intereses de esa empresa que por casualidad resultaba ser una institución educacional. Daba la impresión de que podrían haber vendido tornillos y para los dueños y administradores hubiera sido lo mismo. Me da pena eso. No creo que sea algo exclusivo respecto a la infancia.

Chile está secuestrado por una clase depredadora que maneja los medios, la educación, los recursos, la salud y gran parte del estado. Supongo que lo único que nos queda es organizarnos y luchar permanentemente contra eso.

En Colonia Dignidad se coordinaba todo como una gran maqueta, como en la película, se movían los hilos para mostrar una realidad distinta al tormento diario al que se sometía a los niños y al trabajo por sobre todas las cosas. ¿Cómo se continúan perpetuando estas práctica fascistas en la actualidad? ¿Creen que es así? ¿Sigue funcionando así Chile?

JC: Esperemos que no.

Creo que es muy distinto sólo tener medios impresos de derecha que presentan sus visiones de la realidad como verdades a estar inmerso en una secta sádica y pedófila. Digo, hay una distancia bien sideral.

Pero el sólo hecho de que exista una zona habitada que se llame “Zona de Sacrificio” me parece de un fascismo incomprensible. Otro tema aparte es la Iglesia Católica, que yo entiendo como una red criminal internacional bañada con una capa delgada de religiosidad. Esa institución es el mal.

CL: En cierta manera sí, pero hay que valorar los espacios de democracia que tenemos. Para mí es muy claro que prefiero vivir en este Chile con sus millones de problemas y abusos, que en el Chile de la dictadura. Creo que Chile es un país muy feudal, clasista y racista, pero también creo que hay que valorar y proteger la democracia.

Si tuvieran que explicar la película a una niña de 6 años, ¿Cómo lo harían? ¿Qué le dirían? ¿Cómo le explicarían las cosas que pasan en la película?

JC: Esta película es como un sueño. Esta película puede que te de miedo, no porque pase nada malo, sino porque las cosas se transforman todo el tiempo. Esas transformaciones son hechas por un ser muy malo.

¿Qué inspiración del cine experimental chileno o latinoaméricano les ha servido para pensar sus obras?

JC: El Chavo del Ocho, Alejandro Jodorowsky, Raúl Ruiz (al menos sus dichos sobre cine), El Chacal de Naueltoro, La Cienaga de Lucrecia Martel.

CL: Sumo a las mencionadas por Joaquín. El grupo de Cali (“Pura Sangre” de Luis Ospina a mí me impactó mucho), 31 minutos, Plan Z, El Tata Colores, Pablo Larraín, Cha cha cha, los videos de Capusotto, “El Zapato Chino” de Cristian Sanchez, nuestro socio Niles Atallah. Son los que se me ocurren ahora.