Han sido semanas intensas de noticias homofóbicas. Desde las declaraciones de Arenito en televisión abierta, los dichos de José Segura por el beso Cañiulef, pasando por las palabras de Alejandra Bravo hasta la “carta abierta” de Henry Boys, hicieron incendiar una realidad que nos están obligando a aceptar.
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Las palabras de Alexander Núñez – más conocido como Arenito -, tras su paso por “Yingo” fueron la leña de una hoguera que no se deja apagar. Se refirió a la homosexualidad como un “un desorden emocional” y que “no está bien” la relación entre personas del mismo sexo, pues naturalmente “el hombre sólo está diseñado para la mujer”. Cuál es la hipocresía que estamos viviendo como sociedad al aceptar estos dichos que se convierten en temas que no debiesen serlo. Partamos por dejar de escudarnos en Dios como fundamento único para dejar de retroceder como sociedad y dejar de categorizar la homosexualidad como enfermedad, una maldición o un estilo de vida pervertido que termina en zoofília y pedofilia. Esto es igual de hipócrita que la legislación de las drogas duras y blandas; el alcohol está socialmente aceptado, lo mismo con quienes andan borrachos por la calle, no así la marihuana que, como droga blanda, recreativa y medicinal, es un supuesto camino a la perdición, que te lleva a la caricatura de fumar marihuana escondido en la calle por miedo a que te pillen, mientras un curado hace pipí al lado tuyo. Chile, un país único en su especie.
¿En qué nos estamos convirtiendo? Por qué se le entrega una connotación negativa a la homosexualidad cuando los ex gays nunca fueron felices y experimentaron con ésta como una opción en la eterna búsqueda de la felicidad, pero aún así siempre les faltaba algo. Al no encontrar “el vacío que estaban buscando llenar”, dejan de sentir atracción por su mismo sexo para darle un sentido más completo a sus vidas y hablar de ser gay como algo irracional, así como también hay quienes utilizan la ayahuasca para llenar vacíos, hay gente que prueba con la homosexualidad.
Tenemos que aterrizar el debate desde la otra vereda, donde cualquier inquietud sexual que haya tenido cualquier ex-gay en su despertar sexual (recordemos que no existe una edad definida para esto, donde hay gente que tiene su despertar sexual en la adolescencia, como hay gente que lo experimenta de forma mucho más retrasada; ahí aparece el juzgado y criticado “hetero casado con dos hijos que ahora es gay”. Para mí, esta figura se define como una una hemorragia de placer. ¿Tan infelices somos que se juzga el despertar sexual de una persona para luego recriminar sus actos del pasado como una total vulgaridad? Esto ejemplos evidencian lo poco que sabemos uno del otro, el casi nulo conocimiento sexual que existe en nuestra sociedad y cómo el “experimentar con nuestra sexualidad” nos lleva a ser juzgados para siempre. Estos actos cierran más opciones para buscar la felicidad (no me estoy refiriendo a que la felicidad esté en la próstata. Simplemente, voy al hecho de que cuando una persona es feliz, es porque está completamente satisfecha en su dimensión emocional y sexual). Querámoslo o no, somos animales que se despiertan para buscar un deseo que muy pocos logran cumplir.
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Casos como el de Arenito están tomando la pauta noticiosa para hablar de la homosexualidad como sinónimo de ser infeliz y cómo es posible dejar de serlo para empezar a vivir una “normalidad dictada por una sociedad hipócrita”, porque Dios y una egoísta sociedad así lo dictaminan. Es por eso que suceden tantos actos homofóbicos hacia personas LGBTIQ+, donde la poca tolerancia heterosexual termina con la vida de personas gay. Se nos olvida que cada persona puede vivir la sexualidad como más le acomode, pero determinar por tus propias manos la vida de alguien, evidencia la poca tolerancia, respeto y lo denigrante que somos como sociedad.
Esta semana un medio homofóbico online (ustedes se preguntarán: ¿por qué homofóbico? Simple, en sus titulares anteriores se refieren al matrimonio homosexual en vez de matrimonio igualitario, como ejemplo) publicó un artículo donde mostraban la vida de “Santiago”, un ex homosexual que “nunca fue feliz”. “Santiago” aseguró que es posible dejar de sentir atracción por una persona de un mismo sexo y reveló su proceso en una “terapia”. Preocupante. Hay que hacerse cargo de lo que uno quiere creer, leer y entender. “Santiago” se acostó con hombres; “Santiago” fue homosexual, y eso no lo hace ni mejor ni peor persona, pero el simple hecho de culpar una orientación sexual como un periodo de infelicidad, cuando un hombre generaba una erección en ti pero aún así no eras feliz; perdóname “Santiago”, pero el hombre no está en la homosexualidad, el problema está en ti. Eso no te da derecho a meter en tu saco de tristeza a todos los que vivimos plenos con cómo somos y derribar el sacrificado camino que ha costado construir una comunidad LGBTIQ+.
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Ser infeliz cuando eres gay es algo real. Nos están matando, nos tratan de enfermos e infelices, como una “herida” que se puede sanar. Pero si nos ponemos a pensar de forma evolucionada y reflexionamos sobre la vida de los ex homosexuales que nunca fueron felices por no encontrar una satisfacción sexual, por no llenar un “vacío” existencial o no encontrar el amor que tanto inculca el patriarcado y la Iglesia, donde se nos enseña desde muy chicos que el matrimonio es únicamente entre el hombre y la mujer, y que Dios valida sólo a una familia heteroparental, entraríamos en una discusión de nunca acabar. Soy partidario de que la Iglesia es la casa de Dios para tod@s, sin exclusión, y cuando me refiero a tod@s, es a todo el mundo. Pero, ¿por qué escudarse en la Iglesia como único fundamento de todos los ex homosexuales? El hecho de no ser honesto con uno mismo, el no escuchar tus sentimientos y ahogarse en una vaso de diarrea liquida, nos hace a nosotros, los homosexuales, los culpables de una infelicidad que ni siquiera una droga te podrá dar.
¿No es una pelea de cuarto básico que estos temas aún sigan siendo debatidos por políticos? Lamentablemente lo son hasta que no se llegue a cambiar la constitución de Pinochet, Chile seguirá siendo una vergüenza. No puede seguir pasando que representantes partidos políticos, (como Chile Vamos, donde Alejandra Bravo se refirió esta semana de por qué la sociedad tendría que convertirse homosexual y dejar de ser heteros si ellos ganaron el espacio). ¿En qué idioma estamos hablando? Alejandra Bravo, con todo el respeto del mundo: cambia de dealer. Es una tristeza que se convierte en repudio. Que exista gente con “estudios y colegios pagados” que siga con pensamientos tan retrógrados en un tema que, insisto, no lo debiese ser.
Tal como Alejandra Bravo, personajes como Henry Boys, abogado artificialmente inflado como un nuevo intelectual de derecha, se declara abiertamente homofóbico con sus declaraciones en El Mercurio sobre una realidad en que “la población está cansada del lobby homosexual”, porque claramente el pedir derechos igualitarios, además de tratar de terminar de eliminar la violencia y discriminación, es solamente “lobby”. El mismo lobby que desde 1977 Harvey Milk trató de instaurar para que se nos deje de matar y apuntar con el dedo sólo por ser homosexuales.
Dichos como los anteriores hacen que otros “personajes” se sumen a esta seguidilla de posturas fascistas. José Segura, ex candidato a alcalde y ex concejal de Puerto Montt, por el beso protagonizado por Andrés Caniulef con su novio en la Gala de Viña, “estos maracos deben ser reservados en sus afectos, cómo le explicamos a los millones de personas y de niños estas excepciones”. Entra a desarrollar teorías conspirativas sobre por qué mencionó lo que dijo, no viene al caso, por que sólo hay cuatro respuestas para este caso: 1) Aprenda a hablar. 2) El censurado libro para niños “Nicolás tiene 2 papás” era la solución para explicar lo que usted no entiende. 3) Relaje un poquito el hoyo y conózcase más. 4) ¿Cómo se le dice a un básico que es básico? Ayúdenme a descifrarlo, por favor.