Recostada sobreun sillón en una pieza individual del Instituto de Salud del Trabajador en Franklin, Fabiola Campillai Rojas (36) habló por primera vez con un medio de comunicación, con Ivonne Toro de CIPER, sobre la noche en que el disparo de una lacrimógena de Carabineros de Chile le llegó en pleno rostro dejándola ciega y con una lesión cerebral.

El hecho ocurrió el 26 de noviembre mientras Fabiola iba con su hermana caminando al paradero de buses de acercamiento en San Bernardo, para ir a trabajar a la fábrica de Carozzi.

“De ese día, no me acuerdo de mucho. Mi hermana estaba ahí. Le dije que me dolía la cara. Luego de eso me desmayé y desperté un día martes acá en el hospital cuando había pasado una semana, porque este accidente fue el martes en la noche y yo desperté un día martes aquí, en el hospital. No fue desesperante, fíjese. Cuando me dijeron que ya no iba a ver, no pensé en el futuro. Andaba contenta. O bien fue como una defensa para no llorar, para estar firme, para darle fuerza a los demás. De un principio no era tan pesado, pero pasa el tiempo y ahora sí es pesado. Ahora, si uno piensa en lo que va a pasar, que de repente puede ser una carga para los demás, porque me levanto de este sillón y me cuesta hasta caminar”, cuenta la mujer que en por estos días presentó una querella contra el director general de Carabineros, Mario Rozas.

En la entrevista, Fabiola habla de su vida previa al disparo de la policía chilena que marcará su vida para siempre: de su vida como mamá, como futbolista, como bombera. Es un relato desgarrador narrado con humanidad y delicadeza por la periodista de Ciper.

Su reflexión final es desoladora: “Para mí no hay justicia, porque no me van a devolver nada. Te quitan algo de lo más importante que uno tiene, porque si hubiera sido una pierna o un brazo, yo no sé… Pero tus ojos, no puede haber nada que te los devuelva. Y trato de ser fuerte, de sacar esa fuerza. Sí, todavía me queda un poco de llanto, de pena, pero de a poquito va saliendo. También, no sé, tengo como una rabia, porque uno piensa que la gente, no solo la mutilada, sino también la fallecida, no va a tener justicia”.

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